Destinos para estimular tu adrenalina

Si todo se te queda corto y te gusta dar una vuelta más de tuerca a tus viajes, sabemos lo que necesitas. Llena tu maleta de adrenalina y acompáñanos: te invitamos a un paseo muy especial por el filo de la navaja.

La ciudad a tus pies

Barcelona ya es un enclave excitante por sí solo pero imagínate que, una vez aquí, te subes a un helicóptero y sobrevuelas la Ciudad Condal hasta llegar a Girona donde aterrizas para cenar en el Celler de Can Roca. Si el plan te ha cautivado, toma nota porque Alizée Lifestyle, una empresa especializada en experiencias de lujo, realiza esta y otras muchas propuestas VIP, como un vuelo nocturno a Ibiza en jet privado, paseo con personal shopper, una carrera de caballos o un tour en coche vintage por el centro barcelonés.

Un tobogán de altura

Esta experiencia consiste en deslizarse por un tobogán de 14 metros de largo por 1,2 de ancho realizado con planchas de vidrio. Hasta aquí, todo bien; el problema (o el atractivo), radica en que el tobogán en cuestión no está a pie de calle, sino adosado en la fachada de un edificio, a 314 m del suelo. Lo encontrarás en la OUE Skyspace LA que, tras su inauguración, el 25 de junio, será la plataforma de observación al aire libre más alta de California. Incluye una terraza panorámica y un espacio interactivo con juegos visuales sobre imágenes de la ciudad, pero el punto fuerte es este tobogán que te lleva en picado del piso 70 al 69. Y el vidrio con que está fabricado y que, según los responsables, «podría sostener dos ballenas azules sin inmutarse», algo tranquilizador en una ciudad acostumbrada a los terremotos.

Almorzar entre nubes

Si un día gourmet te hace tocar el cielo aquí lo harás por partida doble: en una mesa suspendida a 50 m sobre el suelo, con capacidad para 22 comensales y 3 cocineros, que elaboran 5 platos (285 €). Desde su nacimiento –en Bélgica, hace 10 años– Dinner in the sky ha recorrido más de 40 países. En junio aterriza en Bruselas en una experiencia increíble solo apta para personas con más de 140 cm de altura y menos de 200 kilos de peso. Y sin vértigo, claro.

Habitación con vistas

Lo llaman «el hotel del millón de estrellas» y razón no les falta ya que estas cápsulas, de aluminio y policarbonato, son un maravilloso refugio colgante situado a 400 m de altura, sobre el Valle Sagrado de Cuzco. El Skylodge Adventure Suites está compuesto por dos módulos –Silves y Miranda–, más uno de apoyo. Cada estructura mide 7,5 m de largo por 2,6 de alto y ancho, y cuenta con 4 camas, comedor y baño privado. Como te imaginas, todo aquí es eco, desde la forma de llegar –con tirolina o vía ferrata– hasta la iluminación, con paneles fotovoltáicos. Una vez dentro, ya sin arnés de seguridad, solo te queda disfrutar del confort interior –puedes almorzar, desde 218 €– y de las increíbles vistas de tus paredes transparentes. Si prefieres intimidad, la cúpula cuenta con cortinas, aunque tus únicos vecinos serán los cóndores.

Saltando con gibones

Junto a las playas de ensueño del sur, el norte de Tailandia tiene paisajes 100% vírgenes. Si vienes a Chiang Mai, además de recorrerlos en una ruta senderista puedes verlos desde las alturas, lanzándote en tirolina. Si quieres rizar el rizo, Flight of the Gibbon está considerada la mejor atracción de Asia, con una tirolina de 800 metros y un compromiso eco que te lleva a volar entre las copas de los árboles junto a familias de gibones.

Con mucho ‘swing’

A la parisina Torre Eiffel, la Fernsehturm de Berlín y el London Eye les ha salido un competidor de altura: Over the edge (literalmente, sobre el filo), un columpio que se balancea a 100 metros sobre el suelo, lo que le convierte en el más alto de Europa. La atracción está situada en la cumbre de A’DAM Lookout, el mirador de 360º de una torre situada frente a la Estación Central y famosa entre los locales ya que, durante años, ha sido sede de la petrolera Shell. Ahora, sus 22 pisos culminan con este columpio desde el que puedes volar sobre Ámsterdam y ver sus canales a vista de pájaro.

Campamento de adultos

Lanzarte en tirolina, nadar en un río, cenar junto a una hoguera, dormir en tienda de campaña… Si estas actividades propias de un campamento te siguen gustando, ¿por qué renunciar a ellas? Esta es la filosofía con la que se creó Camp no counselors (campamento sin instructor), una startup que convierte los campamentos juveniles en adultos y les añade talleres de batik, juegos, alcohol, fiestas, dj’s… Para conocerlo, prepara 518 € –4 días–, elige uno de sus 30 espacios en EE. UU. y Canadá y rellena el formulario: hay lista de espera.

Baile de rayas

 De diciembre a julio, cuando el clima es seco y el sol calienta el agua marina, es el mejor momento para acercarte a Haynes Cay, uno de los cayos de la isla colombiana de San Andrés, frente a las costas de Nicaragua, y nadar entre rayas. El tacto de la finísima piel de estos animales quedará guardado en tu memoria. También lo desconcertante que resulta darte cuenta de que, lo que parece una gran alfombra natural son decenas de rayas que descansan pegadas al fondo marino. Indispensable sumergirte con algo de pan –¡es posible que coman de tu propia mano!– y con cámara acuática para el selfie de rigor. Y dejar el miedo en la superficie, aunque verte rodeado de unos peces que pueden medir 7 metros.