Diablillos nocturnos

Por: El Torero Giovanni Aloi

Hoy por la madrugada durante un sueño profundo y estólido, poco a poco fui sustraído del mismo por una serie de golpeteos, pasos, voces y alaridos a modo de una estampida de búfalos correteados por feroces cazadores dispuestos a todo. Mi confuso juicio a esas horrendas horas, me sugería que este atroz desbarajuste provenía probablemente de algún vecino.

Poco después, ya mas en mis cinco sentidos, confirmé que en efecto todo ello provenía del avecinado de la planta superior. Opté entonces por abandonar mis cándidas sábanas y dirigirme a darle una visita al cercano residente, para tratar de entender y en dado caso amainar el estado de rebeldía o anarquía en el cual se encontraba la vecina dependencia. Antes de ello y procurando por el sueño de mi hijos, me dirigí hacia sus aposentos y efectivamente estaban de igual manera alertas y desconcertados por el tumulto antes descrito. Les pedí calma y procedí a hacer mis averiguaciones.
Mas tarde me enteré que alrededor de las 05:00 AM, habían llegado de Europa los venerados vecinos del piso de arriba acompañados de sus 3 «hijitos» (por cierto de raza oriental). Era evidente que los 3 pueriles y beligerantes retoños optaron por celebrar su redención (después de verse desprovistos de su libertad durante 13 horas de vuelo), arremetiendo contra toda materia, masa, material o seres vivos que se pusieran a su enardecido alcance. Desconozco el motivo, pero estos ataques tuvieron gran parte, como objetivo, el piso de su seguramente ya maltrecho hogar y en consecuencia mi techumbre.
Al presentarme tímidamente y atildado de la mejor manera posible (dadas la horas) a tocar el timbre de este amotinado lugar, tuvo a bien abrirme la puerta y recibirme uno de estos pequeños apaches, asido de una especie de arma blanca similar al hacha de un carnicero. A los pocos segundos, se apersonaron 2 más de ellos, de diminutas dimensiones similares al primero y de género incierto. Tuve que «tragar vidrio» literalmente por unos instantes mientras recorría con la mirada sus mefistofélicos rostros y sus ya raídas prendas como resultado de la reyerta; analizaba también los perfiles de estos que estaban perfecta e igualmente cortados a manera de gárgolas. Presentaban una mirada torva y sanguinaria que me atravesó hasta la médula, como si estuviera yo hecho de mantequilla.
Al poco tiempo (el cual me pareció un eternidad), se presentó un cuarto personaje, varón y de más edad, que resultó ser el progenitor de la maléfica e inhumana tercia. Ante la poca luz que ofrecía el zaguán, este último allegado también proponía un escorzo de ultratumba, quien no habría hecho feo papel como portero del mismísimo infierno.
Inicialmente me atravesó también con una mirada de carácter del más allá, pero logré de alguna manera persuadir su diabólica esencia a través de mucha habilidad y valor. Acto seguido, este Luzbélico individuo tomó mi parte y comenzó a azuzar de fea manera en contra de los 3 pequeños caimanes, quienes mientras estaban bajo fuego intenso por las acometidas del padre, me dirigieron al uníso-no una última mirada que prometía venganza a corto plazo.
Más tarde, alrededor de las 07:00 AM el departamento del vecino sugería un silencio inquietante, como si este me precaviera consecuencias sombrías por mi osada acción. Los tres pequeños Belcebús, no estaban dispuestos a dejarla pasar tan fácil.
Lo que temo ahora, es coincidir con la princesa de las tinieblas (la progenitora de los garfios). Si bien el padre presentaba un áspero perfil, también se le adivinaban maneras de carácter doméstico. Seguramente estaba ejerciendo funciones guardianas a los pequeños azotes, mientras que la consorte descansaba con escalofriante serenidad en medio de un estruendo que podría recordar el abordaje de una galera turca durante el siglo XVI en medio de fuego cruzado.

CONTINUARÁ…