Clemson asegura su tercer título nacional

A veces, en una sucesión de capítulos en torno a la misma historia, el público se cansa y pide otra cosa.

Pero en ocasiones extraordinarias, la audiencia pide más.

Cuéntenme entre aquellos que quisieran ver un quinto capítulo entre Alabama y Clemson para definir al campeón de la temporada del 2019, especialmente con los quarterbacks Tua Tagovailoa y Trevor Lawrence como los protagonistas principales.

Sé que estaré entre la minoría.

En términos generales, la mayoría de comentarios que han hecho son en el sentido de querer ver a otros equipos disputando el título universitario, particularmente dirigidos hacia Alabama.

Si se trata de encontrar al mejor equipo de una temporada, ¿por qué no incluir a la que podría convertirse en la dinastía más dominante de todos los tiempos, Alabama? Y en el mismo sentido, ¿por qué no incluir al equipo espejo del Tide y único entre los 129 programas restantes del FBS capaz, no solamente de superarlos, sino de dominarlos con una actuación perfecta, Clemson?

El dominio de los Tigers sobre el Tide fue al mismo tiempo inesperado como abrumador.

Si queremos a los mejores, Alabama y Clemson son los mejores, y el resto sigue muy lejos.

Al inicio de la temporada, la narrativa parecía ser la siguiente: Alabama era el claro favorito para llevarse el título, con Clemson como el único retador serio con posibilidades de arruinar su marcha hacia otro título.

Resulta que la narrativa era correcta. Por la mayor parte de la campaña, Alabama fue el equipo a vencer, con Clemson alzándose como el único programa que mostró consistentemente la capacidad de superar al Tide en un juego decisivo.

Programas como Notre Dame, Oklahoma, Georgia y el resto no lo hicieron mal, pero si somos sinceros, están lejos de construir aquello que Alabama y Clemson tienen en este momento. Con la excepción –quizás– de Ohio State, ningún otro programa se aproxima al nivel de talento que ha pasado por las filas del Tide y los Tigers en los últimos seis a ocho años.

De Lawrence, ya conocíamos su habilidad excepcional, pero no estábamos seguros de cómo reaccionaría en una situación de tanta presión, y ante un rival defensivo como nunca había enfrentado. Para un chico que apenas hace un año estaba jugado para su preparatoria, respondió de manera admirable. Lawrence completó 20 pases de 32 intentos para 347 yardas con tres touchdowns y cero intercepciones. Mostró una presencia envidiable en el bolsillo, y soportó el castigo cuando debió hacerlo, cada vez que los defensivos de ‘Bama lograban superar una protección de pase que, la verdad sea dicha, fue bastante buena durante la mayor parte de la velada.

Del corredor Travis Etienne, confirmamos una evolución notoria con respecto al duelo del año pasado, pasando de ser un corredor que basaba su juego en velocidad pura, a conseguir sobresalientes acarreos con base a poder, moviendo a los defensivos del Tide, como ocurrió en la primera de sus tres anotaciones del partido. Con sus 14 acarreos para 82 yardas y dos touchowns por tierra, acompañados por una recepción para 5 yardas y un tercer touchdown, Etienne cumplió su promesa de mejorar significativamente lo mostrado el año pasado ante el Tide.

De los receptores de Clemson, vimos lo mismo que vimos en predecesores del calibre de Sammy Watkins, DeAndre Hopkins, Martavis Bryant y Mike Williams, es decir, una capacidad de hacer jugadas explosivas en cualquier parte del campo y ante cualquier cobertura.