Esto le pasa a tu cuerpo cuando dejas de tomar bebidas azucaradas

Por mucho que la Organización Mundial de la Salud (OMS), los médicos o los nutricionistas nos adviertan constantemente de los riesgos que conlleva para nuestro organismo el alto consumo de azúcar, parece que son las historias personales las que más nos tocan de cerca en esta lucha por la concienciación.

Es el caso del último artículo publicado por el periodista Michail Freidson, quien hace unos días narraba en la edición estadounidense de la revista Men’s Health cómo libró su particular batalla contra las bebidas azucaradas –a las que se declaraba casi adicto–, una historia que está dando la vuelta al mundo.

Fredison, que hace tres años (antes de renunciar a su hábito) bebía mínimo dos litros de Coca-Cola Diet al día, explica que cortar con este tipo de refrescos le cambió la vida. Fue el titular de un estudio de la Universidad de California publicado en 2014 por la revista American Journal of Public Health lo que llamó su atención: el título decía “La soda puede hacerte envejecer tanto como el tabaquismo”.

Hasta entonces Fredison nunca antes había reflexionado sobre el impacto que las bebidas azucaradas podían tener en su cuerpo, pero antes de cortar con su hábito afirma que pesaba nueve kilos más que en la actualidad y que tenía la presión arterial muy alta. “Me sentía desenfocado, lento, hinchado y deprimido”, escribe en el artículo publicado en Men’s Health.

Así que decidió investigar un poco más y encontró, según datos de una investigación del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas (EE.UU.), que el consumo de este tipo de refrescos incluso cuando se marcan como dietéticos está directamente relacionado con el riesgo de sufrir obesidad.

Ahí empezó su lucha por evitarlos y, según cuenta, los efectos se notaron al instante: “Cambié al té verde e inmediatamente comencé a pensar con más claridad y a tener más energía”, escribe Fredison.

Un mes después noté que podía ‘hacer más trampas’ con la comida y aún así perder peso. Me di cuenta de que mis abdominales estaban más definidos. Ahora, cuando la gente me dice que me veo bien para mi edad (tengo 41 años), no solo agradezco mis genes, sino que también agradezco haber renunciado a los refrescos”, continúa el periodista.