Kiyoto Ota recrea atmósferas uterinas por la fragilidad del ser

El escultor Kiyoto Ota (Sasebo, Nagasaki, 1948) renace a diario a través de sus úteros tridimensionales realizados con diferentes tipos de madera. El nido (cedro rojo), Arco envuelto (pino), Océano primitivo (eucalipto rojo con plomo), Viento, Nave úteruz y Úteruz de pino son algunas de las esculturas que Ota exhibe como parte de Interiores,exhibición montada en Galería 526, espacio expositivo del Seminario de Cultura Mexicana. Las cinco piezas restantes, realizadas en hierro (colado y fundido), anteriores a su trabajo en madera, yacen en el jardín exterior del recinto.

En el caso de la escultura en hierro colado y fundido, Ota la ve como un recipiente para guardar energía, situación que el espectador intuye o imagina, mientras en la de madera ensamblada puede entrar en ella y sentir la atmósfera del interior directamente. Por eso la muestra se llama Interiores y la serie Úteruz.

De acuerdo con Ota, al introducirse en unas de sus esculturas la persona siente tranquilidad, por el aroma de la madera y la luz que entra por los huecos. Estas esculturas tienen forma esférica, curvitas más suaves como úteros de mujeres donde estamos de bebés. Así lo imaginé para que las personas sientan esa atmósfera de úteros, expresa en entrevista el artista de origen japonés con 47 años de vivir y trabajar en México.

–¿Úteruz es una respuesta al ser humano que se siente desprotegido?

–Exactamente, en relación con la naturaleza. Úteruz son bosques. Cuando caminamos dentro de un bosque, la luz del sol penetra por las ramas de los árboles lo que da una sensación parecida. Con el aroma de madera se genera una atmósfera que nos tranquiliza.

Nave úteruz es una escultura que cuelga del techo y representa a la tierra que viaja por el universo como un útero. El nido protege y da seguridad. Para fines de la entrevista Ota se introdujo en la pieza Útero de pino. La obra Viento comprende varios ventiladores que hacen circular el aire a través de ella.

Ota, profesor de talla en piedra de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México desde 1983, dice que cuando empezó a hacer escultura le gustaba mucho la obra de Constantin Brancusi e Izamu Noguchi, que es volumétrica, porque sentía una energía interior. Desde allí nació su interés por el interior de las obras. Sus esculturas en hierro colado y fundido no son macizas, entonces sintió que eran una recipiente para guardar energía.  –¿De dónde procede esta energía?

–Tal vez de nuestra imaginación; sin embargo, las personas que ven mi escultura pueden sentir o intuir que guarda algo; también por su carácter exterior, es decir, la textura o también la materia con fierro.

–¿Sería la energía de la tierra o la suya?

–Hay varias energías, depende de las cosas. En mi caso hay que ver la relación con la naturaleza. Una escultura cuya mitad es esférica significa que abajo está hueca. Entonces, en el caso de las que están en el jardín la energía proviene de la tierra.

Respecto de la escultura que se hace en la actualidad, Ota siente que ya no hay delimitaciones. Prefiere llamarla obra tridimensional, un término más amplio: Antes la escultura era de bronce, madera, piedra, y la mayoría era volumétrica. Ahora hay más amplitud. Por eso no sólo hago escultura volumétrica, sino también con la colaboración de máquinas u otras herramientas. Está bien porque hay muchas posibilidades para obras tridimensionales. Lo tradicional se limita mucho.

La exposición Kiyoto Ota: interiores se exhibe desde el pasado 2 de febrero en el Seminario de Cultura Mexicana (avenida Presidente Masaryk 526, colonia Polanco).