“Al gobierno actual le doy todos los beneficios de la duda”: Ignacio Solares

  • El narrador reúne en Novelas históricas (FCE) siete de sus obras y una colección de cuentos porque le gusta escribir del pasado, tomar distancia.

Ignacio Solares cumplirá el próximo mar
tes 74 años de vida, llega a esa edad con
una nueva obra: Novelas históricas (Fondo de Cultura Económica), un volumen que congrega tres décadas dedicadas a un género en el que es maestro, la novela histórica. El pasado de México es su territorio narrativo, lo insólito es su obsesión; y la “realidad real”, un universo que no le interesa porque requiere la distancia del tiempo.

El narrador, dramaturgoescribe del pasado de México y siempre ejerce su literatura desde la sorpresa, desde lo insólito, desde lo que no es común, desde lo misterioso. “Diría que mi mayor obsesión como historiador y como investigador es lo misterioso. Lo misterioso para mí es fundamental. Por eso a veces necesito distancia para juzgar un hecho”, afirma.Eso queda claro en las siete novelas y la colección de cuentos que se reúnen en el libro editado por el Fondo de Cultura Económica, donde ha abordado distintos episodios de nuestro país.

Sus intereses han ido desde la colonización española, en Nen, la inútil (1994), pasando por la invasión yanqui en La invasión (2005), pero sobre todo ha puesto un gran énfasis en la Revolución y sus caudillos, con libros como Madero, el otro (1989), La noche de Ángeles (1991), Columbus (1996), Ficciones de la Revolución Mexicana (cuentos) (2009), Un sueño de Bernardo Reyes (2013), hasta llegar a las sesiones espiritistas de Plutarco Elías Calles en El Jefe Máximo (2011).

Ignacio Solares (Ciudad Juárez, 1945) habla poco del México de hoy: “Yo a este gobierno actual todavía no lo puedo juzgar, le doy todos los beneficios de la duda pero estoy a la expectativa, todavía no puedo hacer un juicio, no me atrevería, el hecho de que se inspire en personajes como los que menciona él (AMLO), pues me parece que es una forma de querer implantar un gobierno de trascendencia, y los anteriores no se planteaban modelos de trascendencia, simplemente gobernaban y gobernaban de una manera absoluta”, asegura.

En entrevista, el ganador del Premio Xavier Villaurrutia en 1999, del Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2008 y del Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura en 2010, habla de sus pasiones por los momentos insólitos y misteriosos, de sus obsesiones por la historia de México, de su creencia en la inspiración y de nuestro país, al que ha tratado de revelar a través de su narrativa.

¿Siempre está México como fuente de su literatura? Sí, aunque soy muy especial porque no cualquier cosa me interesa; me han invitado a escribir sobre Porfirio Díaz, sobre Benito Juárez, y no me inspiran, no les encuentro su lado mágico; por ejemplo, Calles me fascina porque después de desatar la guerra más absurda que conozca este país, con más de 90 mil muertos, después de que manda a matar al padre Pro porque él dice en una carta (que obtuve en los archivos de Calles), que por las noches a solas en su estudio ha empezado a ver fantasmas… Cuando leí eso, me pregunté si no habrá visto al padre Pro, al que mandó a fusilar en el centro de la Ciudad, convocando a la prensa y con el mayor número de gente de policía.

Quiso matarlo como una lección para el México fanático que, decía, por eso no progresa. De momentos así está llena la historia de México, de personajes que son fascinantes, no todos pero hay hechos que son los que me incitan a escribir. Otro personaje que me fascina es Álvaro Obregón. Es verdaderamente insólito, tenía la memoria más prodigiosa que te puedas imaginar, tenía 47 años cuando murió, yo hago la ficción de ¿qué hubiera pasado si no lo mata el padre Pro?, se hubiera seguido reeligiendo y podía haber sido partícipe del 68, porque no se tentaba el corazón para mandar a acabar con todo.

Escribe sobre el pasado, pero trabaja desde el presente, ¿se cuela la realidad? No me he metido en la novela del narco y de la violencia porque creo que está saturándose el mercado, es una moda, pero es importante porque hay muy buenas novelas y muy buenos escritores jóvenes, por ejemplo, Vicente Alfonso es un gran escritor, Martín Solares y Geney Beltrán son grandes escritores; en fin, hay escritores ahorita buenísimos y la literatura mexicana sigue enriqueciéndose. ¿Pero usted se niega a hablar del presente? Si hablas del presente tienes que tocar el narco y tienes que tocar la violencia, hablar de personajes más siniestros, digamos que para mí no ha sido algo que me inspire, que tenga ese sentido mágico. Me es muy difícil escribir sobre lo que no se me antoja, por eso no tengo ni horarios ni nada y por eso paso largo tiempo sin escribir nada. Cuando estas novelas se reunieron dije “¡qué barbaridad!, ¿yo escribí todo eso?, ¿a qué horas si a mí lo que me encanta es leer, ver películas?”