El contagio narrativo de PowerPaola

La artista e ilustradora Paola Gaviria (Quito Ecuador, 1977), quien firma bajo el seudónimo de PowerPaola, trae en México Virus tropical, la novela gráfica donde utiliza su autobiografía para explicar la complejidad de un mundo moralista e incomprensivo, con familias y relaciones disfuncionales que pasan de la soledad y la amistad a la incomprensión, mostrando que la novela gráfica se ha convertido en un medio poderoso para contar historias

Un virus tropical, dice la autora a un Diario de circulación nacional, no sólo debería ser visto como algo negativo, pues también hace referencia a la manera como obtuvo el gusto por la ilustración: por contagio. “Un virus tropical se propaga, se extiende y no se puede controlar, como me sucedió al hacer esta novela gráfica”.

También significa que la imagen es tan poderosa como un virus, “y en esta novela gráfica hay algo de esa propagación y contagio, pero en un sentido más positivo, al contar historias sin tabú y sin tanta malicia, que nacen de la vida cotidiana y puede ser igual de interesante que un relato de ficción o desde el acontecimiento histórico”, explica.

Para Gaviria, cualquier historia puede ser contada desde el seno la novela gráfica. “Quizá no necesariamente a todos nos interesa hacerlo, pero considero que esta manera de contar el relato es uno de los mejores caminos para comprender el mundo y cómo funcionamos; es una manera de revisar a tus padres, su origen y tu contexto social. Una novela gráfica puede explicarlo todo y creo que cualquier persona lo puede hacer”.

Virus tropical, apunta, está inspirado en su historia personal y en la de su familia, donde relata con un humor negro la historia de su vida desde su concepción hasta los 18 años.

Para hacerla, me inspiré en Flores en la nieve, de Gregor von Rezzori, con un trazo influido por el dibujo medieval y la cultura popular incaica, con el que define la memoria y el recuerdo”, dice.

El volumen se divide en 13 capítulos basados en arquetipos como el dinero, la familia, la religión, las mujeres, las despedidas, la adolescencia y la identidad, donde cuenta pequeñas anécdotas que le sirven para mostrar que cada palabra tiene muchos poderes y, en este caso, pueden acomodarse hacia un mensaje más positivo.

El nombre de PowerPaola nació de una anécdota peculiar y ella misma lo relata. “Yo estaba viviendo en Francia en 2004 e iba triste porque acababa de ver a mi novio besándose con otra chica. Entonces tomé el metro de París, donde hacía una residencia artística, e iba llorando. De pronto se sentó a mi lado un africano que me preguntó mi nombre.

Yo le dije, ‘Paola’, y él me respondió ‘¿Power?’ Después de dos intentos le escribí mi nombre en el ticket del metro y él puso ‘Power’ antes de mi nombre. Aquel momento lo tomé como una señal. Así que al día siguiente compré un rollo de papel para hacer historietas y usé el Powerpaola, porque entonces era mal visto que una artista plástica hiciera este tipo de trabajo”, recuerda.

Con el tiempo esa idea ha cambiado, reconoce, “porque cada vez hay más gente haciendo historieta y ha dejado de ser mal vista, y se han ampliado los estilos de dibujo y de narración, y vemos a más autores jóvenes experimentando con el formato de la historieta”.

Sin embargo, persiste una lejanía entre el arte y la historieta, “aunque es cierto que hasta el mundo del arte está copiando un poco de la historieta y vemos este tipo de ejercicios en museos, porque se han dado cuenta que logra una comunicación más directa con el espectador”, concluye.