¿Doc, eres tú? Científicos logran retroceder el tiempo

  • En El curioso caso de Benjamin Button, un cuento de F. Scott Fitzgerald que después se convirtió en una película protagonizada por Brad Pitt, un hombre se desarrolla al revés: nace como un viejo y va rejuveneciendo a lo largo de los años, hasta que muere como un bebé de brazos.

Esto no es algo que veamos en la vida real. La pregunta es por qué no. En lo que equivale a un triunfo tecnológico para los aspirantes a convertirse en los Benjamin Button del mundo virtual, un equipo de físicos cuánticos informó a principios de este año que había logrado crear un algoritmo de cómputo que actúa como la “fuente de la juventud”. Con la ayuda de una computadora cuántica IBM, lograron revertir una millonésima de segundo de envejecimiento de una sola partícula elemental simulada. No obstante, se trató de una victoria pírrica en el mejor de los casos, ya que requirió de manipulaciones tan poco probables de ocurrir de manera natural que solo reforzó la noción de que estamos irremediablemente atrapados en el flujo del tiempo. La mayoría de nosotros creemos que los átomos de un huevo revuelto no se pueden restaurar en el interior de un cascarón prístino. Parece que, en condiciones generales, probablemente ni siquiera una sola partícula puede retroceder sin ayuda ni una alteración meticulosa. En el papel, las leyes fundamentales de la física son reversibles; funcionan matemáticamente ya sea que el tiempo avance o retroceda, pero, si el tiempo es solo otra dimensión del espacio-tiempo, como afirmó Einstein, es una dimensión extraña que va en un solo sentido. En el mundo real podemos salir del tren subterráneo y dar vuelta a la derecha o a la izquierda, pero no tenemos la opción de avanzar o retroceder en el tiempo. Siempre nos dirigimos hacia el futuro. El principio de incertidumbre, que está en el centro de la mecánica cuántica, dice que, en un momento determinado se puede especificar ya sea la ubicación o la velocidad de una partícula subatómica, pero no ambas. En consecuencia, una partícula como un electrón, o un sistema de partículas, está representado por una entidad matemática llamada función de onda, cuya magnitud es una medida de la probabilidad de encontrar una partícula en un sitio o condición específicos. La función de onda se extiende a lo largo del espacio y el tiempo. La ley que describe su evolución, conocida como la ecuación de Schrödinger, en honor al físico austriaco Erwin Schrödinger, es igualmente válida ya sea avanzando o retrocediendo, pero lograr que una función de onda vaya en reversa no es un asunto menor.