Con un beso, Harry y Meghan han sellado su historia de amor

  • Convertidos en marido y mujer, el público pudo ser testigo del gran amor que se profesan gracias al beso que regalaron a la multitud.

Tal como en los cuentos de hadas, el gran día del Príncipe Harry y Meghan Markle se ha visto sellado con un inolvidable beso.

Convertidos en marido y mujer, el público pudo ser testigo del gran amor que se profesan gracias al beso que regalaron a la multitud.

Después de darse el ‘sí, quiero’, frente a los 600 invitados que tuvieron la oportunidad de estar en la capilla de St. George en el Castillo de Windsor, los novios regalaron una mirada más íntima a la multitud que los esperaba.

Aunque en esta vez se extrañó el famoso balcón del Palacio de Buckingham, los novios utilizaron las escaleras a las afueras de la capilla como el escenario perfecto para responder a las peticiones del público. ¿Qué querían? Un beso y antes ese tipo de demandas no hay quien pueda decir que no -y si somos honestos no se hicieron mucho del rogar, de hecho el beso se dio sin la menor provocación-.

Como suele ser en estos casos, se mantiene el protocolo –dentro de lo que cabe- por lo que se trató de un beso rápido, entre risas y fiel a la personalidad alegre de los enamorados.


La tiara de Meghan Markle, el otro lujoso secreto de su boda con el Príncipe Harry

Una tiara llena de historia… ¡y de diamantes! Así fue la que usó Meghan Markle para su boda con el Príncipe Harry, quien tras mil y un rumores de lo que podría llevar, la estadounidense por fin reveló la joya que la Reina Isabel II le prestó: una bastante elegante y lujosa, propiedad de la Reina Mary.

Y aunque los expertos apuntaban a que la ahora Duquesa de Sussex podría usar dos de las diademas de la familia Spencer -o una hecha a la medida-, Meghan sorprendió al mantener fijo un velo de 5 metros de largo con la tiara en forma de banda de diamantes de la Reina Mary, la cual fue creada en 1932 con un espectacular broche desmontable al centro, hecho en 1893 y compuesto de 10 brillantes diamantes.

Aunque podría parecer lo contrario, dicha pieza es bastante flexible, esto al estar compuesta de 7 secciones perforadas con óvalos entrelazados y pavé, además de tener incrustaciones de platino y diamantes -tanto grandes como pequeños-. La tiara fue diseñada con forma de banda para acomodar el broche central, el cual fue entregado como obsequio a la entonces Princesa Mary en 1893, por el Condado de Lincoln en su matrimonio con el Príncipe Jorge, Duque de York. A su muerte, la tiara fue heredada a su nuera, la Princesa Marina y también fue usada por la hermana de la Reina Isabel II, la Princesa Margarita.

Eso sí… Meghan optó por dejar brillar esta lujosa pieza y solo usar por unos aretes pequeños y minimalistas así como de un elegante brazalete de la lujosa e icónica firma Cartier.

Según la tradición ningún ajuar de una novia real está completo sin la correspondiente tiara, ya sea una reliquia familiar o una nueva joya hecha especialmente para ella. La posibilidad de que Meghan llevara una tiara nueva este día no era tan descabellada y es que Sophie de Wessex se casó en 1999 luciendo un regalo de la Reina, quien mandó a hacer de piezas históricas una nueva tiara para ella. Esto ha permitido a la Duquesa de Wessex que luzca su propia diadema en diferentes ocasiones.

Entre las múltiples opciones que había para este día, la única que estaba completamente descartada era la Cartier Halo Scroll Tiara. Y no, no se debe a que la Duquesa de Cambridge la lució en su boda, sino que se encuentra expuesta en la National Gallery de Australia. Ésta fue hecha en 1936 como regalo de George VI para su esposa, la Reina Madre.

 Ella a su vez, se la regaló a la Reina Isabel en su cumpleaños número 18 y se ha visto en más de una ocasión a través de los años. Su diseño discreto fue perfecto para que Kate la luciera el día de su boda.