‘Un mítico mitómano’; último adiós a Huberto Batis

Huberto Batis (Guadalajara, 1934-2018) fue el chamán que dinamitó la cultura y la literatura del siglo XX. Fue un artesano de la palabra y un mítico mitómano con lengua de pedernal que ejerció la escritura y el periodismo como un magisterio de tiempo completo. Fue un hombre generoso, hecho de contrastes y un erotómano y mito genial de la escritura y de la memoria que se convirtió en uno de los más grandes editores e impulsores de suplementos culturales de México, al lado de Fernando Benítez.

Así lo definieron ayer amigos, alumnos y cercanos, quienes lamentaron que su historia se detuviera el pasado miércoles, a las 19:30 horas, luego de sobrevivir los últimos 18 días internado en Médica Sur. Según los testimonios, Batis se acomodó en su cama, se liberó de tensiones y expiró en medio de una sonrisita, quizá con la ironía del hombre que hizo cuanto quiso, que escribió lo que imaginó, con la intensidad de un hombre que vivió muchas vidas.

Ayer, al mediodía, sus restos mortales fueron cremados en la funeraria J. García López, Casa Pedregal, donde acudió un puñado de amigos y familiares. Su esposa, Jacinta Patricia González, dijo que sus últimas horas fueron tranquilas y que sus cenizas se quedarán en casa, junto con su biblioteca y sus documentos.

En entrevista con un Diario de circulación nacional, el escritor Alberto Ruy Sánchez reconoció que para muchos autores de su generación, Huberto fue un maestro, pero no en el sentido escolar, sino artesanal. “Más que a sus clases yo asistí a sus talleres semanales, en su casa, donde no se transmitían conocimientos, sino experiencias vitales, mientras aprendíamos a vivir la literatura de una manera personal”, dijo Ruy Sánchez, uno de los autores contemporáneos que creció al cobijo del suplemento Sábado, uno de los suplementos impulsados por Batis.

Yo destacaría algo muy importante: abrió la puerta a muchas generaciones de escritores que comenzaron a publicar gracias a él. Eso fue importante en una época en que los suplementos literarios eran las escuelas de traducción y de edición, es decir, donde uno se iniciaba en los oficios editoriales, de la crítica y del comentario literario”, apuntó.

Una de sus enseñanzas, señaló, “fue el comprender que un autor debe tener la piel de un elefante y convertirse en el más duro crítico que pueda enfrentar, además de alcanzar la tenacidad y la pasión de una entrega literaria total”.

Enrique Serna reconoció vía telefónica que Batis fue un personaje importantísimo para él “porque, probablemente, sin él yo no me hubiera dedicado a la literatura”. Recordó que cuando empezó a colaborar en Sábado. “Yo tenía dos novelas guardadas en un cajón, pero entonces no conocía a nadie del medio literario y era una especie de lobo estepario que hubiera podido seguir así, pero Huberto tenía esa estupenda política editorial: darle oportunidad a los jóvenes con gran libretad para que expresaran sus opiniones sin cortapisas”.

Pero también está el hecho de que tenía carácter difícil, “así que no era muy dado a las relaciones públicas y le decía a la gente las verdades en su cara… quizá por ese motivo nunca fue nombrado director del Fondo de Cultura Económica (FCE), aunque hubiera tenido merecimiento de sobra para un puesto así”, reconoció.

Sólo que Batis se mantuvo en un terreno un poco más marginal, donde Sábadofue un semillero de escritores, “y al mismo tiempo fue un hombre que ejerció su magisterio en la edición y en la cátedra. Yo no lo tuve como maestro, pero sé que era un gran conversador que podía hablar durante 10 horas continuas. Eso sí, no dejaba que nadie hablara mientras él lo hacía”, expresó el autor de libros como Fruta verde.

SIN HOMENAJE

Patricia González, esposa de Batis durante los últimos 32 años, reconoció que el también ensayista y catedrático enfrentaba padecimientos ligados al Parkinson y a una hipertensión pulmonar que lo obligaba a ser asistido por un respirador artificial. Luego fue atacado por un parásito llamado pseudomona —que se adquiere en hospitales—, el cual es resistente a casi todos los antibióticos. “Pero logró salir adelante y se mantuvo con ventilador, incluso cuando llegamos a casa pensamos que podría sobrevivir, porque ya había salido con antibióticos muy fuertes, pero no fue así”, recordó.

Diecisiete horas después los restos mortales del autor de libros como Estética de lo obsceno y otras exploraciones pornotópicas fueron cremados sin que alguna institución cultural contactara a la familia o propusiera la posibilidad de un homenaje.

¿Alguna institución cultural les ha llamado para organizar algún tipo de homenaje?, se le inquirió a la esposa. “Todavía no, ninguna”.

¿Qué se hará con su legado? “(Su biblioteca y sus papeles) permanecerán con la familia; y su obra quedará para todo el mundo, para que sea consultada y se lea”.

Catalina Miranda, directora de la Editorial Ariadna, recordó que este sello ha publicado gran parte de sus reseñas, artículos y entrevistas, en libros como La flecha en el arcoLa flecha en el aireLa flecha extraviada, entre otros.