“La polarización social sólo produce mediocridad”

Todas las mujeres tienen un crimen pendiente. Y todas son distintas en todo. Incluso a la hora de matar. ¿Por qué una mujer decide cometer un crimen?, ¿una sociedad impune propicia buscar la justicia por propia mano? Estos son sólo algunos de los planteamientos y preguntas que propone el escritor Alberto Barrera Tyszka en su novela más reciente Mujeres que matan (Penguin Random House, 2018), en la que narra cómo un grupo de mujeres se refugia en un círculo de lectura para escapar de una sociedad en manos de un alto mando que por momentos recuerda al Gran Hermano de George Orwell y, ante el agravio que han padecido, comenten un asesinato.

El narrador y guionista venezolano que vive en México cuenta en entrevista que en su novela aborda a mujeres que han quedado solas y no saben cómo resolver su día frente a un poder omnipotente que les ha arrebatado algo. La única manera es acabando con la vida de otro. Además, el poeta, columnista que ha ganado reconocimientos importantes como el Premio Herralde de Novela, ofrece su punto de vista sobre México y Venezuela. 

¿Su libro es una indagación del universo femenino?

Es un intento, una indagación en ese universo, hay cosas provocadoras, hay cosas que yo pienso, pero también me estoy enfrentando a estos personajes para saber lo que quiero conocer. Hay mujeres a mí alrededor, no sólo mi pareja, también mis hijas, mi mamá, de modo que lo femenino es algo que me interesa mucho.

Hay algo que me parece interesante —y que quiero separar de la lucha feminista, esa lucha de las mujeres tan importante sobre su realidad

laboral, y en contra la violencia—, y es la discusión de lo femenino y lo masculino, debemos tener otros paradigmas, otros límites.

Hay una frase que me pareció durísima: “Todas las mujeres tienen un crimen pendiente”. En este libro pongo a un grupo de mujeres en una sociedad hostil y crean una burbuja con un club de lectura, cada una de ellas tiene una historia y son, en dimensiones distintas, trágicas.

Una tiene un amante que la maltrata, que se burla y hace chistes terribles; otra tiene una hija asesinada por la guardia nacional, otra fue presa por ayudar a estudiantes que se

manifestaban. Estas mujeres se reunen para leer un libro y un día una comete una locura, mata a alguien y todas se vuelven cómplices y empiezan a rondar en la onda del crimen. Lo que quise trabajar fue ese universo femenino que supuestamente es vulnerable. Qué pasaría si reaccionan y toman la justicia por sus propias manos, en una sociedad impune se piensa que está bien, que es legítimo, que asesinar a alguien no es tan difícil y puede, incluso, ser eficaz porque hay alguien que realmente merece la muerte.

Este dilema moral está en el libro. Que no haya más camino que la justicia por propia mano es trágico. Totalmente, por eso las pongo a leer un libro de autoayuda, porque es contraponerlo con algo que supuestamente te ayuda al desarrollo personal. También hay un suicidio, es una mujer que se mata a sí misma. Si ponemos todas estas situaciones en un contexto que tiene que ver con la justicia, con la impunidad, en donde la mujer tiene las cosas en contra, se puede generar otra discusión.