Muere a los 95 años Stewart Adams

  • Alivió el dolor de millones de personas con el ibuprofeno Descubrió esta ‘superaspirina’ pese a que abandonó los estudios en la adolescencia (EL PAÍS 6 de febrero, 2019)

En 1939, cuando millones de adultos se preparaban para la Segunda Guerra Mundial y bajo riesgo de morir, Stewart Adams adolescente desorientado de 16 años, había decidido tirar la toalla y abandonar los estudios. De clase obrera, su padre maquinista de trenes, tenía problemas de visión por lo que había sido degradado en su empleo en March, un centro ferroviario en el este de Inglaterra.

Stewart Adams consiguió su primer trabajo gracias a amigo de la familia, como aprendiz en Boots, cadena local de farmacias y Adams estudió Farmacia en sus ratos libres, se doctoró casi con 30 años y en 1953 recibió la misión de encontrar un antinflamatorio oral más eficaz y seguro que la aspirina, lo que consiguió en 1969, tres décadas después de entrar como aprendiz, con el ibuprofeno. En la actualidad, las tiendas Boots venden una caja de ibuprofeno cada 2,92 segundos.

Adams murió el pasado 30 de enero a los 95 años, lo describen como «un héroe anónimo», es difícil encontrar a personas que hayan aliviado tanto el sufrimiento de la humanidad.

En 1941, los pilotos de la Luftwaffe lanzaron cientos de bombas sobre Nottingham, y destruyeron parte de las instalaciones de investigación de Boots. Cuando Adams comenzó su proyecto en 1953, su laboratorio estaba instalado en el salón de un viejo caserón victoriano fuera de la ciudad. Sólo tenía un ayudante y subsecuentemente se agregó uno más.

El equipo de Adams empezó probando análogos de la aspirina derivados del ácido salicílico, descartaron 200 compuestos, fabricaron 600 variantes de herbicidad. La más prometedora, BTS8402, era 10 veces más potente que la aspirina en el laboratorio y se probó en ensayo clínico con personas con artritis reumatoide, la misma enfermedad que había afectado toda su vida a Jesse Boot, hijo del fundador de la compañía. El experimento fue un fracaso.

El grupo de Adams -tras probar 600 moléculas más en perros y ratas- inició los ensayos clínicos en humanos con otros tres compuestos: BTS10335, BTS10499 y el ibufenac. Los dos primeros provocaban dermatosis, pero el ibufenac parecía seguro y se puso a la venta en 1966 en Reino Unido, pero a los pocos años se retiró por daño hepático en algunas….el cuarto fracaso.

El 19 de diciembre de 1961 «Fui la primera persona que tomó ibuprofeno», explicó Adams en una entrevista para la revista Trends in Pharmacological Sciences en 2012.

Así, el equipo dirigido por Adams estudió 1,500 compuestos en animales y llevó cinco de ellos a experimentos con humanos. Los ensayos clínicos demostraron que el ibuprofeno era efectivo en pacientes con artritis reumatoide, sin grandes efectos secundarios. En 1969, las autoridades británicas aprobaron el fármaco. En 1983, ante el creciente número de indicaciones terapéuticas, el organismo regulador permitió la venta del medicamento sin receta. Habían pasado 30 años desde que Adams asumió su misión.

Hoy, las ventas anuales de ibuprofeno en el mundo alcanzan los 3.000 millones de dólares, según los cálculos de Rainsford. En 1987, aquel hombre que había abandonado los estudios a los 16 años fue nombrado oficial de la Orden del Imperio Británico.

Más sobre depresión (Park LT & Zárate C: N Engl J Med 2019; 380:559-68)
La depresión es problema de Salud, en 2015 es causa lider de discapacidad a nivel Mundial, en los EEUUA se presenta en 30% de las personas en algún momento de la vida y la incidencia de suicidio se asocia a depresión en 50%, que representa en la actualidad la 10ª causa de muerte.

La depresión es problema bioquímico-orgánico, que se asocia a cambios estructurales y funcionales cerebrales; es bimodal, la mayoría se presenta en los 20’s y el segundo pico ocurre en los 50’s de la vida. El trastorno depresivo mayor coexiste con estrés, trauma, angustia, síntomas psicóticos, abuso de substancia y personalidades limítrofes. Además hay múltiples condiciones médicas que se asocian a depresión como anemia, hipotiroidismo, convulsiones, parkinson, deficiencia vitamínicas (como la de B12 y ácido fólico), procesos infecciosos diversos como el HIV, sífilis y enfermedad de Lyme, cánceres, medicamentos varios como aquellos para la presión, los esteroides, hormonales, opioides, antibióticos, marihuana, sedantes, hipnóticos, etc. En otras palabras el diagnóstico de depresión debe de ir acompañado de evaluación integral por parte del médico y frecuentemente deben realizarse conjuntamente exámenes.

¿El fin de las universidades? (Otto Granados en El País, febrero 8, 2019)
Muchos se preguntan si ha llegado el fin de las universidades o, por lo menos, del modelo de provisión de educación superior tras la irrupción de las nuevas tecnologías digitales; es decir, ante el papel de las nuevas tecnologías digitales, la inteligencia artificial, la robótica o el big data en los procesos económicos, industriales y sociales, muchos se preguntan si ha llegado el fin de las universidades o, por lo menos, del modelo de provisión de educación superior con que han operado por siglos. Quizá, diría Mark Twain, esos rumores son meras exageraciones, pero no así; las disfunciones que dicho modelo exhibe en distintas partes del mundo.

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), presentó informe robusto: hizo un llamado a la acción común, que destaca que en promedio, la tasa bruta de matrícula entre la población en edad universitaria (18-22/23 años) en América Latina y el Caribe creció del 17% en 1991 al 42% en 2017 (Banco Mundial, 2017), solo dos puntos porcentuales abajo del promedio OCDE; de continuar estas tendencias, según la evidencia de Martin Trow, todavía habría espacio para llegar al 50%, a partir del cual se considera la práctica universalización de este nivel educativo. Sin embargo, esa notable expansión solo podrá aprovecharse a cabalidad si la educación proporcionada es capaz de adaptarse a las exigencias de la sociedad y economía mucho más sofisticadas y complejas, con gran nivel de calidad, ante lo que la reputación institucional, la flexibilidad y la excelencia de los programas académicos, entre otras cosas, sean de tal pertinencia que, como dice la OEI, permita a los egresados integrarse a exigente mercado de trabajo que «requiere la alta cualificación y adquisición de competencias transversales como el dominio de nuevas tecnologías, capacidad de innovación y de adaptación a esas innovaciones». Ese es el desafío crucial que las universidades deberán afrontar, si quieren ser competitivas.

El sistema de educación superior de México, el más grande y complejo de Iberoamérica, pasó de dos millones de estudiantes en 2001 a 4.5 millones en 2018; la cobertura de educación superior creció del 32% al 38.4% y, podría llegar al 39.4% en 2019. Algunos indicadores sobre empleabilidad de egresados, retornos financieros de la educación y capacidades base, muestran brechas que sugieren que la sola obtención de un título universitario ya no garantiza automáticamente movilidad económica y social relevante. Lo anterior se explica en primer lugar, por el aumento en la esperanza de vida, cercana ya a los 77 años promedio en el país, por lo que la edad de retiro se extenderá años más, lo que, junto con la automatización de ciertos procesos productivos o crisis de pensiones, reduciría la creación de nuevos empleos. En segundo lugar tenemos al crecimiento sostenido de clases medias, que de acuerdo al INEGI fue de 33.8, es decir aumentó de 11.8 a 15.8 millones, lo que aumentó la demanda de educación y, naturalmente, la presión del egreso por empleos. Una tercera tendencia es que la generación, transmisión y adquisición de conocimiento dejaron de ser lentas, escasas y estables: hasta 1900 el conocimiento humano se duplicaba aproximadamente cada siglo; hoy sucede cada 12 meses o antes, lo que introducirá enorme presión en el diseño y la estructura curricular de carreras y especialidades universitarias, pues el conocimiento se rápidamente se puede tornar obsoleto. Y finalmente hay una transición del empleo que hace que, según la OCDE, ocho de cada 10 nuevos puestos se estén creando en campos con componente importante de innovación y de mediano y alto valor agregado, los cuales no necesariamente están siendo proveídos por las universidades tradicionales.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI del tercer trimestre de 2018, la tasa de desocupación desagregada por nivel de instrucción, muestra que el 29% de los desempleados cuenta con estudios superiores, mientras que en el mismo trimestre de 2000 era de 17%, por razones varias que incluye al salario de entrada, el que es poco competitivo, en torno a 270 dólares mensuales según una encuesta reciente.

México tiene un nivel relevante de gasto en educación, que cuando se contrasta con crecimiento, el ingreso de las personas, la productividad laboral, y, en general, la competitividad del país, hay poca evidencia de que la mayor aplicación de recursos a la educación superior haya tenido un efecto significativamente alto.

EL problema es aún más profundo ya que de acuerdo a Times Higher Education, la evaluación que incluye 1250 instituciones, las universidades latinoamericanas mejor situadas, con excepción de seis, lo están en la posición 601 en adelante; en cambio, las 10 mejores asiáticas se ubican entre las posiciones 22 y 95 a escala global.

Tumores pulmonares y microbios en el aire (Jin C et al. Cell 2019; doi.org/10.1016/j.cell.2018.12.040)Respiratory-tract bacteria stimulate immune cells, which encourages tumour cells to multiply.
Bacterias o microrganismos que viven en los pulmones pueden condicionar aumento de tumor al estimular la inflamación, tanto a su presencia como por la abundancia.
Lo anterior, se lleva a efecto a través de estímulos persistentes y repetidos que a su vez, estimulan a los linfocitos T gamma-delta (células T ) tipo de células inmunes que producen interleucina IL-17 que media inflamación y la inhibición de esta citocina, disminuye el crecimiento tumoral.
En otras palabras, el cancer de pulmón se asocia a disbiosis e inflamación, la depleción de la microbiota evita el desarrollo de cáncer con proliferación y activación de células T V 6 +V?1, las que promueven la infiltración de neutrófilos. Bacterias comensales estimulan producción de IL-1 e IL-23 dependientes de Myd88 de las células mieloides que promueven inflamación y proliferación tumoral.

Pocas horas de sueño asociadas a mayor reumatismo (Krause AJ et al. J Neuroscience 2019; doi.org/10.1523/JNEUROSCI.2408-18.2018)
La pérdida de sueño aumenta el dolor, a través de mecanismos cerebrales con procesamaiento alterado del dolor y aún cambios modestos en la calidad del sueño se reflejan en cambios experiencias de dolor, a través de modificaciones de flujo cerebral particularmente de la corteza y otras regiones que incluyen a ínsula y estrato

Metabolismo de colesterol regula osteoartritis (Choi WS et al. Nature 2019; doi.org/10.1038/s41586-019-0920-1)
La osteoarthritis es la enfermedad osteoarticular más común, aunque primariamente implica las alteraciones bioquímicas, fenestraciones o microfracturas del cartílago, se suman en su presentación diversos procesos, como crecimiento óseo (proteínas morfogénicas del hueso que incluyen al TGF osteoprotegerina y factor insulinoide 1, con traducción en formación de osteofitos), así como a proteasas e inflamación con células y citocinas, lo que hacen que culmine el proceso en la pérdida del cartílago.
Varios tipos de hidroxilasas de colesterol en tejidos extrahepáticos, convierten colesterol en oxisteroles, los que regulan procesos biológicos diversos. Los autores demuestran que el eje CH25H-CYP7B1-RORa del metabolismo de colesterol es regulador catabólico de condrocitos y promueve osteoartritis. La sobre-expresión de CH25H o CYP7B1 con adenovirus, promueve la osteoartritis mientras que el bloqueo evitan la enfermedad. Receptores alfa huérfanos (ROR ) relacionados con ácido retinoico puede resultar en caminos terapéuticos para el padecimiento.