La educación, un asunto muy importante para las clases populares

La desigualdad es como un virus que se propaga por todos los rincones del planeta, pero no por causas naturales, sino más bien por intereses culturales, sociales y, sobre todo, económicos.

La educación es el mejor remedio contra la desigualdad. Sin embargo, las personas que pertenecen a las clases populares no cuentan con los recursos culturales y económicos suficientes para impulsar la escolaridad filial, lo cual irremediablemente hace que se produzca una desigualdad social de resultados escolares entre estas familias y las de clases medias.

La creciente preocupación de las clases populares por la escolaridad de sus hijos

Siempre se ha tenido la convicción de que las clases populares educan mal a sus hijos y las clases medias, bien. Por lo tanto, siempre se han tomado como ejemplo las prácticas de las clases medias, por lo que cualquiera que no hiciera las cosas de esa forma, lo estaba haciendo mal. Estos discursos tienen su base en la creencia de que los padres y las madres de las clases populares no les dedican “tiempo de calidad” a sus hijos y no se implican lo suficiente.

Sin embargo, la realidad es bien distinta. Desde hace muchos años las clases populares se preocupan de la escolaridad de sus hijos, ya que quieren que en el futuro puedan optar a buenos puestos de trabajo, por lo que cada vez hacen mayores esfuerzos.

Por lo tanto, la imagen que se tiene de desinterés por la educación de las clases populares es infundada. Los resultados escolares absorben su energía y cuando son malos provocan grandes tensiones familiares. Cada vez son más los padres y madres que pasan sus tardes ayudando a sus hijas e hijos.

El origen del fracaso escolar no reside en las expectativas parentales. Todos los relatos que apoyan lo contrario vienen a decir lo mismo: los padres de clases populares esperan menos de sus hijos, no los animan ni los incentivan en su escolaridad, por lo que estos acaban abandonando sus estudios.

Sin embargo, algunos estudios demuestran que las expectativas parentales dependen del rendimiento escolar filial. Esto significa que cuando los hijos tienen malos resultados, las expectativas de los padres se reducen, pero cuando obtienen buenos resultados, las expectativas aumentan de manera considerable.

En este sentido, cuando los niños son pequeños la mayoría de los padres esperan que lleguen a la universidad. El panorama cambia radicalmente cuando los hijos son mayores, y es que en ese momento muchos padres y madres de clases populares disminuyen sus expectativas y se convencen casi por completo de que sus hijos no acabarán cursando estudios universitarios.

¿Cuáles son las consecuencias del fracaso escolar?

Las tensiones familiares van aumentando a medida que los hijos crecen y acumulan suspensos. Muchos padres prueban diversas estrategias intentando encontrar aquella que haga que sus hijos consigan buenas calificaciones, tales como castigos o premios.

Por otro lado, el fracaso escolar durante la secundaria provoca que muchos padres reduzcan sus relaciones con la escuela, es decir, no acuden tan seguido a hablar con los maestros, ya sea por vergüenza o porque se sienten incómodos. Esto hace que se relacione el fracaso escolar con la despreocupación parental y que se culpabilice a las familias por el mismo.

También hay que tener en cuenta que las ayudas que reciben los alumnos de clases medias y altas fuera de la escuela son mucho mayores que las de las clases populares. Muchos padres deciden recurrir a maestros particulares para que ayuden a entender las lecciones a sus hijos.

No obstante, el desarrollo de Internet ha hecho posible que cada vez más padres y madres puedan reforzar la educación de sus hijos. Hoy en día es muy fácil encontrar un maestro particular para tomar clases en San Luis Potosí, así como en otras ciudades mexicanas.

La desigualdad de recursos, la principal causa del fracaso escolar

El fracaso escolar no se explica por la falta de expectativas, esfuerzo o voluntad de los padres y madres de las clases populares, ya que se ha demostrado que estos se implican en la escolaridad filial en la medida de lo posible. La falta de recursos económicos y culturales es la diferencia básica que existe entre estas familias y las de clases medias.

Sin embargo, muchas políticas insisten en culpabilizar del fracaso escolar a las familias de clases populares. Estas políticas intentan motivarlas para que ayuden a sus hijos o acudan a la escuela en lugar de abordar las enormes consecuencias de la diferencia de recursos económicos y culturales.

Además, muchas escuelas derivan a los padres y a las madres gran parte del trabajo que tendría que llevarse a cabo en ellas. Aquellas familias con recursos económicos y tiempo pueden ayudar a sus hijos contratando a un maestro particular, pero las que desafortunadamente no pueden permitírselo, hacen que aumente la desigualdad entre clases.