¿Una era de cambios o un cambio de era?

Esta frase atribuida a Osvaldo Sunkel, aplica muy bien cuando vemos que, en cuestión de horas, los bancos pueden ser saqueados con sumas multimillonarias, a través de la operación de los llamados hackers, lo cual no hubiera podido ocurrir sin los profundos cambios en la tecnología que, entre otros aspecto, caracterizan a la economía digital.

Y, precisamente en el contexto de los ciberataques al sistema SPEI, queda claro que México enfrenta el reto de reforzar la seguridad y la solidez de sus herramientas en dicha economía digital.

Tan sólo ocho países de la OCDE han adoptado medidas de seguridad digital; la seguridad digital es uno de los componentes de las estrategias para el cambio tecnológico que los países deben iniciar. Junto con esta, los países deben también responder a retos de desigualdad en habilidades digitales; bienes y libre comercio de TICs; blockchain y un mayor volumen de transacciones, y los servicios en línea que provee el gobierno.

Si bien la reforma en telecomunicaciones amplió la cobertura e hizo que los precios disminuyeran (los precios de la telefonía móvil bajaron 42.2% desde los inicios de la reforma hasta febrero de 2018) para permitir un acceso más equitativo a las tecnologías de la información, aún hay brechas en capacidades y en contenidos.

El documento “Perspectivas de la OCDE sobre la Economía Digital”1, presentado la semana pasada, señala algunos de los retos que enfrentará el país para que los ciudadanos puedan acceder a los contenidos digitales tanto en la educación, así como en la plataforma para el intercambio y creación de bienes digitales.

Uno de los límites institucionales que identifica la OCDE para México, pero también para países como Austria o Luxemburgo, es que sólo existe un funcionario dedicado a la agenda de habilidades y economía digital.

Para el caso mexicano, la Coordinación de la Estrategia Digital Nacional dentro de Presidencia ha sido quien ha desempeñado esta función hasta ahora. Sin embargo, es necesario expandir la participación del gobierno en la promoción de esta agenda.

Así mismo, algunos países enfrentan un riesgo de desigualdad en términos de habilidades digitales que los pondrá en una posición menos productiva frente a otras economías. El contar con estas habilidades permitirá a los individuos enfrentar un mercado laboral más automatizado y conectarse con un mercado global.

Hoy en día, este es un problema que va más allá de la infraestructura en telecomunicaciones y requiere no sólo del sistema educativo, sino de la capacitación constante de los trabajadores.

La OCDE hace referencia al Programa de Inclusión Digital mexicano, cuyo objetivo es cambiar el enfoque del aprendizaje de los estudiantes hacia la creación de información, en vez de su simple consumo. Este programa va más allá de otorgar un dispositivo, y busca capacitar a los docentes en TICs y fomentar la creatividad y la investigación para resolver los problemas entre los alumnos. Los beneficiarios de este programa son alrededor de 2 millones de estudiantes y maestros.

Por otro lado, el blockchain tiene el potencial para convertirse en una herramienta para reducir los costos de transacción en la economía digital en los sectores financiero, educativo y el Internet de las Cosas. Actualmente, la confianza es uno de los más grandes problemas en un entorno de crisis de seguridad sobre los datos personales y los ciberataques al sistema financiero. Sin embargo, el blockchain puede garantizar la seguridad en el comercio digital por su irrepetibilidad y la ausencia de una autoridad que lo pueda modificar.

Otro de los retos para México se encuentra en el contenido del comercio digital en las negociaciones del TLC. Países como Chile, han incluido capítulos sobre telecomunicaciones y comercio electrónico; también el CTPP ha introducido provisiones para proteger el comercio de bienes adquirido en otro país vía electrónica. Los temas de esta agenda son: privacidad en línea, flujos transfronterizos de datos, protección al consumidor y restricción de contenidos regionales.

En esta dinámica, los países necesitarán una mayor promoción de la creación de contenidos digitales; México y Turquía ofrecen incentivos a las empresas que buscan exportar TICs creadas en el país. Así mismo, México ocupa el onceavo lugar de la OCDE en exportaciones TICs. Sin embargo, menos del 50% del valor agregado de estas exportaciones se genera en México; en cambio, dependen de la propiedad intelectual y patentes de otros países.

La semana pasada, la Economist Intelligence Unit emitió el “Technological Readiness Ranking”2 que mide las herramientas para enfrentar el cambio tecnológico; en 2018, México ocupa el lugar 49 respecto al 56 que ocupaba en 2013. Una de sus debilidades se encuentra en el uso del gobierno electrónico para mitigar la corrupción. Si bien existe un mayor número de servicios de gobierno digital que en el promedio de países, no parecen incidir en la percepción de corrupción. También la seguridad digital es una dimensión débil para México. Sin embargo, el país tiene un lugar por encima del promedio en lo que se refiere a los servicios digitales del sector privado.

Los representantes de los candidatos a la presidencia expusieron sus programas para la agenda digital durante la presentación del reporte de la OCDE. El representante de la campaña del PRI-PVEM-NA señaló que esta agenda había crecido y continuaría creciendo hasta convertirse en una prioridad nacional; por ello, era necesario crear una Secretaría para temas de economía digital. Mientras que el representante de la coalición PAN-PRD-MC llamó a insertar a México en los cambios globales en tecnología. Por último, el representante de MORENA -PES llamó a continuar la inclusión con la expansión de las telecomunicaciones.

Como en muchos otros temas de la agenda nacional, que han sido abordados en esta campaña, siguen haciendo falta los cómo, para poder opinar sobre la viabilidad de que las intenciones se conviertan en realidades. Ojalá que al definirlos, quien resulte electo tome en cuenta a organizaciones como la OCDE.