El regreso de Caín Velásquez

Las noches de los lunes son algo grande en la casa de la familia Velásquez.
En las noches de los lunes, no hay piedad y nadie hace equipos. Todos se defienden a sí mismos y no hay premio al segundo puesto.
El mundo gira en torno a una cosa y sólo una cosa: el reality The Bachelor. Antes del inicio de cada temporada, Caín Velásquez, su esposa Michelle y un grupo de amigos intentan predecir cuál concursante llegará al final. Un poster inmaculado en la sala familiar sirve para mantener registro de los resultados semanales.
Velásquez, de 36 años, no puede evitar iluminarse de orgullo mientras discute sobre sus favoritos en la actual temporada quienes, por cierto, no han sido eliminados luego de cinco semanas desde el inicio de la serie.
«Realmente, soy el mejor en esto», afirma.
Muchos se han preguntado dónde ha estado el excampeón de los pesos pesados de la UFC durante los dos últimos años. La respuesta se ubica justamente aquí. En su hogar. El padre de dos (o tres, si contamos a su bulldog francés llamado Chanel) ha estado entrenando al equipo de fútbol juvenil de su hija y cambiando los pañales de su hijo menor. Su único empleo desde 2017, en sus propias palabras, ha sido el de «construir un hogar» para su familia.
Si se le pregunta directamente cuándo se sintió más feliz (durante los dos últimos años, o aquellos que pasó dominando la división de los pesos completos), inmediatamente contestará que han sido aquellos que ha pasado «en el hogar». También confesará haber considerado la idea de no volver a pelear. Luego de haber sometido a su cuerpo a años completos de abuso en la jaula y el gimnasio, la idea del retiro pasó por su mente.
Sin embargo, Velásquez debía regresar. Porque así lo quiso, cierto, pero las razones van más allá. Velásquez debió volver porque aún no ha alcanzado su potencial completo. No sólo podría ser el mejor púgil del mundo en la categoría de los pesos pesados nuevamente, podría ser el púgil más grande de la categoría de los pesos completos que el mundo jamás haya visto.
«Lo que he hecho en el pasado no es suficientemente bueno», expresó Velásquez. «Soy capaz de conseguir más. Siempre he sido capaz de conseguir más, pero, considerando mis circunstancias, no he podido demostrarlo. Ahora, puedo hacerlo. Sigo siendo capaz de hacerlo. Tengo mucho que demostrar».
Velásquez (14-2) se enfrentará al exretador por el título Francis Ngannou (12-3) en la UFC Fight Night del domingo en Phoenix. Será su primera aparición en el octágono en 31 meses.
Se suponía que Velásquez pelearía contra Fabricio Werdum en la UFC 207 a finales de 2016; sin embargo, la Comisión Atlética del Estado de Nevada negó a Velásquez la licencia tras admitir que sufría dolor de espalda durante una entrevista transmitida por ESPN previa a la pelea.
Hoy en día, Velásquez persiste en afirmar que se encontraba con suficiente salud para pelear en la UFC 2017. Independientemente de ello, la decisión por parte de la Comisión de negarle la licencia marcó el inicio de un receso extenso y autoimpuesto. Se sometió a una cirugía en su espalda a principios de 2017 y cuando Michelle reveló su embarazo del que sería su segundo hijo ese mismo año, Velásquez se comprometió en asumir el rol de papá dentro de casa.
«El plan consistía en tener la cirugía y volver tan pronto como fuera posible», expresó Velásquez. «Sin embargo, una vez que cumplí con eso, mi esposa quedó embarazada… era el momento perfecto para alejarme. Hubo controversia con respecto a lo sucedido (en la UFC 207) y era el momento de dar un paso atrás y tomarme algo de tiempo».
Esa decisión (de desacelerar el ritmo) iba contra todo lo que había definido a Velásquez hasta ese momento. Toda su carrera, sin mencionar su estilo, se ha basado en su incesante trabajo.