La noche de terror que LeBron y los Cavs nunca olvidarán

Han pasado casi ocho años, pero LeBron James sigue recordando la fecha exacta en la cual jugó en Cleveland por primera ocasión como miembro del Miami Heat (2 de diciembre de 2010) como si fuera un cumpleaños o un aniversario.

Debido al regreso del hijo nativo de la región nororiental del estado de Ohio al Quicken Loans Arena casi cinco meses después de que «La Decisión» estremeciera a la afición hasta lo más profundo (dragando así décadas de inseguridad producto de fracasos consecutivos por parte de las franquicias deportivas profesionales de la ciudad), un partido de temporada regular entre los Cleveland Cavaliers y el Heat se convirtió en un espectáculo como ningún otro dentro de la rica historia de la NBA.

Los Cavaliers tuvieron su rol a la hora de aportar intensidad. La pizarra de video destelló entre las tomas de cámara a James en su calentamiento y varios atletas y personalidades de Cleveland que habían sido invitadas a asistir a la ocasión.

Las estrellas de los Browns Bernie Kosar y Josh Cribbs, la figura de los Indios Travis Hafner y el actor Drew Carey hicieron sus apariciones alternando con James. La culminación se produjo con el ingreso del dueño del equipo Dan Gilbert, quien entró en escena como si fuera un boxeador de peso completo. El mensaje era inconfundible: se le quería hacer creer a los aficionados que se trataba de «ellos contra nosotros».

La multitud entró en frenesí. Hubo cánticos coordinados, docenas de pancartas y objetos lanzados a la cancha. A pesar de las adversidades, James tuvo una de sus mejores actuaciones de esa temporada. Durante el tercer periodo, acabó con el ánimo de la multitud mientras anotaba 24 de sus 38 puntos. Convirtió 15 de 25 disparos y sumó cinco rebotes y ocho asistencias. Al momento de salir del partido al final del tercer periodo, Miami tenía ventaja de 30 puntos y se enrumbaba a la victoria 118-90.

El Heat tenía récord de 11-8 antes de comenzar el partido. Ganaron 19 de sus próximos 20 encuentros. Los Cavaliers tenían marca de 7-10. Perdieron 35 de sus 36 compromisos siguientes.

Decir que se trató de un momento clave es poco. Al igual que denominarlo como memorable. Con el regreso de LeBron a Cleveland como miembro de Los Angeles Lakers en la noche del miércoles, algunos de los presentes esa noche de 2010 aportan sus recuerdos del primer retorno de James a su terruño.

«Era algo que nadie había visto antes. Todos conocían las emociones inherentes. La televisión por cable se aseguró de capturar cada momento. Era una sensación espeluznante, solo por volver. Era una sensación incómoda por toda la situación. Y yo sabía como se sentían todos».

«Lo único que hablaba al respecto era: ‘¿Cómo puedo jugar bien?’ Quería jugar bien. Quería jugar bien, más que nada. Sabía que contaba con un grupo de chicos que iban a apoyarme esa noche, sin importar lo que ocurriese. Era la forma como estaba hecho nuestro club. No me preocupaba eso. Pero esa noche era inquietante».

«Una vez que ingresé a la cancha, estaba en mi santuario seguro. Una vez que entré al tabloncillo en mi ropa de calentamiento, podía escuchar los abucheos. Probablemente fueron los más sonoros que he escuchado en mi vida. Sentía la hostilidad. Sentía el escrutinio. Aunque una vez que el balón comenzó a rodar, ya estaba en mi santuario seguro. No hay nada que me pueda detener de intentar ser lo mejor que puedo ser».

«Quiero decir, nunca lo olvidaré. Nunca olvidaré ambas ocasiones. Nunca me olvidaré del 2 de diciembre de 2010 y nunca olvidaré cómo ganamos el campeonato en 2016 y ese desfile. Son dos cosas que siempre estarán dentro de mí durante el resto de mi carrera. Son ambas cosas. Hay un lado negativo y un lado positivo. No me detiene de seguir adelante, pero es algo que definitivamente jamás olvidaré».

«A nadie le gustó. Había mucha energía negativa y mala en ese estadio esa noche. Sabía que era algo real, pero una vez que entrabas allí lo podías sentir. No había nadie a tu lado, con la excepción de tus hermanos y se trata de ti contra literalmente todos los presentes en ese estadio».

«Queríamos darles un poquito de presión, ¿saben lo que quiero decir? Estar a su lado y quitarle algo de peso a sus hombros y cargarle y dejarles saber que no estaba solo. Definitivamente, creamos nexos y nos hicimos más cercanos y fuertes por ello».

«Era pura negatividad. Si hubiera estado en la calle, me habría sentido nervioso».

«Hombre, eso fue (y seré honesto) uno de los partidos que más temía jugar. La única ocasión anterior en la cual sentí miedo de jugar al baloncesto fue cuando cursaba octavo grado y tuvimos una pelea con otro equipo en medio de un torneo y tuvimos que volver a enfrentarlos. Pero ese partido en Cleveland estuvo lleno de tensión. Eso es todo lo que diré. Hubo mucha tensión, pero salimos vivos de allí».

«Hubo momentos durante nuestra carrera (el Juego 6 en Boston de 2012, por supuesto), pero ese partido fue algo muy difícil de manejar en ese momento porque la gente en Cleveland nos hacía saber lo decepcionados que estaban. Incluso llegaron al punto de meterse conmigo. Yo pensaba: ‘¡Dios santo! ¡Ni siquiera he jugado aquí!’ Me llamaban traidor. Pensaba: ‘Demonios’».

«Fue una noche muy, muy fascinante».