Mundo Maya: Turismo, cooperación y migración

Si algo lamento de que Palenque no haya sido sede del XVII Foro Nacional de Turismo, es que me haya perdido de la oportunidad de moderar una mesa que me hacía una gran ilusión, relacionada con el enfoque social del turismo en nuestro país. En dicha mesa, me proponía yo, junto con los demás participantes, analizar las posibilidades que el turismo tiene de promover el desarrollo en la zona sur-sureste de nuestro país y en los países que conforman lo que se conoce como Mundo Maya, a saber, Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras.

Y lo lamento más a partir de que escuché el mensaje del Presidente de la República, con motivo de sus primeros 100 días de gobierno. López Obrador dijo, en referencia a la ola de migrantes centroamericanos que cruzan territorio de México rumbo a EEUU, que «no estamos a favor del uso de la fuerza para contener la migración sino de atender las causas que la originan, trabajamos para un acuerdo de cooperación con EEUU para el desarrollo».

Agregó que, hay compromisos contraídos por el Gobierno del presidente estadounidense Donald Trump, en virtud de conversaciones con México, que establecen «invertir al menos 2.500 millones de dólares en países vecinos de Centroamérica, y 4.800 millones de dólares en proyectos productivos de nuestro país, sobre todo en el sur-sureste», dijo AMLO.

Igualmente, se refirió a que esos acuerdos se enmarcan en la propuesta de crear «cortinas de desarrollo de sur a norte para convertir la migración en voluntaria y no por la violencia o la falta de perspectivas», prosiguió el presidente.»Nuestro objetivo es trabajar para que los centroamericanos y los mexicanos tengan la posibilidad de ser felices donde nacieron y donde están sus raíces, culturales y familiares», puntualizó.

A mi manera de ver, todo está perfectamente dispuesto para que algunas de esas cortinas de desarrollo puedan ser relacionadas con la puesta en marcha de proyectos turísticos sustentables, generando miles de empleos permanentes, principalmente ocupados por mujeres y jóvenes.

Todo conspira a favor de que esta realidad esté al alcance de la mano de todos los interesados; lo mismo el gobierno de los EUA, que nuestros gobiernos federal y estatales y los gobiernos de los países vecinos, así como otros actores, como son los empresarios y las comunidades indígenas.

Por una parte, es clara la tendencia de la mayoría de los turistas del mundo de buscar experiencias diferentes, relacionadas con la cultura, la gastronomía, la convivencia con comunidades originarias y el disfrute de la naturaleza en su máximo esplendor.

Aspectos todos ellos, presentes en la zona del Mundo Maya. Por la otra, nuestro país requiere diversificar su oferta turística, disponiendo de nuevos productos y opciones turísticas.

En el caso de los EEUU, veo con gran claridad la posibilidad de que las inversiones producto de la cooperación, puedan hacerse para el desarrollo de infraestructura mínima indispensable, para favorecer la conectividad y los servicios públicos necesarios para el turismo, en un esquema similar al utilizado para el desarrollo de Cancún en 1974 (obviamente cuidando no cometer los mismos errores y excesos que se han dado después de eso). Me parece, incluso, que sería muy conveniente involucrar al Banco Interamericano de Desarrollo.

Así mismo, estas inversiones deben complementarse con un esquema para el financiamiento preferencial a empresas privadas y otras desarrolladas por las comunidades de cada región y país, programa para el cual debiera de aprovecharse la enorme y exitosa experiencia de instituciones como FONATUR, BANOBRAS y NAFIN.

Actualmente, cuando pareciera mirarse al pasado en muchos temas, queriendo recrear otros tiempos como lo relacionado con aquella época del desarrollo estabilizador, vale la pena desenterrar los propósitos de lo que John F. Kennedy concibió como la Alianza para el Progreso, para encontrar afortunadas coincidencias con lo que el actual gobierno está promoviendo con los EEUU. Ya en este espacio hemos dedicado una buena cantidad de tinta a insistir en que esa es la única visión que puede funcionar para resolver de fondo el tema de la migración centroamericana (y del sureste mexicano) al país vecino.

Mucho se ha cuestionado al proyecto del Tren Maya. Sin embargo, me parece que, bajo esta visión amplia, de gran calado, el proyecto, siendo escrupulosamente respetuoso del medio ambiente y de las comunidades indígenas, podría resultar más que justificado, favoreciendo la conectividad y movilización del turismo en la región. Por qué no vamos a poder pensar en grande e imaginar un Maharajás Express en la India o Simplon-Orient-Express de Londres a Venecia y París o un Al-Andalus en Andalucía o el Majestic Tren de Luxe de Viena a Croacia o el que viaja a Machu Pichu, por solo mencionar cinco de los más conocidos en el mundo. Si este tren ya es un hecho, pues aprovechemos para crear el mejor producto turístico del mundo en el Mundo Maya.

Ahí está la dolorosa pobreza que aqueja a nuestro país y a los vecinos países de Centroamérica, la cual seguirá expulsando a miles de personas en búsqueda de oportunidades. Intolerable marginación que convive con atractivos que serían la envidia de los países mas poderosos del mundo.

Ahí está también la necesidad de revitalizar nuestra oferta turística y ahí tenemos también a un sector turístico que ha hecho realidad un turismo creciente y competitivo. Y ahí está también un gobierno urgido de demostrar, en los hechos, que el combate a la pobreza es posible, mas allá de las políticas asistenciales. ¿Qué esperamos entonces?

¡Manos a la obra!

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