El Atlético de Madrid se impone ante Huesca

El Atlético firmó tres goles de jugada sin que ninguno de ellos correspondiera a Griezmann. Conviene reseñarlo desde ya, porque no es habitual. De hecho en los tres hubo detalles magníficos de fútbol: en el primero, el pase filtrado de Lemar para que Koke buscara con el retrovisor a Lucas; en el segundo, la volea de Arias apareciendo donde sólo podía detectarlo el periscopio de Antoine (que sin marcar estuvo en casi todas); en el tercero, por fin, la prolongación de Lemar y el servicio de Lucas desde la izquierda…
Dejó el equipo rojiblanco en Huesca una victoria solvente. Ante un rival ingenuo, sí, pero no peor que otros que este curso se le venían atascando. De hecho la escuadra local dibujó un cuarto de hora para la ilusión, en el que tuvo hasta tres para abrir el marcador.
Dos de ellas, además, especialmente claras.
Una chilena de Pulido acabó en el poste y un mano a mano del Cucho acabó donde suelen acabar para los delanteros los litigios que mantienen con Oblak: en la nada. Porque, sí, el Atlético ganó fácil… pero cuando andaba empatado echó una vez más mano de su meta. Gallego imponía en su estreno, de hecho se estaba haciendo un llavero con Godín y Giménez hasta que los uruguayos fijaron su marca. Por las buenas o por las malas, aunque en las malas tampoco se arrugó. La irrupción del goleador en la máxima categoría es uno de los brotes verdes que deja el partido para Francisco.
Atendiendo de nuevo al Atlético, resulta que la plantilla más corta de Primera es la plantilla más golpeada por las lesiones de Primera. La combinación se antoja letal y remite directamente a la planificación deportiva, por un lado, y a la preparación física, por otro, más allá de que sus cabezas visibles se antojen intocables. Por ejemplo para Simeone, que en todo caso tira con lo que tiene.
Entre lo uno y lo otro, en fin, el Atlético se plantó en Huesca con 13 efectivos del primer equipo, dos de ellos porteros. Juanfran ocupaba el banquillo rodeado de imberbes y no había otra que jugársela con buena parte de los que el miércoles salieron golpeados de la eliminación copera por lo físico y por lo anímico. De tripas, corazón. Coraje y corazón, para ser más concretos.Correa plantó a Lemar ante Santamaría en la primera que tuvo el Atlético, pero el francés hizo todo lo posible por estrellarse con el portero.
Lo consiguió, de hecho, en jugada que seguramente dividiría a la hinchada rojiblanca, la mitad en su padre y la mitad en su madre, pero que en todo caso no resultaba suficiente para esquivar la certidumbre de que por entonces venía siendo lo más potable de la escuadra rojiblanca. De hecho hizo el quite del perdón poco después, dibujando el fútbol en la jugada que, sobre la media hora, puso en marcha el marcador. En lo que se concreta o no lo de Alemania, Lucas hace goles en España. Algo es algo. Ya había buscado Correa el segundo en la reanudación, pero fue Arias el que lo encontró con un disparo fantástico para coronar la mejoría evidente del colombiano las últimas semanas Al Huesca se le fueron ahí buena parte de sus opciones, porque con desventaja mínima podía flirtear con el previsible bajón del rival en el tramo final, pero con dos goles de distancia se le hacía un mundo lo de regresar al partido. Intentó rehacerse con cierto peligro, sobre todo en los saques de esquina.
Movió de hecho el banquillo por si caía algo, primero Ávila, después Gallar, por último el recién llegado Yangel, pero lo que cayó, justo después de la última sustitución y justo antes de la primera del Atlético, fue el tercero y definitivo: Griezmann ganó por alto a Insua, mire usted, y Koke aprovechó la pelota despedida por el larguero. Sí, Koke. El de los 400 partidos a los 27 años. Fue lo último que hizo antes de a su vez abandonar el partido… para que entrara Mollejo. El Cholo se dio ahí el gustazo que la tensión de otros partidos impide, el de introducir tres canteranos sobre la marcha. Montero y Joaquín también estaban sobre el césped cuando el colegiado decretó el final de un partido que, perdonen la contradicción, había finalizado mucho antes. La bruma seguía cayendo sobre El Alcoraz, pero el Atlético había puesto las luces antiniebla. De momento sigue circulando.