Cada día me he enfrentado a muchos conflictos, incluso hoy en día, producto de esa falta de Imagen paterna. Sin embargo, he aprendido que, aunque yo no soy culpable de la vida pasada en mi niñez, si soy responsable de la actitud que tome hoy en día para conmigo, mi padre y mi entorno. Muchos culpamos a todo mundo de todo lo que sucede y jamás tomamos responsabilidad de nada.
La palabra hijo en la biblia de traduce de tres maneras:
Teknon = Hijo = Bebé.
Nephius = Hijo = Adolecente.
Uios = Hijo = Maduro responsable.
Gálatas 4 en la biblia enseña: “De nada difiere el hijo (Teknon) del esclavo mientras es niño, aunque el hijo (Teknon) sea señor de todo…requiere de guardas y albaceas de la herencia”.
Muchos de nosotros incluso en la Iglesia nos consideramos hijos de Dios, pero no podemos participar abiertamente de las delicias de Dios en la vida. Nos mantenemos culpando a todo y a todos de las diferentes circunstancias que vivimos. Nos sabemos herederos del reino, pero Saúl, el llamado rey loco sigue gobernando y atentando contra nuestras vidas. Queremos salir corriendo del palacio, pero Dios no devuelve a seguir tocando el arpa para aliviar el dolor de cabeza del Rey. Ese trato de Dios con nosotros incluso ante los momentos álgidos de la vida es solo con un solo fin, madurar pasar de ser Teknon o Nephius para convertirnos en Uios (hijos maduros y responsables).
De esa manera podemos comenzar a disfrutar la vida de cualquier ángulo. Necesitamos ser procesados, ser formados en su taller a su imagen y semejanza. Mientras prevalezca el comportamiento de teknones y de Nephius, nada sucederá. Dios pondrá a otras personas para ayudar a administrar nuestros dones y talentos. Nos mantendrá en palacio consolando a Saúl y esperando que dejemos de quejarnos y comenzar a actuar. David incluso trato de humillar a Saúl cortando su capa y haciéndole ver que podía cortar su vida en cuanto David quisiera, como haciéndole ver que le estaba haciendo un favor.
Quizás David esperaba de Dios un: “Wow David cuanta humildad para perdonar la vida de tu rival, que orgullo mi niño”. Sin embargo, Dios respaldo aún la locura de Saúl y reprendió la soberbia de David. “Saúl sigue siendo mi ungido David y no tienes derecho de atentar contra él”. David termino saliendo del palacio hacia una montaña, solo, sin ningún seguidor. El terror de los gigantes, el niño prodigio de Israel, estaba por comenzar su proceso de madurez en la soledad de aquella montaña. La fama y las estrellas de aquella batalla apoteótica contra Goliat, estaba solo en los anales de los recuerdos del pueblo. Hoy David era un exiliado político. Sin embargo, David nunca condeno, ni levanto la voz desde ese instante contra Dios o Saúl. Acepto su proceso y se marchó al exilio. Tiempo después saliendo de mañana a la orilla del valle de aquella montaña,
percibió a lo lejos que un grupo de gentes estaba por unírsele. David sonrió pensando que al fin tendría su ejército y la corona estaba a solo algunos minutos de manifestarse. Sin embargo, cuál fue su sorpresa al ver que aquellas gentes eran los Amargados, Enlutados, Endeudados y Locos del
reino. Imagine por un momento la cara de David, esa risa nerviosa tratando de entender el buen sentido del humor de Dios, ante aquella broma.
Igual que cuando acabamos de perder el empleo al siguiente día llegan cinco requerimientos de pago urgente. De aquel día en que le reducen el salario del trabajo y recibe un correo anunciando la llegada de ese amado familiar a pasar una larga temporada en su casa como huésped sin límite de tiempo, el cual obviamente será invitado por usted en todos los gastos.
David sonrió y siguió alabando a Dios más intensamente. Cabe señalar que David era el hijo ilegitimo de Isaí. Sus medios hermanos eran soldaos y guerreros, mientras el solo era un humilde pastorcito de ovejas. Cuando Samuel el profeta convoco a la familia de Isaí, David no fue requerido por su padre en el casting para ocupar el trono de Israel. Fue tras la insistencia y presión de Samuel como fue convocado. David no era lo que se dice orgullo de Papá. Aún y cuando fue ungido y profetizado como el futuro Rey. Nunca obtuvo el reconocimiento de su Padre y sus Hermanos. Mucho del dolor de David en esa montaña era el de sentirse solo, con un Vacío en su vida llamado Papá. Pero David confesaba cada día que Jehová era su Padre y que su fidelidad era mayor que cualquier adversidad. David agradeció a Dios por aquella gente y adoró a Dios.
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