Bajo crecimiento

Los resultados obtenidos durante la presente administración
pública federal de Enrique Peña Nieto (2012-2018) son producto del bajo crecimiento económico, excesiva corrupción, injustas desigualdades, sobre endeudamiento, depreciación acelerada, creciente déficit de comercio exterior e inseguridad generalizada.
El sexenio que concluye, se caracterizó por la falta de adecuadas políticas y aplicación de modelos de corrección de los profundos desequilibrios en la balanza de pagos,
La aplicación inadecuada, incorrecta, ineficiente e ineficaz Política Monetaria 2012-2018, en ningún momento consideró los diversos costos y distorsiones que causa la inflación, inclusive se olvidaros que la inestabilidad del poder adquisitivo del peso mexicano se encuentra interrelacionado con el decrecimiento económico de nuestro país.
Las etapas de inflación elevada tienden a coincidir con periodos de bajo crecimiento económico e incluso de contracción en la actividad productiva, lo cual se puede demostrar y comprobar con los siguientes resultados obtenidos del bajo y negativo producto interno bruto:

Producto Interno Bruto (PIB)

Crecimiento trimestral

(2013-2018)

I/2013 0.35
II/2013 -0.69
III/2013 0.96
IV/2013 0.54
I/2014 0.64
II/2014 1.28
III/2014 0.38
IV/2014 1.09
I/2015 0.54
II/2015 1.05
III/2015 1.27
IV/2015 -0.10
I/2016 0.59
II/2016 0.47
III/2016 1.20
IV/2016 0.98
I/2017 0.28
II/2017 0.54
III/2017 -0.09
IV/2017 0.82
I/2018 0.98
II/2018 -0.15
III/2018 0.91

Fuente: “Fracaso de la Política Económica en México 2012-2018”, Lic. José Alberto González Káram, Presidente de la Comisión Binacional de Asuntos Fronterizos del Colegio Nacional de Economistas, A.C. (CNE) y Vicepresidente del Colegio de Economistas del Noreste de México, A.C. (CENEMAC), Investigación Especial, Noviembre del 2018.

Es importante destacar que las distorsiones económicas que fueron generadas por la inflación, se intensificaron cuando ésta fue elevada y por consiguiente llegaron a tener un efecto considerable sobre el bajo y negativo crecimiento económico.
El mayor aumento de precios que afectó a la mayoría de los trabajadores y sus familiares, industriales, comerciantes, agricultores, ganaderos, avicultores, pescadores, silvicultores, mineros, petroleros, prestadores de servicios turísticos, de salud, educación y consumidores mexicanos en general, se registró en los precios de los energéticos como la gasolina Magna, Premium y diésel; gas industrial, agropecuario, pesquero y doméstico; servicio de energía eléctrica industrial, comercial, turística y habitacional, así como los precios y tarifas de los bienes y servicios públicos autorizados por el gobierno federal, siendo acumulado un 58.05 por ciento al cierre de la administración de Enrique Peña Nieto.
En la próxima administración pública federal 2018-2024, se pretende que los costos tiendan a moderarse cuando la inflación se conserve baja y estable, generando un entorno propicio para la realización de actividades productivas.
La estabilidad de precios es favorable para la actividad económica, aunque es insuficiente para generar un crecimiento elevado y sostenido, debido a que se requiere una inflación muy baja y estable, acompañada de una estructura de incentivos que promueva la productividad y competitividad de la economía.
El registrar un bajo potencial y negativo crecimiento de la economía en la administración de Enrique Peña Nieto, exige cambiar las políticas económica, fiscal, financiera y monetaria para revertirse en la medida que se registren resultados inmediatos de un nivel de crecimiento de la producción agregada, originado de la operación de las empresas sin la presencia de presiones sobre el incremento de los precios, de los factores de la producción, ni sobre los precios de los bienes y servicios que pongan en riesgo un nivel de inflación baja y estable.
Las acciones de política monetaria deberán orientarse a incentivar el crecimiento de nuestra economía y, en particular, reducir el precio de las gasolinas y energía eléctrica que provocaron una mayor inflación en el período 2012-2018, contener el incremento de los precios de bienes y servicios, siendo indispensable tomar decisiones racionales a partir de una evaluación cuidadosa y detallada de las condiciones económica, tomando en consideración el comportamiento de las variables monetarias y financieras prevalecientes en la economía, así como las perspectivas para la inflación.