Mitos políticos que encubren y desnudan a los toluquitas

Los mitos políticos siempre son respuestas irracionales, un juego de imágenes y símbolos, encaminados a un fin. En México, los mitos se han construido para blindar a los incapaces y farsantes. Las leyendas sobre hombres providenciales corresponden siempre a desvalidos mentales que abusan de la ignorancia y la desinformación provocada.

A lo largo de los siglos han arropado conductas delincuenciales de hombres públicos, leyendas sobre héroes de la seguridad que más bien resultaban torturadores compulsivos, financieros inteligentes que sólo son rateros indómitos, políticos de excepción que resultan mendaces manipuladores y derrochadores de nuestro dinero en el culto a su persona despreciable.

Los mitos de nuestro tiempo mexicano han alimentado actitudes privatizadoras del bien público, populismos de izquierda y derecha, despotismos, superioridades raciales, caudillismos y dogmas religiosos de fe. Una auténtica andanada de estupideces sin objeto social positivo.

El héroe es una verdad histórica, racional. El mito es estrictamente una invención a la medida de los impostores. Mientras que el estadista gobierna con inteligencia, el mitificado gobierna con fuerza irracional, apoyado en su prestigio de hombre insobornable. La pax porfiriana, la modernidad industrial, el desarrollo estabilizador son algunas acepciones míticas.

Peña Nieto derrumbó el mito del «exito$o» Grupo Atracomulco

El subdesarrollo, la miseria y la corrupción han generado a tantos detentadores de violencia mítica como necesidades tiene cada región del país, como hombres y mujeres dispuestos a sacrificarse por la patria, dispuestos a asesinar por monedas, a exprimir el drama económico en el que estamos postrados.

Los ancestrales problemas del poder son ahora monopolio exclusivo de los grupos que ejercen la fuerza contra la población, desde las mafias del crimen organizado y desde las canallas llegadas de Atracomulco el Bajo sin intervención sensata del Estado constituido. Decálogos de acciones ineficaces, acompañados de boletines caros y feroces.

El mito que hablaba de los recios y avezados hombres del Grupo Atracomulco y de su capacidad para agenciarse gran cantidad de recursos de manera mágica, sin exponer al país, fue prácticamente tirado a la basura en los primeros días de este sexenio, cuando la población comprobó en la realidad que sólo se trataba de voraces ignorantes venidos a más, exaltados por medios de comunicación ambiciosos, sin idea de país.

El mito del petróleo como riqueza nacional también cayó al piso

El mito de la intocabilidad de la Constitución acabó siendo destruido en seis meses de ejercicio presidencial, cuando se modificó hasta el modo de andar de la Carta Magna. Hasta la libre expresión de los ciudadanos fue manoseada 50 veces a propósito de ningún objetivo superior. Igual que el mito de las reformas estructurales que hasta la fecha no sabemos para qué carajos sirven.

El mito del muchacho de Atracomulco como el más destacado y brillante de su generación en la universidad patito Panamericana, cayó por su propio peso cuando los estudiantes de la misma se opusieron en barricada a que el ignorante pisara el pasto de la Casa de Estudios para ser condecorado, y para proteger el crecimiento del zarzal. Peor, todavía, cuando se hizo público que había plagiado media tesis profesional.

Así se ha derrumbado el mito del petróleo como la riqueza nacional por excelencia, nuestra garantía sobre el futuro soberano. El sistema anticorrupción de todos tan temido, la judicatura sabia , honesta e imparcial, el legislador salvífico y combativo hoy reducido a escoria viviente, agachada ante cualquier mercachifle y sedicente abogado.

No hay un mito que haya sobrevivido al arrase de la corrupción

Todo lo que ha tocado el sistema toluquita lo ha convertido en mierda. No es una afirmación ligera, ni puramente escatológica. Es una verdad real, histórica, comprobable. Hasta el mito del tapado sufrió las consecuencias. Desde que inició esta pesadilla nacional, en el 2012, el único destapado ha sido el poder real, el de Videgaray, titiritero de Peñita. Y al no poder ser el ahora «aprendiz de canciller», dejó en manos de un subordinado la candidatura presidencial.

No hay un mito que haya sobrevivido al arrase de la corrupción desenfrenada, a la violación de la coexistencia armónica, a la desastrada tranquilidad de la ciudadanía. Han convertido a México en un espectro viviente, capaz de competir con cualquier páramo dictatorial africano o asiático, superior a ellos.

El único mito que han confabulado, exaltado hasta la sevicia, es el mito de Carlos Hank González, el audaz de Santiago Tianguistengo, elevado a las alturas por el afeminado Isidro Fabela: «político pobre es un pobre político». Un aserto tan venerado por esos chichimecas incapaces y ostentosos, que ya debe ser borrado de este mapa.

El mito de la guerra al narco nos hizo cavernícolas sangrientos

El mito de la falaz guerra contra el narcotráfico, para que no llegue a nuestros hijos, devino en una competencia feroz entre tolucos y pachuquitas para ponerse al servicio de los delincuentes, para sangrar el territorio nacional con residuos humanos inocentes y desvalidos.

Comprometieron el nombre del país, calderonistas y peñistas, en una lucha ajena, arrastraron el honor nacional para hacernos aparecer ante el mundo como lo que hoy somos: cavernícolas sangrientos en un territorio plagado de fosas y camposantos clandestinos, ante los que el pueblo llora su indefensión y su rabia contenida.

De nada ha servido saciar la sed de circulante armamentista entre la tropa, los carteles de la droga siguen mejor equipados que todas nuestras fuerzas del orden. Descuidamos todas las ventajas comparativas que podrían haber generado, a partir de los opiáceos inteligentemente explotados…

…? una enorme cantidad de divisas frescas para fomentar adecuadamente, desde la planta agropecuaria e industrial, hasta el empleo digno y el fortalecimiento integral de todo el mercado interno. Hoy sólo son una fuente de captación de divisas verdes para los mandarines de turno y para entorchados castrenses que han vilipendiado y traicionado con saña a su pueblo, contra sus orígenes.

Debemos ser racionales una vez en la vida. Sepultemos esos mitos

Cada día que pasa, el sistema se corrompe más con este mecanismo. Ya ninguno de los favoritos de Enrique Peña Nieto puede tirar la primera piedra. Todos están inodados. Ninguno de los que aún quedan en el gabinete, ninguno de los que han salido a «apoyar» al candidote Meade, puede parar esta loca carrera, nadie puede parar este despropósito que derruye al país.

Ya basta de hacerle al Tancredo. El mito de la guerra contra las drogas debe terminar. Debemos ser racionales una vez en la vida. Démosle sepultura, antes que se sepa que nos hemos matado entre nosotros. Antes que el mito de la autodestrucción se haga realidad.

?¿No cree usted?

Índice Flamígero:

Sobre desmitificaciones escribe don Rubén Mújica Vélez: «Peña Nieto y la mitológica autosuficiencia alimentaria… Además de su ignorancia monumental acerca de solo tres libros importantes en su vida, Peña Nieto opina, vocifera en rigor, en torno a los niveles deseables y viables que propone AMLO como meta en el sector rural. En primer lugar dice que ‘hay que romper el mito de la autosuficiencia alimentaria porque ningún país produce todo lo que consume’. Peña confunde bárbaramente, al nivel de su estulticia, autosuficiencia con autarquía alimerntaria. Autosuficiencia es cuando un país se propone la meta de producir internamente las cantidades de alimentos prioritarios en la dieta de sus habitantes. Autarquía es cuando se propone lograr ,la producción de todos los alimentos que consume el país. Peña ignora que antes del sexenio de Echeverría se logró la autosuficiencia alimentaria al grado que se malbarataron millones de toneladas vendiéndolas a otros países y se teorizó que años después México tendría excedentes, sobrantes que congestionarían las bodegas. Hubo un año, 1981, en que ante la existencia de petrodólares que podía provocar una grave inflación, se destinaron a un programa: el Sistema Alimentario Mexicano (SAM), que derivó en millones de toneladas de maíz, aunque a un alto costo de producción.  Peña, cuya ignorancia es planetaria, se habría enterado que desde la antigüedad, se reconoció por filósofos griegos que era positivo intercambiar los remanentes de productos que se producían en el suelo nacional con ventaja respecto de otros países. O sea que los griegos mencionaban las ventajas comparativas, de manera dinámica, al reconocer que debían comerciar con otros reinos los excedentes de sus productos. Esto no lo entiende Peña ni explicado con manzanitas. Por otro lado, Peña ignora que su ‘gurú’ político y farsante oficial Carlos Hank González fue un promotor con base en estadísticas manoseadas de la autosuficiencia alimentaria que no entiende Peña. Ahí va una experiencia personal al respecto. Durante el salinato, y como burócrata federal medio, visitaba con regularidad las oficinas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que gozaba de prestigio continental en el análisis de las economías de todos los países latinoamericanos. El especialista en materia de estudios agropecuarios era Daniel Bitrán, judío de origen, cuya seriedad técnica estaba fuera de toda duda. En cada visita dialogábamos acerca de los problemas del campo mexicano. En esa  época que era mi monotema profesional con publicaciones en diversas revistas de circulación continental. En una ocasión en pleno salinismo Bitrán estaba gratamente sorprendido por la noticia que recién acababa de difundir Carlos Hank González que entonces era el Secretario de Agricultura del salinismo. En pocas palabras Hank el hombre del optimismo desaforado, el augur de las vías seguras para el éxito personal solo por la vía del esfuerzo, de la que decía el mejor ejemplo era su persona, anunció que se había logrado la autosuficienci alimentaria maicera. Es decir Hank surgió como el último ‘mago’» de ese ansiado logro. Bitrán estaba presto a estamparlo en los informes de CEPAL como un maravillosos avance mexicano en el campo.

‘Dudo, luego existo’ es mi lema. Dije a Bitrán que me diera dos semanas para verificar la veracidad de la información. Con base en datos estadísticos de los Informes presidenciales formulé una enorme hoja tabular con todos los estados de la República, empezando por los más importantes productores maiceros, con los datos de superficie, rendimiento y producción. Trabajo de ‘hormiga informática’ en tiempos paleolíticos comparados con los actuales. Mis resultados fueron sorprendentes: si mal no recuerdo en uno de los años transcurridos del salinismo la producción de maíz subió en cosa de 4 millones de toneladas. Ahí puse la lupa. Para lograr ese resultado tendría que haberse elevado la producción maicera en todos los estados de la República en cosa de 5 – 6 %. O bien que en los estados más productores de maíz se elevaran los rendimientos por hectárea en cosa de 10 – 11 %. Ambos resultados eran imposibles de alcanzar. Ni siquiera en los Estados Unidos de NA con un altamente rendidor corn belt (el cinturón maicero) jamás se habían podido lograr esos aumentos de rendimientos, aún contando con suelos parejos por miles de hectáreas, con agua suficiente y con suficientes agroquímicos para elevar la producción. Esto me hizo volver los ojos a la situación de México: la producción de fertilizantes se había desplomado, las ventas de empresas públicas de agroquímicos habían reducido su producción, el crédito para la producción se había reducido. En pocas palabras, los ‘maravillosos resultados maiceros’ que permitían a Hank González vocear que se había logrado la autosuficiencia alimentaria era una soberbia mentira. Solo que entonces y ahora los estudiosos individualmente y los centros de estudios sobre el campo dependían, como aún dependen, de la información estadística del INEGI. Y esta institución en esa época y en otras ha corroborado que, como dijo Mark Twain, «hay mentiras, malditas mentiras y estadísticas». Este largo texto nos lleva a conclusiones claras: Peña Nieto como siempre es un ignorante de tomo y lomo y ni siquiera cuenta con asesores que conozcan el campo. Lo conocen desde los helicópteros cuando se trasladan a sus campos de golf.»