Un militar íntegro a la Defensa Nacional

Decía Jean-François Revel, el héroe de la Resistencia, maestro del Instituto Francés de la América Latina en México en la década de los 50’s, que «la globalización es el chivo expiatorio de los inútiles», y esto mucho antes de la desgracia del Salinismo de la rapiña. También dijo que la tentación totalitaria es permanente, a veces parece que cede, pero nunca deja de conspirar en contra de la libertad.

Viene a cuento Revel porque la llegada al poder de Jair Bolsonaro, un militar en suspenso con toda la ideología de derecha retardataria pone a Brasil en el centro del debate. Tiene apenas 50 años que sufrieron al general Arturo Da Costa e Silva y realmente sí, están asustados de lo que acaban de hacer al elegir a esta joyita.

Todo por el escozor de la gran recesión económica y el desastre moral que dejó el partido de Lula, cuyo candidato no pudo remontar el rechazo de la población que, desesperada, se echó en brazos del militarismo y de las tesis de derecha apoyadas por los gabachos.

Da Costa e Silva fue el represor de obreros, campesinos y estudiantes que hizo asilar en México a cerebros privilegiados de la talla de José Thiago Contra y Ruy Mauro Marini , por citar algunos, protegidos afortunadamente por la revista Pensamiento Político, gracias a la cual gozaron de cierta inmunidad diplomática que jamás hubieran obtenido bajo el régimen militar que los reprimió y persiguió.

Nuestro Ejército, formado en sus bases por auténticos «Juanes»

A pesar de no ser un ejército de castas, como sucede en todos los países hermanos del Cono Sur, el mexicano, formado en sus bases por auténticos «Juanes», hijos del pueblo, ha sufrido serias transformaciones en las cúpulas dirigentes de las Lomas de Sotelo. En sus mandos, la corrupción ha jugado un papel estelar, y se puede decir que no tiene conciencia ni de pertenencia a las Fuerzas Armadas ni de servicio a la comunidad.

La corrupción endémica del sistema político pripanista ha invadido los altos cargos del Ejército nacional mexicano. No sólo lo digo yo, sino serios análisis documentados y comprobados de su participación desleal en la lucha contra el crimen y en las actividades propias del trasiego, donde se ha convertido en una caravana de cuerpo de los capos.

Reducido por el poder civil, supo cobrar sus cuotas al sistemita

Durante largos periodos históricos, el Ejército tuvo que ser disciplinado y sometido al poder civil. La última ocasión, cuando en 1946 dejó de ser el cuarto sector del partido oficial para convertirse en la Asociación Leandro Valle, con modestas oficinas en La Lagunilla, a unos metros de la Arena Coliseo. Nunca fue ni asociación, ni nada.

Los que pensaron que la agrupación militar Leandro Valle se iba a convertir en el kasbah desde donde se peleara la liberación nacional o se asaltara al poder, se quedaron vestidos y alborotados.

El Ejército quedó reducido a sus glorias pasadas. Una especie de cajón de sastre para las necesidades prosopopéyicas del aparato. Guardias presidenciales, estados mayores privilegiados y siempre a la espera de las encomiendas difíciles, usted sabe. El ejército en sus bases siguió siendo el mismo, de bajos perfiles…

… pero supo cobrar sus cuotas a un sistemita que no tenía con que defenderse, excepto con la amenaza a la población civil y a sus bravos líderes de usar las armas en favor del régimen constituido. Reprimió, encarceló, masacró a las conciencias lúcidas, mientras los altos mandos llegaban a otro tipo de entendimiento$ con los mandarines.

Ascensos, a los comprometidos con el aparato de la corrupción

La llegada al mando superior del Ejército cada vez fue más estratificada de lo que reclamaban los cursos de capacitación de la oficialidad en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra. Los diplomados de Estado Mayor fueron utilizados para justificar el ascenso de los que sí estaban comprometidos con el aparato de la corrupción sistemática.

Agua de borrajas. Llegaron los incondicionales al mando. Mientras los gerifaltes del sistema creyeron que dándoles con manteca podían disfrutar de su incondicionalidad absoluta. Ya vemos que no fue así, porque las cuotas crecen cada día más en la medida que crece incontrolable e inocultable la corrupción del régimen civil.

Por eso muchos analistas creen que pasamos de un Ejército de castas a otro descastado. El tiempo ha comprobado que habiendo llegado a poseer las cuatro estrellas en su uniforme, arribó en este sexenio hasta el encargado de compras de la Sedena, es decir, el que repartía las comisione$ y los moche$ entre los entorchados.

Hija y yerno de Cienfuegos, favore$idos por el alto mando militar

Y no sólo eso, porque ya arriba, el general secretario se sirvió con la más grande de todas las cucharas. Logró que su hija ayudara al marido a hacerse de la representación oficial de las pinturas Comex con las que bardearon y pintaron hasta lo que no era de ellos, y obtuvieron jugosos contratos asignados para participar en la construcción de cuanta obra gubernamental se hacía, incluida la mega obra faraónica del Aeropuerto de Slim-Salinas. Empezando por su barda perimetral, a sobrecostos inimaginables.

Junto con La Gaviota o como motejen a la actricita “primera dama” (sic), obtuvieron redituables negocios en el relleno y traslado de lodos y materiales del fondo del Lago de Texcoco, tratando de que fuera una obra presentable, desconociendo que esas oquedades no se cubren ni con todos los terrenos de Atenco. El mega aeropuerto quedó endeble en una zona de altísimo riesgo lacustre.

López Obrador desechó las propuestas de la camarilla castrense

El Ejército, junto con los mandamases de la Policía Federal y su matriz la Comisión Nacional de Seguridad manejaron durante todo el sexenio mexiquita la venta de plazas en todo el país, léase las más redituables, para ponerlas en manos de quienes más ofrecieran, y éstos resultaron ser los capos regionales del narcotráfico. ¿Quién más?

Hicieron del país una zona peligrosa, una auténtica zona de guerra donde no se siente nadie seguro, ni el mismo Ejército ni los gerifaltes de las policías ni de las comisiones de marras. Manuel Mondragón y Kalb destruyó las bases de cualquier Guardia Nacional y la infraestructura de la Plataforma México que tantas vergüenzas causó después del Plan Mérida.

Y los sucesores han hecho lo suyo, incluyendo la policía cibernética de Carlos Slim, uno de los principales culpables de todo este desaguisado. Todo esto ha sido publicado, analizado y comprobado.

Y hoy, con el cuajo que caracteriza a los entorchados de las Fuerzas Armadas, tuvieron el descaro de proponerle al Electo, con carácter de irreversible, una lista encorsetada de candidatos salidos de la misma mengambrea para sustituir a Cienfuegos. Lo dicho: todos querían seguir sangrando al presupuesto. Nadie quiere irse.

Gral. Luis C. Sandoval: disciplina, honradez y, sobre todo, lealtad

Pero les falló el tiro. A la Secretaría de la Defensa Nacional va a llegar el próximo primero de diciembre un hombre cabal, honrado y, sobre todo, con verdadero amor a México. Un hombre que no pertenece al círculo de Cienfuegos, lo que es garantía de que habrá limpieza y honestidad en Lomas de Sotelo. Un hombre al que respeta la tropa y en el que los oficiales ven una esperanza de justicia en los ascensos. Un hombre, el general Luis Crescencio Sandoval que es garantía de disciplina, honradez y, sobre todo, lealtad.

Por fortuna, el presidente Electo se dio cuenta de que entre las listas de generales de división en activo, donde aparecen más jefes que en el ejército gabacho, están algunos que no han participado en los moche$

AMLO determinó cambiar las formas en esa decisión supuestamente inatacable y decidió hacerle frente a la tentación totalitaria de quienes, seguro, pasarán a retiro también el próximo diciembre. ¡Que dios los tenga a fuego lento!

¿No cree usted?

Índice Flamígero: Vale la pena retomar aquí el fragmento inicial de la columna publicada ayer por Roberto Rock: “Tras una fugaz y tensa reunión mañanera con Andrés Manuel López Obrador (que le anticipé el domingo), el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, convocó ayer a su despacho a los generales Roble Arturo Granados Gallarda, subsecretario, y Eduardo Zárate, oficial mayor, quienes durante meses se perlaron como sus posibles sucesores. En forma escueta, les reveló que minutos antes el presidente electo le había informado que el nuevo titular sería el general Luis Crescencio Sandoval, una estrella emergente en la milicia que todavía estaba fuera del círculo de acero que construye la alta jerarquía militar y no había sido incluido en el escalafón entregado al político tabasqueño con los nombres de quienes presumiblemente reunían los mayores méritos para estar al frente del Ejército. De acuerdo con información confiada a este espacio, Cienfuegos tenía preparada una presentación a López Obrador sobre temas ligados al sector. Pero la respuesta que obtuvo fue que mejor le fuera entregada al general Sandoval. A Cienfuegos debe tenérsele por derrotado en un aparente duelo de pulsos que decidió construir con López Obrador en torno a diversos asuntos, siempre con el relevo en la Defensa como telón de fondo. Quizá el episodio más disruptivo entre ambos se produjo en las primeras horas de este octubre y fue suficiente para que el presidente entrante tomara distancia de una transición de terciopelo con el alto mando de la Defensa y seleccionar al siguiente titular entre la lista propuesta, como lo ofreció en varias ocasiones…”