¡No, no lamento hablarte de esto, al contrario!

Mi querido lector, si te preguntas de donde viene el título de esta colaboración, obedece a que cuando decidí tratar este crudo tema, había pensado iniciar disculpándome con mis leyentes por hacerles pasar un mal rato. Pero en una segunda consideración rectifiqué, pues creo que este tema y otros igual de brutales, los debemos ventilar abiertamente, para que todos tomemos conciencia de ellos y hagamos algo sin dilación alguna.

Cuesta trabajo aceptar que la maldad humana pueda llegar a tal grado y se manifieste tan recurrente y comúnmente. Difícilmente podríamos imaginar una peor forma de vileza que la que analizaremos en el curso de esta colaboración.

Mora Fernández es una chava de esas que, para nuestra fortuna como sociedad, existen. Verdaderas guerreras que han hecho de la lucha por una causa, su sentido y una buena parte de su razón de vivir. La vida tiene en ocasiones extraños caminos para comprometernos con algo, haciendo a veces de la adversidad, el vehículo para concientizarnos y ocuparnos en vez de solo preocuparnos por algo. A mí y a mis hermanos, por ejemplo, el Alzheimer de mi padre nos puso a trabajar ya por casi 25 años en la atención de miles de enfermos y sus familias.

A Morita le fue peor. La desventura de la vida la maltrató cruelmente a una edad muy temprana y la siguió lastimando al paso de los años, hasta que fue capaz de superarlo en una forma admirable. La hermosa y querida Mora es una sobreviviente del abuso sexual infantil, en una forma cuyo patrón lamentablemente se presenta cotidianamente en la sociedad mexicana, llegando a ocupar (México) el primer lugar en abuso sexual y pornografía infantil, según estadísticas de la OCDE y la ONU.

Sus propias palabras, escritas para un número de la revista de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal[1], ilustran claramente el infierno que le tocó vivir Mi nombre es Mora Fernández; fui abusada sexualmente por un tío, hermano de mi papá. Yo tenía cinco años la primera vez que me violó. Lo hizo tantas veces que no puedo contarlas. Los muchos años de terror que me hizo vivir terminaron cuando tenía 13. Le dije “¡No más!”, antes de que –nuevamente– me obligara a beber alcohol, me asfixiara y me violara por última vez. Además de su abuso, también fui víctima de pornografía infantil; me rentaba con amigos en cuartos de hotel”

“Fui una niña con el alma rota. Pero con el tiempo, con terapias y con mucho amor de mis amistades –mi familia elegida– he podido ir reconstruyendo la vida que me arrancaron a los cinco años. He logrado hacer que ese horror se vuelva parte de mi fuerza, esa oscuridad “es parte de ti igual que tu lado luminoso”, como diría el periodista Miguel Cane en su maravilloso artículo titulado “Escucho”.[2] Descubrí que mi voz puede evitar que lo que me pasó a mí les suceda a otros niños y niñas, porque las historias como la mía pueden evitarse si decidimos dejar de simular que no pasa nada. Hay cosas tan horrendas que cuesta trabajo mirar; el abuso sexual infantil es una de ésas, pero existe y no va a desaparecer porque cerremos los ojos. Sólo podremos detenerlo si hacemos el esfuerzo de enfrentarlo”

Su amistad con una de mis hijas nos ha permitido conocer e interesarnos en este doloroso tema, enterándonos de datos que deberían ponernos a todos los pelos de punta. Estadísticas execrables que nos indican, por ejemplo, una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños fueron abusados sexualmente antes de cumplir los 18 años de acuerdo con el Comité de Violencia Sexual de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (2014). Y esto es aún peor cuando tomamos en cuenta a los expertos en el tema quienes aseguran que las estadísticas son más bien 1 de cada 3 niñas y niños por igual; mismo que en un 90% de los casos ¡es infligido por algún familiar o por alguien de confianza, muy cercano a la criatura de que se trate!

La violencia sexual es uno de los delitos menos reportados y en aquellos casos en que el abuso es denunciado, solo un 3% de los responsables terminan en la cárcel. Increíblemente, en una gran mayoría de los casos se acaba culpando a las víctimas, las cuales, en su gran mayoría y desgraciadamente por miedo o vergüenza, jamás se lo cuentan a nadie.

Así es que hemos conocido lo que hace el equipo de Mora en La Casa Mandarina, A.C.[3] organización no gubernamental de la cual es fundadora y directora, y que se dedica a apoyar a víctimas y a crear conciencia sobre la gravedad y urgencia de atender esta bien llamada epidemia silenciosa.

A través de lo que con gran originalidad llaman el “Artivismo” han llevado a cabo temporadas de teatro en las que presentan la obra, ”Secret Survivors México” en la que varias víctimas de abuso sexual infantil narran su propia experiencia. La producción original fue creada en 2011 por Ping Chong + Company, una multipremiada y reconocida compañía de teatro en Nueva York que recibió la Medalla Nacional de Arte 2014 de manos de Barack Obama. Esta es solo una de las formas en que el equipo de Mora, en La Casa Mandarina, están rompiendo el silencio que suele guardarse respecto de casos como éstos, en donde pareciera que ignorarlos es más cómodo que enfrentarlos. Entre otros servicios, el equipo también proporciona atención integral y acompañamiento a víctimas de abuso sexual, así como acciones de prevención e investigación sobre el tema.

Hoy en día, como seguramente a muchos de mis lectores, a mis sesenta y cinco años, la vida me ha bendecido con la oportunidad de disfrutar a mis nietos y de vivir casi cada fin de semana o vacación rodeado de niños, ya sean sobrinos carnales o de cariño, como lo son los nietos de mis amigos o los niños y niñas de los amigos de mis hijos.

Quienes viven esta experiencia entienden a lo que me refiero al mencionar esa infinita ternura que nos inspiran y esa fragilidad e inocencia que los distingue e ilumina. Ese resplandor que a nosotros nos toca cuidar. A aquellos que, como yo, viven esto cotidianamente, a ustedes, mis leales y pacientes lectores, los invito a que nos unamos a esta causa noble y ejemplar para sumar voces a la de Mora y gritar a todo pulmón, como ella ¡Ya Basta!

oespinosavillarreal@gmail.com

twitter @oscarespinosav

www.oev.mx

[1] https://docs.wixstatic.com/ugd/9dfd14_2d641995384045808e3efbb7cf7f930b.pdf

[2] https://www.animalpolitico.com/blogueros-ciudadano-cane/2011/09/02/escucho/

[3] https://www.lacasamandarina.org/