Hay que reivindicar al rock como más que música: Calamaro

  • El rockero argentino de 57 años está de vuelta con una docena de nuevas canciones, incluidas en su decimoquinto y más reciente álbum de estudio ‘Cargar la Suerte’

A sus 57años, el rockero argentino Andrés Calamaro está de vuelta con Cargar la Suerte (Universal Music), un nuevo álbum de estudio con doce canciones que suponen también su regreso al rock de autor marca de la casa, ese de guitarras potentes y versos derramados con incontenible pulsión lírica.

Con dirección técnica de Gustavo Borner y arreglos de Germán Wiedemer —con quien firma diez de las doce canciones—, Cargar la Suerte es la continuación de Bohemio (2013), pues aunque entre medias el argentino lanzará Romaphonic Sessions y Volumen 11, se refiere a ellos como discos «más pequeños, no de repertorio».

«¡Suena musculoso!», afirmó Calamaro entusiasmado por este nuevo álbum en el que hay pop rock, rock duro, soul, baladas intensas e incluso un acercamiento al hip hop en Las rimas, el quinto corte.

«Esa letra llevaba meses escrita y el sonido posible del disco no era el de ‘tradicionales beats eléctricos para cantar rimas’. Sinceramente pedí cantar esta letra sobre los instrumentos de otra canción, en un tempo mas lento que el ‘tempo genérico’ homologado para cantar este ‘rap intruso’. Me gusta esta letra y la dinámica de la canción es heroica», explicó el músico.

El sonido general del álbum es, en cualquier caso, de rock con todas las letras y en mayúsculas.

«Rock con velocidad sin llegar a ser metal trepidante» incluso, en canciones como Siete vidas, porque «el rock también es velocidad y guitarras podridas». Eso sí, aclara el bonaerense que él es «respetuoso con la liturgia de los géneros», puesto que no es «un artista de hip hop ni de meta… No tengo suficientes cualidades. Hago lo que puedo.

«Supongo que lo que hacemos es rock de autor o de autores», apuntó, para luego profundizar «Queríamos grabar un disco con solos en casi todas las canciones, lo estaba deseando. La guitarra solista es fundamental en nuestros conciertos, pero había dejado de ser imprescindible en los discos. Creo que el momento solista es necesario, es una parte importante en una canción de rock».

Defiende Calamaro en este punto la vigencia del rock, género que «siempre vive y siempre está vivo».

«Además, la música no responde a la actualidad como necesidad o imperativo. El rock grabado en 1971 también sigue vivo. No creo que la actualidad urgente sea la única lente para contemplar al rock. Pero está vivo, las grandes bandas de rock llenan estadios en todo el mundo», resaltó.

Y aún prosigue desarrollando la idea un poquito más al plantear que siempre «hay música que está de moda», pero al mismo tiempo «hay que reivindicar la música y buena y al rock como más que música». Se detiene en este punto un instante, y remata: «El rock es nuestra ‘Cultura de rock’. Literatura, cine, estéticas, subgéneros, sustancias y diferentes formas de hacer y escribir el rock como la vida. Personalmente, no me siento ofendido con los ritmos de moda, aunque reconozco una tendencia masiva a lo genérico».

«Mis buenos amigos confiaban en mi para grabar un disco importante ahora», reveló Calamaro, quien destaca su asociación con Germán Wiedemer para la letra y la música. Así, apunta que tras cantar las maquetas pensaron que tenían entre manos un repertorio que «se podía grabar como «disco bueno» en una época en la que «el destino de la mayoría de los discos es la indiferencia», pues «cuestiones culturales y comunicacionales cambiaron a un ritmo frenético».