«En México estamos superados por la violencia»: Antonio Turok

Las primeras imágenes del alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el primer retrato de un Subcomandante Marcos dubitativo fueron capturadas por la cámara de Antonio Turok, el fotógrafo mexicano que a lo largo de más de cuatro décadas ha hecho el registro de los conflictos, la violencia, las guerras civiles, las protestas y la caída de las Torres Gemelas, aquel 11 de septiembre de 2001, pero también las fiestas, los ritos y la alegría de la vida.

El fotoperiodista nacido en 1955, en la Ciudad de México, que fue corresponsal de guerra en Nicaragua, El Salvador yGuatemala; vivió 25 años en Chiapas y fue el primero captar, hace 25 años, el alzamiento zapatista aquel amanecer del 1 de enero de 1994. Antonio Turok, es el mismo fotógrafo que cubrió el movimiento magisterial y popular de la APPO en Oaxaca, las celebraciones durante la gestión de Barack Obama y las protestas con la llegada de la erade Donald Trump.

Antonio Turok lleva más de 40 años registrando momentos de la historia reciente de México, pero también ha registrado episodios de Estados Unidos y Centroamérica. Sus andares periodísticos han sido reunidos “La fiesta y la Rebelión”(Ediciones Era), un libro que congrega alrededor de 100 imágenes del archivo de Turuk que supera los 60 mil negativos, así como textos sobre su obra escritos por David Huerta, Blanche Petrich, Juan Villoro, Coral Bracho, Eduardo Vázquez Martín, María Cortina y Ana Emilia Felker.

Es Felker quien describe los primeros días del levantamiento zapatista, y sobre todo aquella mítica foto del Subcomandante Marcos, tomada por Turok con su cámara Leica, el 2 de febrero de 1994, un mes después del alzamiento. Una imagen emblemática del fotógrafo que asegura que su libro es de carácter humanístico. “He visto barbaridades de un lado y de otro, prefiero pensar que lo que estoy haciendo es un registro… La idea es humanizar los acontecimientos, que los jóvenes que tengan acceso a este libro se sensibilicen sobre el sentido del ser humano”.

«Mi pregunta es si hemos aprendido algo de la historia. Pareciera que para este libro las fotos fueron tomadas hoy.  Es terrible, lo importante recordar que aunque nos esté doliendo el alma hay que registrar. Es un libro lleno de historia, pero también de poesía, de literatura. Pocos libros de foto combinan literatura con imágenes, para mí ese fue uno de los retos, tratar juntar diciplinas: hay ensayo, poesía, crónica y una serie de fotos tomadas en las circunstancias más extrañas.  Como ir a Nueva York y encontrarte que se están cayendo las Torres Gemelas, esa¿ es suerte».  ¿Es suerte estar en el momento? «Sí y no, yo estaba en Nueva York por otras razones, aunque muchos que ven mis fotos creen que yo orquesto varias de estas imágenes —como si yo tumbé las Torres Gemelas—. Era curiosidad.

 La mayoría de los neoyorkinos querían salir de la isla y yo estaba viendo cómo me podía meter; lo mismo que cuando la entrada de los zapatistas, en vez de haber dicho: ‘Esto no es mi tema’, yo me fui por mis cámaras y a las 5:45 de la mañana ya estaba adentro tomando fotos. Entonces la suerte es relativo, hay que estar preparados».

«Siempre hemos vivido en un mundo difícil, en un mundo violento, pero como me decía mi maestro Manuel Álvarez Bravo: ‘Aunque te encuentres con un obrero en huelga asesinado o un combatiente hay que hacer la imagen con poesía, hay que hacerlo con belleza’.

Tuve la fortuna de tener un maestro como él. Yo simplemente soy una especie de esponja. A diferencia de otros medios como la pintura, la escultura, el fotógrafo registra su época, y sí yo vi violencia es porque estaba rodeado de violencia, pero hoy está más violento el mundo que cuando yo tomé esas fotos. «Poco conocemos de un México tan violento como el de los últimos 12 años, estamos superados por la violencia. Si no lo podemos contener por lo menos lo podemos cuestionar.

Podemos decir: ‘No hemos resuelto los problemas esenciales de la sociedad’. Decir cuales son los pendientes en cuestiones de derechos humanos, en cuestiones de por qué la gente se agota, dice ya basta y decide tomar el último recurso que es armarse e irse a protestar. Tal vez esa es la fuerza motor que me lleva a documentar por qué los seres humanos podemos ser tan hábiles unos contra otros. La religión nos dice que debemos tener amor, pero nada más nos confesamos y salimos a matar».