Pastorcitos, belenes vivientes, mercados… Barcelona se viste de Navidad

Se representó por primera vez el 24 de diciembre de 1962 y cincuenta y seis después, los vecinos de Corbera de Llobregat siguen presentando en el mismo marco natural: la Peña del Cuervo, el belén (que aquí llaman pesebre) más antiguo de Barcelona y hasta de Cataluña (pessebrecorbera.cat).

Los fines de semana y durante la semana de Navidad, excepto el día de Reyes, se puede asistir a esta representación que se extiende a lo largo de un recorrido de 700 metros, acompañado de una narración fiel al texto evangélico, enriquecida con comentarios en prosa y poesía popular.

Entre las diferentes escenas navideñas están: la Anunciación, los Pastores, las Lavanderas, el Nacimiento en la cueva, el Anuncio del Ángel a los pastores, la Adoración, los Reyes, la Huida a Egipto, o la vida de família en Nazaret.. y escenas típicas catalanas de masías y barrios donde se trabajan diversos oficios. También  se cantan villancicos y se hace cagar el tió ante el tradicional pessebre de musgo.

LA FERIA DEL GALLO DE VILAFRANCA DEL PENEDÈS

Ni pavo ni cordero, en Vilafranca del Penedés el protagonista de la Navidad es el gallo, el producto autóctono de la zona. En torno a él se organiza cada año la Fira del Gall (firadelgall.com), una antigua tradición que alrededor del día de Santo Tomás –en esta ocasión los días 15 y 16 de diciembre– se remonta a la Edad Media y tiene como acto principal un mercado de aves de campo.

En este escaparate excepcional, además del vistoso gallo del Penedès y del ànec mut (pato mudo), una variedad adaptada a la zona, también puedes ver gallinas, patos, pavos… y de paso conocer las recetas más tradicionales elaboradas con este producto y acompañadas de los vinos de la DO Penedès.

LA FIESTA DE LA FIA FAIA

La Nochebuena en Bagà y Sant Julià de Cerdanyola es màgica y espectacular. Tan màgica como el fuego. Y es que en torno a él gira la fiesta de la Fia Faia, en la que al atardecer del 24 de diciembre, y después del ‘toque de oración’ tiene lugar la quema de unas antorchas, llamadas faies.

El fuego es trasladado desde una hoguera que se enciende en la montaña hasta la población por un grupo de falleros. Antes de la quema completa de las antorchas –en Bagà cerca de doscientas se juntan en la plaza porticada-, con sus restos se hace una hoguera sobre la que saltan los jóvenes, mientras los asistentes bailan y entonan cantos tradidionales.

LA FIESTA DEL PINO DE CENTELLES

Ni gallo ni fuego, en Centelles, es un pino el que acapara toda la atención de la fiesta que tiene lugar el 30 de diciembre en honor a Santa Coloma, la patrona de la localidad. Se trata de una tradición pagana cuyo origen se remonta a 1751 y está ligada a rituales paganos de fecundidad, relacionados con los ciclos de la naturaleza, concretamente con el solsticio de invierno.

Declarada de interés nacional, todo comienza el día de San Esteve, cuando un grupo de vecinos salen a escoger el Pino que protagonizará la celebración.

Un árbol de tronco recto y ramal redondo y espeso que después de talado será trasladado en un carro de bueyes hasta la entrada del templo, donde se le hará bailar y después, en el interior, colgado hacia abajo con ramos de manzanos y neules para ser izado hasta la altura de Santa Coloma mientras se entona el himno de Centelles.

PUEBLOS CON ENCANTO NAVIDEÑO

En Bagà, la tranquilidad de su núcleo medieval es un rincón donde perderse en paz, además de contrapunto a la algarabía de las fiestas navideñas, como también lo es su entorno natural: el parque natural del Cadí-Moixeró. En este mismo espacio de naturaleza, los itinerarios senderistas de Gósol, como la ruta circular Pedraforca 360º y el Camino de los Hombres Buenos, el que siguieron los cátaros huyendo de la Inquisición. Referente en la comarca del Berguedà es Castellar de n’Hug, donde nace el río Llobregat, a 1.888 m de altitud. Luego está Rupit, un antiguo pueblo medieval delicioso, con su salto de agua de Sallent cayendo a 100 metros de altura. Y encanto le sobra también al pueblo de Calaf, capital de los Pastorcillos, y a Mura, un mundo de regusto románico. Seis propuestas para unas navidades en pueblos con mucho encanto.