Alizée y el ‘milagro’ de su pececillo rojo

En antros como El Bulldog el momento fresa y sexy de las madrugadas del incipiente Siglo XXI era protagonizado por una adolescente francesa de nombre Alizée. Una Lolita que se ufanaba de serlo, con esa inocencia que ya transpira el despertar sexual, mientras bailaba una sugerente coreografía y su cuerpo perfecto era amplificado contoneándose en las pantallas del lugar.

Era marzo de 2003 y la imagen de la estrella pop hipnotizaba a los jóvenes varones que colmaban de testosterona el capitalino inmueble, siendo incapaces siquiera de parpadear para no perderse cada desplante del encanto francés, forrado con mallas negras hasta los muslos y una ajustada versión femenina de traje de marinero, que remataba con un pececillo rojo estratégicamente ubicado en el blanco de todas miradas: sus incansables caderas. Más que un outfit, un fetiche; la prueba fehaciente de que la imaginación es el más poderoso afrodisíaco.

La pasión y la ternura al ritmo del europop, con su pegajoso éxito J’en Ai Marre (Estoy harta) al beat de un derrière que se sacude mientras estremece al género masculino, presa fácil del encantador pececillo rojo tejido en su glúteo izquierdo. Y todos los presentes en el local, tras un inevitable suspiro, inconscientemente anhelan la recreación instantánea del milagro de la multiplicación de los peces.

El bombón galo clama en la letra del hit —contenido en se segundo disco Mes Courants Électriques (Mis Corrientes Eléctricas)— estar harto de los cínicos, los inconformes y los quejosos… pero, eso sí, nunca se cansará de tener lozanía en la piel, cortesía de sus hedonistas baños de espuma —en tina y obvio con el pececillo rojo— ni tampoco de ser la encarnación del deseo, poseedor de un trasero tallado por Dios y esculpido por el Diablo.

Tiempo atrás, en el año 2000, a sus tiernos 16 años, Alizée aceptó sacrificar —dicho en términos mercantiles, monetizar— su inocencia en pos del éxito, con Moi… Lolita, un tema que además de sacarla del anonimato, ha logrado ventas por cinco millones de copias globales de su álbum debut Gourmandises (Golosinas) y ha llevado su nombre mucho más allá de los alpes franceses, convirtiéndose en la canción que en un principio la puso en estado de gracia y más tarde se transformó en su estigma, pues el fenómeno no volvió a repetirse en sus cuatro álbumes posteriores.

Con pececillo o sin él, la francesita terminó —como suele pasarle a todo artista asociado a un éxito— un poco o un mucho harta, como lo sentencia su otro hit, de ser la eterna recreación de la Lolita, el personaje del escritor ruso Vladimir Nabokov, pues ni las obsesiones sexuales de los hombres maduros se salvan de envejecer como ellos, y así se hizo mujer, esposa y madre.

A sus 34 años, Alizée regresa otra vez a la Ciudad de México para actuar este domingo, 14 de octubre, en El Pasagüero, del Centro Histórico. El tiempo o la genética han sido benévolos con su tonificada anatomía, pero ello no garantiza que en su equipaje trasatlántico todavía cargue con su sensual e icónico atuendo de marinerito con pececillo rojo incluido.