Barcelona golea bajo el mando de Messi

El FC Barcelona celebrará las vacaciones de Navidad como líder de la Liga. Lo confirmó virtualmente atropellando a un Levante tan desafortunado primero como entregado a la evidencia después, que pasó de rozar el 1-0 con un obús de Boateng al travesaño a encajar el 0-1 en el primer remate con peligro del campeón. Y apoyado en un Messi, otra vez, magnífico, consiguió un bestial 0-5 que dejó cualquier discusión para otro día.

Tres goles y dos asistencias. Ahí se resumió la actuación del capitán azulgrana, feliz en el césped y que dio la sensación de no querer marcharse de vacaciones por Navidad.

La noche comenzó torcida para el Barça al verse obligado Valverde a descartar a Semedo por unas molestias en la rodilla y acabó feliz, increíblemente dichosa, después de que su capitán solventase ponerse los galones a la que descubrió que el Levante le presentaba mayores problemas a medida que pasaban los minutos.

El entrenador del campeón tuvo que improvisar una alineación a la carrera y solventó devolver al escenario a Vermaelen, alineando a tres centrales en un sistema mixto, que fue variando de acuerdo a las exigencias, muchas de entrada y menos con el paso del partido, cuando el marcador le fue ofreciendo tranquilidad.

Superada la media hora, con el Levante achuchando la salida de balón e incomodando a un Barça casi desconcertado, una gran jugada de Rochina desembocó en un obús de Boateng que hizo temblar el travesaño. Una ocasión de oro para el equipo granota y que despertó, de golpe, el ansia de supervivencia del equipo de Valverde, al que le sonrió la fortuna de forma inmediata.

Innegociable en su apuesta de combinar, presionar y jugar en corto, el Levante perdió fatalmente un balón al borde de su propia área. La recuperó Rakitic, se la dejó a Messi, Leo recorrió en horizontal y diagonal todo el ancho del campo hasta entrar por el otro extremo e inventarse una asistencia sensacional… Y Luis Suárez, de manera tan sensacional también, remató de primeras. 0-1 a los 35 minutos. Primer golpe. El gol no provocó el hundimiento local. Le mantuvo en pie, queriendo responder y buscando a Ter Stegen hasta que bordeando el descanso quedó groggy. Al bueno de Rochina, canterano en su día del Barça, le cortó un pase Busquets y, de forma inmediata, lanzó el balón profundo para la salida eléctrica de Messi, que condujo hasta entrar en el área y batió por bajo a Oier, en su día compañero también de vestuario.

No dio una sensación futbolística el Barça como para marchar al descanso con esa cómoda ventaja de 0-2 pero no le ofreció al Levante ni la oportunidad de revelarse contra su suerte en la segunda mitad. Apenas comenzar, en la primera internada, Jordi Alba, el socio perfecto, le dio un pase simple al borde del área y Leo, otra vez, remató raso y ajustado. Imposible de imaginar. Más aún de atajar.

El partido, la discusión del resultado, acabó ahí mismo. A los 47 minutos ya entendió el Levante el atropello y sentenció el Barça su desquite de lo ocurrido la pasada temporada en este mismo escenario, donde perdió 5-4 y en el que disfrutó de una goleada que no habría sospechado viendo cómo transcurrió la primera media hora.

Casi abandonado a su suerte, al equipo de Paco López le llegó el cuarto de la noche, en una gran jugada por banda de Luis Suárez que definió Messi a placer tras la asistencia de Arturo Vidal, que pudiendo buscar el gol prefirió regalarle al capitán el hat-trick.

Aún llegó el 0-5 de Piqué ante un rival ya entregado y en inferioridad por la expulsión de Cabaco, que propinó un rodillazo fuera de lógica a Dembélé para empeorar el escenario de un Levante que acabó agradeciendo el final del partido.

Sin entender como su atrevimiento y buena imagen del primer tiempo le había conducido a un 0-2 que se antojaba injusto, acabó rendido a una evidencia: El Barça de Messi ya no precisa recordar a su mejor versión; se basta con su contundencia.