Élite china elogia a Trump

El presidente estadounidense, Donald Trump, se ha referido a China como “nuestro enemigo”. Ha dicho que es “una gran amenaza”. “Recuerden, ¡China no es un amigo de Estados Unidos!”, escribió alguna vez en Twitter.

Sin embargo, algunas personas en China tienen su propia etiqueta para el polarizador Presidente: salvador.

En cenas, en chats de redes sociales y conversaciones discretas, algunas de las élites empresariales e intelectuales del país vitorean al líder que ha construido parte de su carrera política criticando al país asiático.

Sólo Trump puede salvar a China”, dice una broma. Otros lo llaman el “director ejecutivo de presión” de las reformas y la apertura de esa nación.

El Partido Comunista se ha involucrado más en negocios, la economía, la conversación pública y otros elementos de la vida cotidiana. Muchos de estos miembros de las élites temen que después de 40 años de reforma y apertura, China esté en retirada.

Nadie en el país parece dispuesto a combatir esta tendencia. El presidente Xi Jinping se ha vuelto el líder más poderoso del país desde Mao Tse Tung, lo cual ha disminuido las oportunidades de la oposición para sublevarse.

GUERRA COMERCIAL

Después llegaron Trump y su guerra comercial. Entre otras demandas, los negociadores de EU están apelando a que Pekín tenga un papel más pequeño en la economía. Quieren que el gobierno chino deje de regalar dinero a las empresas controladas por el Estado. Quieren barreras comerciales menos elevadas y un campo de juego más parejo para las empresas privadas.

Extrañamente, eso pone a Trump en sincronía con varios intelectuales y empresarios chinos. Según su forma de pensar, si el Partido Comunista se retira de la economía, también se podría relajar su control sobre el resto de la sociedad.

La guerra comercial es algo bueno. Nos brinda esperanza cuando no la tenemos”, comentó Zhu Ning, economista de la Universidad Tsinghua en Pekín.

Las distintas demandas del gobierno estadunidense podrían obligarnos a continuar con las reformas”, señaló Tao Jingzhou, socio de la oficina de Pekín del despacho jurídico Dechert.

Incluso algunos funcionarios retirados creen que la guerra comercial podría tener efectos positivos. En un foro celebrado el mes pasado, Long Yongtu, quien encabezó las negociaciones para que China entrara a la Organización Mundial del Comercio, mencionó que las fricciones comerciales podían ser “algo bueno que impulse a China hacia adelante”.

Las probabilidades de que Trump pueda cambiar el rumbo de China son menores.

No podemos depender de la fuerza externa para salvar a China”, comentó Wang Gongquan, un millonario activista liberal y otrora capitalista de riesgo. Perteneció al primer grupo de personas en ser detenidas o encarceladas después de que el partido intensificó las duras medidas en contra de la disidencia y la desobediencia civil hace seis años.

No obstante, las esperanzas puestas en Trump reconocen el papel que ha tenido el mundo exterior en la apertura gradual de China a lo largo de las cuatro décadas pasadas. Desde el fin de la Revolución Cultural, el Partido Comunista ha sido un reformador reacio, a menudo presionado y tentado por fuerzas internas y externas.

Incluso, algunas personas en el gobierno de Trump guardan la esperanza de que voces internas se pronuncien.

Se debe empezar con la proposición de que hay gente en China que cree que la reforma es una buena idea”, dijo en una entrevista con National Public Radio, Robert Lighthizer, el representante comercial de Trump.

Ahora, el desafío será encontrar aquellas voces internas en un momento en el que la discrepancia puede ser reprimida. No queda claro hasta dónde llega el alcance del apoyo hacia Trump en China. Muchos líderes empresariales no se atreven a alzar la voz.

Sin embargo, los optimistas aseguran que hay señales del impacto que está teniendo Trump. El gobierno prometió reducir impuestos, relajar otras cargas en el sector privado y dar a los mercados un papel más importante en la economía.

Se están reconsiderando o replanteando más acciones orientadas al mercado”, mencionó Zhu, economista de la Universidad Tsinghua.

No obstante, hay poca evidencia de que el liderazgo esté relajando su control de una manera duradera. Los gestos amigables hacia los negocios son reactivos en vez de proactivos; en otras palabras: no ha habido un cambio fundamental en la forma de pensar del liderazgo. El partido debe controlar “todas las tareas”, como lo dijo Xi.