Christine Lagarde, la directora y gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) visitó hace unos días la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, donde expuso los ámbitos prioritarios de acción para el delicado momento que enfrenta la economía global.
Desde su análisis, el crecimiento ha perdido ímpetu. El FMI había proyectado en enero un crecimiento mundial del 3.5 por ciento para 2019 y 2020, fue señalado como el más bajo pronostico de los últimos años.
Hace dos años, el 75 por ciento de la economía global experimentaba un repunte.
Este año, será un 70 por ciento quien experimentará una desaceleración, causando previsiones de inestabilidad.
La economía mundial se encuentra en un momento delicado, ante las tensiones comerciales, el endurecimiento que toma el rumbo de las finanzas, pronostica una desaceleración del crecimiento.
El ritmo de paciencia que el rubro monetario presenta hoy en día, ha hecho que los mercados financieros perciban estabilidad en conjunto con la normalización monetaria por parte de la Reserva Federal, la cual ha aplazado sus decisiones.
En los acuerdos comerciales, las negociaciones con China, la renegociación del NAFTA promueve tranquilidad comercial, sin embargo, las decisiones políticas cambian de manera drástica su estabilidad.
La distorsión de las condiciones financieras, con un aumento en los flujos de capital hacia los mercados emergentes, ha permitido a las monedas extrajeras fortalecerse frente al dólar.
El crecimiento global se torna precario, ante posibles riesgos como el acuerdo del Brexit, que sin duda el Parlamento Británico coloca su perspectiva en derogar la propuesta de Theresa May.
Ampliar esas incertidumbres políticas, únicamente hacen actuar intranquilos a los mercados financieros.
Para Lagarde hay ámbitos prioritarios de acción, con los cuales intentará enfrentar los errores de las políticas de desarrollo.
En las políticas internas, que intenta hacer más resilientes e inclusivas a las economías, formulado a través de un uso más inteligente de política fiscal.
