Descontaminar el océano ahora es posible

No hace mucho tiempo atrás, cuando se abordaba el tema de la acumulación de desechos plásticos en el océano, lo único que se creía que el Hombre era capaz de hacer al respecto, era controlar que este fenómeno no se expandiera. Esto mismo, a su vez, era visto con gran escepticismo, ya que todos los diagnósticos apuntaban a que esta situación continuaría creciendo ilimitadamente.

Sin embargo, hoy en día, gracias al proyecto de la Fundación The Ocean Cleanup, descontaminar el océano no solo es algo factible, sino que es una iniciativa que ya se ha puesto en marcha.

El 8 de septiembre pasado, se lanzó la primera fase de un megaproyecto: drenar el plástico de lo que se conoce como “la isla de basura del Pacifico”, la mayor de cinco grandes concentraciones de desechos que se encuentran presentes en todos los océanos de la Tierra.

Se estima que su superficie posee una extensión de entre 700 000 km² y 15 000 000 km² y está compuesta por aproximadamente 100 millones de toneladas de basura, acumulada durante décadas (en su interior se han encontrado objetos fabricados durante los años 50).

The Ocean Cleanup es una organización sin fines de lucro fundada en 2013 por Boyan Slat, un joven emprendedor holandés que en ese entonces tenía tan solo 18 años de edad. Para 2018, había logrado recaudar la suma de 31.5 millones de dólares en donaciones, gracias al aporte de personalidades como los hermanos Benioff, la Fundación Julius Baer y el inversor de Silicon Valley Peter Thiel.

Según informes de la organización, se estima que en un plazo de cinco años, habrán logrado limpiar el 50% de los desechos de la isla de basura del Pacífico, y que para 2050, se podría completar la limpieza total de las aguas oceánicas. En 2017 The Ocean Cleanup dio a conocer el método que utilizaría para llevar a cabo el proyecto. En lugar de utilizar un sistema masivo de limpieza, que costaría miles de millones de dólares y llevaría otros miles de años completarlo, utilizarían una escuadrilla de pequeños sistemas flotantes semicirculares de 600 metros de longitud.

Estos dispositivos serían depositados en determinada latitud de las aguas del Pacifico, donde comenzarían a actuar inmediatamente, impulsados por la fuerza de las mismas corrientes que generan el movimiento del plástico. Por este motivo, ambas estructuras estarían en permanente contacto.

Para lograr que este sistema funcione y se pueda capturar el plástico, es fundamental que exista una diferencia de velocidad entre el movimiento de los desechos y la del sistema flotante. Esta diferencia se obtiene a partir de la fuerza de la deriva, la cual genera que el sistema se mueva a mayor velocidad que el plástico, permitiendo su recolección.

El impacto de la acumulación de plástico sobre la vida marina es devastador. Muchos de estos residuos acaban en el estómago de las aves que los confunden con alimento, y su sobreingesta es causa de muerte frecuente en las tortugas marinas. Asimismo, las partículas de plástico se asemejan al zooplancton que consumen las medusas, que eventualmente ingieren los peces de los cuales nos alimentamos nosotros.

Sin embargo, el mayor factor de peligro respecto a la acumulación de desechos, es lo que se conoce como la “fotodegradación de los plásticos”, un proceso mediante el cual, con el paso del tiempo este material va quebrándose y fragmentándose en unidades cada vez más pequeñas, hasta alcanzar una escala molecular. Si esto sucede, en determinado momento, este micro material se volverá parte de la cadena alimenticia, perjudicando no unicamente a las especies marinas que lo consumirían por equivocación, sino que podrían acabar en el agua que los humanos bebemos.

Estos residuos además, traen otro tipo de contaminantes como los befenilos policlorados (PCB) y el hidrocarburo aromático policíclico (HAP), que generan problemas hormonales en los animales. Por otro lado, el plástico marino también facilita la propagación de especies, que se adhieren a este material y acaban viajando miles de kilómetros, colonizando otros ecosistemas y volviéndose una amenaza para las especies locales.

Asimismo, por debajo del material flotante, se encuentra desplegada una pantalla de tres metros de profundidad, en cuyo centro, una enorme plataforma cilíndrica acumularía los desechos, que serán recogidos cada 45 días.

Según lo estimado, podría acumularse una cantidad de 3000 metros cúbicos de plástico, lo que sería equivalente a una piscina olímpica repleta de este material. Los objetos más voluminosos serán trasladados a través de una cinta transportadora hacia una trituradora alimentada por energía solar.

El dispositivo está diseñado de tal manera que, en caso de producirse un cambio en la dirección del viento, el sistema pueda autoregularse para que no suceda lo mismo, y esto es lo permite que el plástico capturado no pueda escapar.