Diabetes mellitus y las dislipidemias en México

Qué gusto me da escribir este editorial, al que a propósito intitulé igual que otro que escribí hace dos años. En el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán estamos de fiesta nuevamente porque otro miembro del Instituto ha ­sido galardonado con el Premio Nacional de Ciencias, en el área de ciencias físico matemáticas y naturales.
En esta ocasión el galardón fue entregado por el Presidente de la República al Dr. Carlos A. Aguilar Salinas, médico internista y endocrinólogo del Instituto, quien se ha hecho merecedor de este alto reconocimiento por su trayectoria y aportaciones en el campo de la diabetes mellitus y las dislipidemias en México.
Conozco a Carlos desde hace 30 años porque fuimos residentes de medicina interna al ­mismo tiempo en el Instituto. Yo inicié la residencia en marzo de 1985 y él en 1986. Los dos provenientes de la Universidad Nacional Autónoma de México. Después de que terminó las especialidades, Carlos realizó un Doctorado en Investigación Médica en el Instituto Politécnico ­Nacional y un posdoctorado en la Universidad de Washington en Saint Louis Missouri. O sea, siguió el largo y sinuoso camino que le lleva a un médico convertirse en especialista e investigador, con el conocimiento y destrezas para poder realizar ambas tareas con excelencia.
A lo largo de su carrera, Carlos ha demostrado ser el ejemplo claro de lo que conocemos como el médico científico (del inglés Physician Scientist). Interesado en uno de los problemas de ­salud de mayor importancia nacional, se ha dedicado a la atención de los enfermos más desprotegidos del país y ha conformado a lo largo de los años una serie de cohortes con miles de ­enfermos y sujetos sanos, cuidadosamente ­caracterizados para el estudio de diversos problemas metabólicos que atañen a la obesidad, la diabetes mellitus, las enfermedades de los lípidos y cardiovasculares.
Este esfuerzo del Dr. Aguilar lo ha llevado a convertirse en un líder internacional en el campo y a que diversos investigadores e Instituciones internacionales busquen la colaboración con su grupo para el estudio del genoma en diversas cohortes.
Como un ejemplo puntual, gracias a estas cohortes y al liderazgo del Dr. Aguilar ­Salinas fue posible la realización del estudio SIGMA (Slim Initiative for Genomic Medicine) en colaboración con el Instituto Broad del Massachussets Intstitute of Technology y Harvard University, del cual el Dr. Aguilar Salinas es uno de los responsables y cuyos resultados fueron publicados como un artículo inicial en la prestigiosa revista Nature, seguido de estudios que han visto la luz en revistas de igual prestigio como el JAMA. Esta iniciativa permitió la identificación de un haplotipo de cambios puntuales en el gen SLC16A11 que se asocia con el desarrollo de diabetes mellitus en la población Mexicana. Este hallazgo es probablemente el avance más importante que se ha logrado en el estudio de la diabetes mellitus desde que se inició la era de la genómica.
Aunado a esto, y a su actividad clínica, Carlos es un investigador comprometido con la vigilancia de los aspectos éticos de la investigación, lo que queda claro por su papel en la dirección de los Comités de Ética y de Investigación del Inétituto, y con la enseñanza, no sólo por los alumnos que personalmente ha graduado, sino por su papel en la dirección del programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM, en la sede de nuestro Instituto.
Hace exactamente 50 años, en 1968, por primera vez un miembro del Instituto fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Se trató del Dr. Salvador Zubirán, quien también recibiera la distinción por su trabajo en el campo de la endocrinología, la diabetes y las enfermedades tiroideas. Qué gusto le habría dado al Maestro Zubirán saber que cincuenta años después otro miembro del Instituto sería galardonado por sus trabajos en áreas similares. Qué gusto le hubiera dado también saber que en los cincuenta años que han transcurrido desde entonces, catorce miembros del Instituto han recibido esta importante distinción. De los catorce galardonados, nueve corresponden a investigadores cuya carrera en su totalidad fue realizada en el Instituto. Cuatro fueron investigadores en el INCMNSZ, pero cuando recibieron el Premio trabajan ya en otra Institución y uno realizó buena parte de su carrera fuera del INCMNSZ, si bien cuando recibió el galardón ya era miembro del mismo.
Me permito dar de nuevo el mensaje que con ocasión del premio anterior escribí para la comunidad científica en general, y del Instituto en particular.
Los premios como el Nacional de Ciencias, representan la punta del Iceberg, de manera que por cada Premio Nacional de Ciencias que recibe una Institución, se considera que debe haber al menos otros cinco miembros en la misma que merecerían recibirlo, pero que por diversas razones, aún no lo han recibido o nunca lo recibirán. Por eso, cada premio que se otorgue a un miembro de Nutrición es un motivo de orgullo, porque engrandece a nuestra institución y la reafirma como líder ante la mirada de otras instituciones, tanto de salud, como de educación superior e investigación.
Esto me recuerda en cierta forma, la cita del poeta inglés del siglo XVII, John Donne, de la que Ernest Hemingway tomara el fragmento “Por quién doblan las campanas” como título de su famosa novela sobre la guerra civil española.
Dice la cita de Donne, “la muerte de cada hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad; por eso, no preguntes por quién doblan las campanas, porque están doblando por ti”. Parafraseando a Donne, habrá que decir entonces, “el premio a un miembro de Nutrición me ­enorgullece, porque soy parte de esta comunidad; por eso, no preguntes a quién fue que premiaron, porque te están premiando a ti”.