Haywood, de jugar descalzo al Oro en México 68

Spencer Haywood creció en Silver City, Mississippi, una de las localidades más pobres de Estados Unidos. Su familia no tenía dinero para comprarle zapatos, por lo que llegaba con los pies cubiertos de lodo a casa tras varias horas de jugar baloncesto.
Pese a haber crecido en un pueblo en el que 49.3% de la gente y el 36.6% de las familias están por debajo del umbral de pobreza en la actualidad, Haywood se refugió en el deporte ráfaga hasta convertirse en una leyenda de la NBA.
“Mi estilo de juego creció porque soy de una parte difícil de Mississippi, no teníamos para tenis, jugábamos en la suciedad y eso es de lo mejor, el sentir el lodo en los pies”, dijo Haywood, de 69 años, en su visita a la Ciudad de México para promocionar los NBA México City Global Games.
Desde temprana edad destacó gracias a su espigada figura y portentoso físico. Diversas universidades lo sondearon para reclutarlo, pero él declinó seguir sus estudios en una época en la que era obligatorio cumplir con cada nivel escolar para ser elegido por un equipo en la NBA.
Fue así que recaló en los Denver Rockets de la ABA, donde promedió 30.1 puntos por juego y 13.5 rebotes, lo que llamó poderosamente la atención de los entonces Seattle Supersonics equipo que demandó a la NBA con tal de poder llevarlo a sus filas, con el argumento de no tener una buena situación económica para solventar sus estudios.
“El caso legal con Seattle y poder jugar con ellos abrió tantas puertas. En salarios de jugadores, cuando se gana la demanda pasa de 250 a dos mil millones”, remembró Spencer, quien después de jugar con Sonics defendió la camiseta de New York Knicks, New Orleans Saints, Los Ángeles Lakers y Washington Bullets.
En 1968, Haywood fue seleccionado por el equipo olímpico de Estados Unidos para participar en los Juegos Olímpicos México 68, donde fue fundamental para conseguir el oro olímpico en una ciudad que lo enamoró al recordarle sus raíces.
“Empecé mi carrera en México 68 con 19 años y vi la ciudad, la gente y cómo ha crecido ahora, la comida es maravillosa, la mejor, amor aquí, amo pasar tiempo aquí. Yo crecí en una granja y comía comida fresca, cuando fui a Detroit pasé de comer elote fresco a una lata, la peor experiencia de mi vida, aquí (en México) como lo que comía de niño”, comentó.
Durante la justa olímpica, era común ver en el comedor de la Villa Olímpica a Haywood, quien a partir de entonces se volvió un apasionado de la cocina mexicana.
“Insisto, allá (EE.UU.) todo es enlatados, así que llegábamos a formarnos siempre por comida. Cuando eran los reconocimientos de equipo y no nos encontraban, sabían que siempre me encontrarían en la cafetería buscando comida mexicana”, aseguró.