Batallón de San Patricio, héroes derrotados y olvidados

Un puñado de irlandeses “sin patria y sin uniforme” engrandece la historia militar mexicana y confirma la imagen racista que los vecinos del norte han construido. “Los irlandeses padecieron formas despiadadas y violentas de racismo a su llegada a Estados Unidos, que siguió aún peor en las filas del Ejército. Y hablamos de inmigrados, a los que trataron exactamente como hoy se trata a los mexicanos y a los centroamericanos”, dice el novelista y traductor Pino Cacucci.

El italiano, que ha tomado como materia prima para su trabajo diferentes episodios y personajes ligados a México, recoge en un nuevo libro la historia del célebre Batallón de San Patricio; un ejército que llegó a tener hasta 800 hombres, en su mayoría de origen irlandés, y que decidió desertar de las filas norteamericanas para pelear contra ellas del lado mexicano, durante la guerra fronteriza de 1846-1848.

Se trata del triste episodio que a la distancia sigue siendo motivo de indignación para los mexicanos: el de la pérdida de más de la mitad del territorio nacional en favor de los yanquis.

Pero, más que una página más de la historia, la del San Patricio, contada por Cacucci, es una crónica que habla de la dignidad humana, el abuso militar, el racismo y el menosprecio anglosajón. “Son eventos que parecen tan lejanos, pero siguen siendo ejemplares y muy simbólicos por la realidad que estamos viviendo hoy”, dice el autor en entrevista.

Cacucci teje una historia desde varios frentes: narra a detalle desde la perspectiva de los combatientes, las diferentes batallas que libraron los ejércitos mexicano y estadunidense e intercala, con episodios contados en primera persona por John Riley, el jefe principal del San Patricio, cuya memoria prácticamente es ignorada en el mundo y sólo se conserva, en alguna medida, en México. Tenemos poco material sobre su vida. La memoria de John Riley se mantiene viva casi solamente en México, donde en 1999 se descubrió en los archivos de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en el puerto de Veracruz, un registro donde aparecía el nombre de Juan Reley (como era llamado en México, con el grado de oficial mayor en retiro del Ejército), irlandés, encontrado muerto en 1850 por causas de ‘alcoholismo’”, dice.

El autor crea una ficción sobre la llegada de Riley a América y el injusto trato que padece; sobre el sentido de dignidad que conserva y su deserción de las filas norteamericanas como respuesta a los abusos que se cometen en contra de los mexicanos. El batallón era como una ‘brigada internacional’ que unía a los hombres dignos, los que no soportaban ser cómplices de la masacre de civiles, de las expoliaciones, los saqueos, la quema de casas e iglesias.

Y, junto a varios irlandeses, se unieron otros inmigrados, sobre todo alemanes y polacos, escoceses, franceses o italianos, y hasta unos cuantos esclavos africanos”.

TRISTE FINAL

Aunque lleno de enseñanzas y ejemplares comportamientos, en El Batallón de San Patricio (Grijalbo, 2018) se narra una historia de amargo desenlace, donde los héroes acaban derrotados y olvidados y los dueños de la tierra terminan por ser echados y prácticamente esclavizados.

Cacucci cuenta épicas batallas que parecen sostenerse, del lado mexicano, más por las agallas y el corazón que por la capacidad de estrategia y la calidad del armamento.

La superioridad bélica del ejercito estadunidense fue determinante: ya en ese entonces se trataba de uno de los más poderosos del mundo, en cuanto a cañones de largo alcance y rifles modernos; mientras las armas mexicanas eran anticuadas. También influyeron los episodios de incapacidad táctica e ineptitud estratégica de los mandos mexicanos”, agrega.

Pero tenemos que tomar en cuenta, sobre todo, continúa, la falta de recursos de las tropas mexicanas, de comida y abastecimientos, municiones y personal médico. Además, las tropas se enfrentaban al enemigo invasor después de largas marchas, en las cuales muchos se murieron de sed y cansancio y llegaban al campo de batalla agotados; mientras la logística del ejército estadunidense era de aplastante superioridad, garantizando comida abundante y reemplazos a las tropas más fatigadas”, detalla.

En medio de todo estaba además Santa Anna, uno de los protagonistas más controvertidos de esta historia. “Santa Anna tenía una desmesurada ambición. Seguramente como militar era incapaz e inepto, pero es probable que hubiese calculado que, perdiendo batallas, y así ofreciendo un triunfo con pocas bajas al enemigo, luego el gobierno norteamericano hubiera tenido cuenta de eso dejándolo en el poder.

Cálculos equivocados, porque a los vencedores sólo les importaba tomar las riquezas de México y no les importaba quién se quedara en el poder en un país expoliado y humillado. Hasta podríamos conjeturar que Santa Anna tuvo la ilusión de hacer un doble juego, y que le salió muy mal”, concluye Cacucci.