Visita las mejores playas de Sudamérica

Laguna Torre, El Chaltén, Argentina. Si bien es posible que no desees ir a los polos a sumergirte entre los icebergs, una visita a la Laguna Torre de la Patagonia vale la pena solo por las vistas. La fácil caminata de cinco millas (8.05 km) a la playa serpentea por retorcidos bosques de lenga -es decir, roble de Tierra del Fuego- y se abre a una vista impresionante del cerro Torre, una montaña de granito glaseada en hielo y a cuya cima antes se consideraba que era imposible llegar.

Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses, Brasil

Cada primavera, las fuertes lluvias amazónicas transforman las dunas del Parque Nacional de los Lençóis Maranhenses en miles de impresionantes lagunas de color turquesa. Rachel Robar, experta en Brasil de Audley Travel, sugiere que te hospedes en el amigable pueblo de Atins, ubicado a menos de una milla (1.60 km) de tres lugares diferentes para nadar y practicar kitesurf: las lagunas de Lençóis, el río Preguiças y el océano Atlántico.

Playa Anakena, Isla de Pascua, Chile

Anakena, la única playa abierta para nadar que se encuentra en la Isla de Pascua de Chile, fue el puerto de llegada de los primeros colonos polinesios de la isla. Este ensueño de palmeras, olas suaves y arena blanca de coral es el hogar de ocho moai emblemáticos, es decir, figuras humanas monolíticas talladas por la gente de Rapa Nui en roca volcánica. Lleva dinero en efectivo para disfrutar de unas empanadas junto a la playa.

Cabo Polonio, Uruguay

En la punta de una península que no tiene caminos y que se ubica en la costa atlántica de Uruguay se encuentra Cabo Polonio —un pueblo de chozas hippies de playa que no cuentan con electricidad ni agua corriente pero tiene muchos atractivos: arena, sol y mariscos frescos de la zona. Visita playa Sur o playa Norte para nadar y admira la única colonia continental de lobos marinos que tiene Uruguay.

Baía do Sancho, Fernando de Noronha, Brasil

Si te encanta el agua cristalina, la arena aterciopelada, los delfines que saltan, las cascadas relucientes y los exuberantes acantilados brasileños, no busques más allá de Baía do Sancho. Ubicado dentro de un parque nacional marino designado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, en el archipiélago de Fernando de Noronha, a la playa aislada se llega a través de una serie de empinadas escaleras de hierro.

Huanchaco, Trujillo, Perú

Una de las cinco reservas para practicar surf que hay en el mundo, Huanchaco es el lugar de nacimiento de olas para montar. Por más de 3000 años, los pescadores del lugar han explorado las aguas a bordo de  caballitos de totora, hermosas embarcaciones tejidas con cañas de totora nativas. Los visitantes pueden intentar surfear en caballitos por una pequeña tarifa y luego probar ceviche fresco, un delicioso platillo de mariscos que se prepara en Huanchaco.

Galibi, Suriname

Al este de Paramaribo, donde el río Maroni se encuentra con el océano Atlántico, se encuentra un pueblo y reserva natural amerindios llamado Galibi. Todos los años, desde febrero hasta agosto, llegan tortugas golfinas y tortugas marinas laúd a escarbar lentamente y depositar sus huevos en la arena de la playa tropical de Glibi. Consejo de viaje: deje el flash en casa, las luces artificiales desalientan a las hembras que anidan.

Isla del Sol, lago Titicaca, Bolivia

A 12,500 pies (3810 metros) sobre el nivel del mar, el lago Titicaca de Bolivia es el lago navegable más alto del mundo. La isla del Sol, la más grande de las 41 islas del lago, es considerada el lugar donde nació el dios inca del sol, por lo que sus playas son el lugar ideal para recibir un poco de vitamina D y observar la puesta de sol detrás de los Andes nevados. Con una red wifi dispersa y sin automóviles, la isla del Sol verdaderamente es la mejor escapada aislada.

Playa Roja, Ica, Perú

Con el tiempo, las olas del Pacífico han erosionado el macizo de Punta Santa María en Perú para crear Playa Roja, una amplia playa enmarcada por acantilados amarillos y escarpados. La vibrante arena carmesí de Playa Roja está hecha de granodiorita rosa, una roca ígnea formada por magma solidificado. No pierdas la oportunidad de ver flamencos, leones marinos, pingüinos y geoglifos prehistóricos en la Reserva Nacional de Paracas.

Islas del Rosario,

Colombia

La experta en Colombia de Thompson Travel, Samantha Gosselin, recomienda las islas del Rosario como el lugar perfecto para que «los niños de todas las edades vean peces exóticos, construyan castillos de arena, practiquen kayak o simplemente se relajen después de visitar la ciudad calurosa y concurrida de Cartagena».

Practica esnórquel para ver más de 1,300 especies de animales y plantas acuáticas, o deja que los niños busquen un tesoro enterrado mientras recorren las cálidas y tranquilas aguas de la playa de isla del Pirata.

Playa Shell, Guyana

Las 90 millas (144.84 km) de arena de palmeras de playa Shell son el hogar de cuatro especies diferentes de tortugas marinas que están en peligro de extinción (tortugas baula, verde, carey y golfina), pero otras criaturas notables también habitan este paisaje.

Aunque el viaje a playa Shell no es fácil (necesitarás un autobús, un bote y botas), los viajeros tienen la oportunidad de ver en el camino jaguares, manatíes, monos aulladores, ibis escarlata y delfines de río.

Punta Tombo, Argentina

La falta en Punta Tombo -de Argentina- de palmeras y bebidas tropicales se compensa en más de un millón de adorables pingüinos de Magallanes. Gracias a la existencia de un área marina protegida cerca de la península, hay una gran cantidad de camarones, anchoas y merluzas que sostienen a la gran colonia. Si vas de visita en noviembre, llegarás justo a tiempo para ver a cientos de mullidos polluelos de pingüinos sumarse al grupo.