Señales que inquietan

A partir de la culminación de la jornada electoral con un triunfo incuestionable, Andrés Manuel López Obrador, virtual presidente junto con su equipo que lo acompaña, se ha dado a la tarea de comenzar su gobierno, sin dejar espacio o hueco alguno que le haga sombra, menciona a las personas que van a ocupar diversas responsabilidades, realizan actos y delinean sus principales proyectos y cambios a impulsar a través de declaraciones y posturas ante los medios y redes sociales.

Así va delineando el perfil de la próxima administración cuya orientación de sus acciones las veremos en la construcción y aprobación del presupuesto de egresos de la federación muy probablemente entre los meses de octubre y noviembre próximos para saber realmente los alcances de sus dichos.

Mientras ello ocurre han destacado como una ineludible prioridad comenzar a trabajar en dos procesos fundamentales: la pacificación del país y la reconciliación nacional, cuestiones que no necesariamente van junto con pegado, sin embargo, aunque se trata de temas que son necesarios abordar, están dejando un sabor amargo en la boca al carecer de una estrategia integral a la vez que imponen rutas y acciones parciales, sin consensos, tiempos ni formas, por el contrario, tal parece que lo pretenden hacer por decreto.

Da la impresión que dentro de su equipo no existe orden ni coordinación para atender con responsabilidad las tareas impuestas, inclusive en ocasiones parecen ir en sentido contrario dejándose llevar por los impulsos, como es el caso del conflicto suscitado directamente con el INE derivado del controvertido fideicomiso cuyo manejo a todas luces fue irregular.

Difícilmente puede hablarse de un proceso de pacificación centrando las acciones en amnistías, legalización de la marihuana y foros en reclusorios, pues me parece una agenda sin rumbo claro, simplista y obviamente reducida, escasa e incompleta, por decir lo menos.

Por otra parte, en lo concerniente a la reconciliación nacional, se mandan señales inquietantes en tanto que para tal objetivo se requiere la voluntad de los liderazgos sociales, económicos, políticos e intelectuales, aunque principalmente del convocante, en este caso el virtual presidente, cuya reacción contra el INE se percibe como intolerante y raya en la imprudencia, conducta que en nada ayuda a construir el campo propicio para un diálogo franco, abierto y auténtico.

Tampoco ayuda el hecho de haber decidido nombrar a coordinadores estatales en lugar de delegados, sin definir perfiles más allá de quienes lo apoyaron, circunstancia que ubica la decisión únicamente de carácter político, que además huelga decir que prácticamente son adversarios de los ejecutivos estatales, sin experiencia ni conocimiento en muchos de ellos, lo que implica convertirlos en virreyes, crear conflictos y tomar el control en los Estados.

En otras palabras y parafraseando el dicho popular: «¡En política, lo que parece: es!».