¿Cómo y porqué desarrollar la inteligencia musical de tus alumnos?

Existe un lugar común que asegura que la música puede ser disfrutada en igualdad de condiciones por todos aquellos que estén dispuestos a escucharla. Una perspectiva que uniría en un mismo saco tanto a pequeños como a mayores, y también a oyentes cultivados con otros que por un motivo u otro no han recibido una formación en este sentido, y que dibuja una verdad que no por menos cierta no deja de resultar incompleta. Ya que la educación musical puede abrirnos las puertas a aspectos que quizás habríamos pasado por alto en ausencia de esta formación, mientras aporta otros beneficios pedagógicos que afectan muy positivamente al desarrollo de sus oyentes, especialmente entre los más jóvenes. Un extremo que ha llevado a países como Suiza a garantizar constitucionalmente su introducción en el currículo escolar, pese a que en otros países su implementación haya quedado relegada a una asignatura curricular y la buena voluntad de los docentes que consideren que el desarrollo de la inteligencia musical de sus alumnos tiene, efectivamente, la importancia defenderemos desde este post.

Música y desarrollo integral

Considerada una de las inteligencias múltiples teorizadas por Howard Gardner, podemos definir la inteligencia musical como la capacidad de las personas para percibir y expresarse a través de la música en cualquiera de sus posibles formas, y que se concreta a partir de las siguientes características:

La mentada capacidad para expresar y percibir formas musicales.
Aprendizaje de ritmos y/o canciones que emparenta esta inteligencia con el desarrollo lingüístico de los oyentes.
Sensibilidad ante los sonidos inarmónicos, desafinados, o atonales, sin que esta capacidad para diferenciar lo armónico, lo afinado y lo tonal de lo que no lo es implique en sí mismo un juicio de valor. La habilidad para discernir los unos de los otros no supone que el oyente establezca un agravio comparativo entre ellos.
Capacidad para la composición musical o para tocar instrumentos, una habilidad relacionada con la psicomotricidad fina.
Gusto por la música, ya sea bajo la forma de ritmos improvisados o composiciones musicales.
Factores, todos ellos, que repercuten en importantes beneficios para el desarrollo de las personas, especialmente las más jóvenes, como puedan ser los siguientes:

Impulsa la creatividad, pensamiento abstracto y memoria, a través de la asunción de pautas musicales que después, una vez han sido interiorizadas, puede ser repetidas y reversionadas. Mayor habilidad verbal y competencia idiomática, estrechamente relacionadas con el desarrollo lingüístico que trae consigo el aprendizaje de ritmos y canciones antes comentada.

Lo que cobra una especial relevancia en oyentes en edades tan tempranas que, por lo tanto, todavía se encuentran en proceso de formación.

Un mayor desarrollo de la inteligencia matemática, con la que se encuentra estrechamente relacionada en muchos de sus aspectos.
Siempre que se les de margen para que se desarrolle de forma más formal, a través de clases de música, por ejemplo, implica una mayor capacidad para la autodisciplina y la perseverancia en el aprendizaje. Y todo ello a través de la motivación que genera una de las cualidades que todo aficionado a la música conoce: disfrutar de la música supone un verdadero placer para sus oyentes.