Benzema vuelve a salvar el honor del Real Madrid

Del Real Madrid que dominó Europa durante un lustro sólo queda el cascarón. Y Karim Benzema. El delantero francés rescató el 1-1 para el conjunto merengue con un tanto en la segunda parte del encuentro disputado este lunes en Butarque.

El resto simplemente no quiso aparecer; mostrar esas «ganas de terminar bien la temporada» que, más que pregonar, ruega, Zinedine Zidane en cada comparecencia, o las de salvarse de la limpia.

La temporada empieza a hacerse eterna hasta para el entrenador, que no tiene otra cosa que hacer para poner un remedio al mal estado de su equipo que dar salida a los jugadores que ya no tienen más que ofrecer. Y la lista crece cada día. Al Madrid no le sale nada. Cuando lo intenta, que ya ni siquiera es lo habitual. Falla Marcelo, que no acierta ni el pase más simple. Nacho y Varane, que deambulan como autómatas. Fallan Isco y Asensio, perpetuamente intermitentes. A veces hasta Luka Modric, que pierde balones de una forma inimaginable hace apenas seis meses.

En el Madrid quedan a deber hasta los que no juegan de inicio. Lucas Vázquez, que tuvo 20 minutos meramente presenciales o Gareth Bale, que nuevamente fue a la banca para jugar apenas diez minutos, reactivando los rumores de una inevitable marcha.

Fallan todos, menos Benzema. No es casualidad que el francés estuviera involucrado en diez de los últimos 12 goles del equipo merengue; un tanto por la capacidad goleadora y otro tanto por asumir la responsabilidad que no ha querido nadie más.

La ‘motivación’ y energía le duraron al Madrid lo que tardó en llegar la primera parada de Cuéllar. Isco había amenazado con un disparo lejano antes de que se cumplieran diez minutos del encuentro pero el arquero, que juega sus últimos partidos con el Leganés, se lució con la parada de la noche. Casi por reflejo voló para sacar el balón. Ahí se acabó el Madrid. Leganés, fuertemente blindado con cinco hombres en la zaga, empezó a ganar terreno y, poco tiempo después, a probar a Keylor Navas.

La fuerza y convicción con la que la defensa del Leganés guardaba su puerta contrastaba con la dejadez y lentitud de la última línea de Zidane. Era inevitable que la debilidad defensiva del conjunto merengue animara a los pepineros y al poco tiempo, se empezaron a suceder las llegadas.

Un remate de cabeza de Braithwaite debía ponerlos en alerta. Nacho lo seguía de cerca, pero la marca ni siquiera le estorbó. El balón salió desviado de milagro. El Madrid se salvó un par de ocasiones más ante un remate de Eraso y otro de Rubén Pérez. Pero ya no hubo una cuarta.

Cuando la primera parte llegaba a su fin, Jonathan Silva hizo justicia a los pepineros abriendo el marcador con un golazo desde fuera del área.

El disparo fue potente, limpio, bien ejecutado. El balón era imposible de atajar para Keylor, traicionado otra vez por su defensa. El argentino disparó con toda la comodidad, sin un defensa merengue en dos metros a la redonda, después de que Braithwaite ganara en la disputa del balón con tres rivales dentro del área. Fue una suerte para el Madrid que en ese momento sonara el silbatazo que ponía fin a la primera parte, porque el tanto los había hundido más, si es que eso era posible.

Reaccionó el de siempre, ya en el complemento, en un contragolpe. Cuéllar había rechazado el balón después de un remate, pero el balón le cayó al francés, que burló fácilmente a un Pichu tendido en el terreno de juego y marcó a puerta vacía.

A partir de entonces el partido fue puro sufrimiento de Zidane en las bandas, al ver que sus hombres no daban para más, aunque hubiesen decidido mantenerse despiertos.