Messi convierte el Derbi en un festival

El Barça pasó como un huracán por el RCDE Stadium y aplastó sin compasión a un Espanyol sin capacidad de respuesta, al que ya vencía por 0-3 al descanso y vapuleó por 0-4 al final. Sin más…
Messi convirtió el derbi en un festival. Marcó dos goles de falta directa, sirvió una asistencia a Dembélé, estrelló un remate de cabeza en el palo y ofreció una exhibición ante la que se rindió todo el mundo. El líder del líder dejó claro su ascendente en el mundo del futbol. Ya puede ir restándole méritos Pelé…
Animado el Espanyol por una clasificación magnífica, ni las tres derrotas consecutivas que llevaba en la mochila antes del derbi le hicieron suponer un derrumbe de tanta consideración. Desde el minuto cero, el Barça se adueñó de la situación, excelente dominador en el centro del campo y entregado al liderazgo de un Messi soberbio, que se permitió el lujo de perder los dos primeros balones que pretendió jugar para, a partir de ahí, ofrecer una clase maestra de futbol.
Rubi apuesta, lo ha confesado por activa y por pasiva, por jugar el balón. Quiere que su equipo sea protagonista a partir de la combinación y huye tanto del pelotazo como de la improvisación… Pero su Espanyol precisa una intensidad y perfección que con el paso de las jornadas ha ido diluyéndose y si la última jornada fue sentenciado por el Getafe, en el derbi el líder le pasó por encima, en una primera mitad magnífica que no dejó lugar a la duda.
Messi se fabricó el 0-1 apenas superado el cuarto de hora de partido, recibiendo una falta en la frontal del área que convirtió de forma magistral. Anotó su octavo gol del año de lanzamiento directo para convertirse en el máximo anotador histórico de la Liga contra el Espanyol, con su gol número 19 que no fue más que la carta de presentación de lo que vendría a partir de ahí.
El 0-1 fue el principio del fin para el equipo periquito, que corrió siempre detrás de la pelota como si persiguiera un fantasma mientras el Barça disfrutaba de la noche, cada vez más mandón, cada vez más a la orden de su capitán y cada vez más alegre, hasta que éste decidió examinar a Dembélé con un pase simple que el francés convirtió en golazo, con una rosca fantástica. En 26 minutos ya estaba todo decidido.
Orgulloso pero incapaz, el Espanyol se rindió ante la exhibición de Messi y el atropello del Barça, que marchó al descanso con otro gol, de Luis Suárez, después de haber estrellado hasta tres remates en la madera de Diego López, quien a pesar del vapuleo aún fue el mejor de los suyos, salvando hasta tres ocasiones de un rival desatado.
El equipo blanquiazul remató dos veces, dos, con cierto peligro a la meta de Ter Stegen en la primera mitad y a pesar del 0-3 se presentó en la segunda con ganas de lavar su imagen. Herido en el orgullo, el Espanyol se resistió a morir sin ofrecer las señas de identidad impuestas por su entrenador y mostró sus mejores minutos en ese inicio. Hasta que Messi le bajó los humos de golpe. Después de 20 buenos minutos locales, sin estridencias, sin avasallar a un Barça calmado y rebajado de intensidad, Leo tomó un balón a la carrera, se planto frente al área y fue atropellado por dos rivales. Falta. Y gol.
Golazo del argentino que provocó, incluso, tímidos aplausos de una hinchada local tan entregada a la fatalidad como a la realidad. Con una facilidad pasmosa el capitán del líder retomó el control del derbi a su gusto sin que el Espanyol fuera ya capaz de discutir absolutamente nada.