México 68 y la matanza de Tlatelolco

  • El 2 de octubre marcó la vida política, social y cultural del país.

Presidente del COI contempló cancelar los Juegos, pero Díaz Ordaz, tajante, transmitió palabras con las que México cabildeó su permanencia como sede de los únicos Olímpicos en su historia.

Desde el ámbito deportivo dicen que México 68 fue una fiesta, pero nada más lejos de ello que lo acontecido en Tlatelolco 10 días antes de su inauguración.

El movimiento estudiantil y la víspera de los XIX Juegos Olímpicos determinaron el pulso de un país que por un lado organizaba un evento para mostrarse moderno y pacífico, pero por el otro reprimía manifestaciones.

El 2 de octubre marcó la vida política, social y cultural del país, y la onda expansiva de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas cimbró al Comité Organizador de la justa deportiva, que pese a todo logró llevar a cabo los Juegos.

“Señor arquitecto, dígales que si desean irse pues están en libertad de hacerlo, pero también dígales que México ha hecho un tremendo esfuerzo por cumplir y que lo que ha sucedido es un problema local, y si por eso toman la decisión de irse no habrá país ingenuo que les tome una olimpiada».

Esas fueron las palabras que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz pidió transmitir al titular del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage. El intermediario sería el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, director del Comité Organizador local.

El hijo de este último, Javier Ramírez Campuzano, recordó la anécdota a Mediotiempo y destacó que Brundage ya estaba en la capital mexicana, donde pidió reunirse con Ramírez Vázquez porque contemplaba la cancelación de los Juegos. Ramírez Campuzano tenía 14 años de edad el 2 de octubre de 1968 y con enorme detalle recuerda a su padre devastado por lo acontecido en la Plaza de las Tres Culturas. Aquella noche, su padre estaba sentado en un banco en su casa, lamentando la situación a pesar de que la censura mediática impidió dimensionar plenamente la masacre, por la que aún hoy no existe una cifra oficial de víctimas. «Mi papá estaba hecho pedazos y decía ‘tanto trabajo, tanto esfuerzo y sacrificio, esto es un cadáver’. Llegó mi mamá y le dijo ‘te vas a ver al Presidente o a ver qué haces, es tu problema y lo vas a resolver porque a esta casa no regresas si no lo resuelves. Mis hijos no van a ver a un padre derrotado’», recordó Ramírez Campuzano.

El 68 fue un año convulso. Un año antes habían matado al Che Guevara.