“Señores pasajeros, debido al congestionamiento de operaciones en el Aeropuerto de la Ciudad de México…”

Al calor de la contienda política, el País atestigua, uno tras otro, un sinnúmero de sobresaltos y sorpresas, derivadas de las más descabelladas propuestas. En el afán de ganar a toda costa, algunos candidatos proponen con gran desparpajo, lo mismo cortar las manos a los ladrones, que militarizar las preparatorias o cancelar la más importante obra de infraestructura de las últimas décadas en el sector de las comunicaciones.

Si bien no sorprende escuchar las cosas más extravagantes dados los tiempos electorales, lo que si llama la atención (y por lo menos a mí, me preocupa enormemente) es la facilidad con que mucha gente está dispuesta a respaldar estas iniciativas. Es tal el hartazgo y la falta de información que existen quizás millones de personas que creen que con la venta del avión presidencial o incorporando Los Pinos al bosque de Chapultepec, se pueden resolver buena parte de nuestros problemas presupuestales.

Es por eso que en el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, he considerado conveniente aportar alguna información y opiniones que contribuyan a comprender las consecuencias de cancelar este proyecto. Creo que estamos obligados a participar en el debate en favor de decisiones más y mejor informadas.

Inicio por recoger la opinión del Secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, quien ha apuntado acertadamente la necesidad de despolitizar el debate, dado que principalmente, el tema del Aeropuerto es uno de índole técnico. También hago eco de lo expresado por el presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico, Pablo Azcárraga, quien apuntó que cancelar el nuevo aeropuerto significaría condenar al fracaso la tendencia de recuperación del turismo. Y no dejo de señalar lo dicho por Carlos Slim en relación con el valor del NAICM, por el impacto que esta inversión puede tener en el futuro, en muchos amitos de nuestra vida económica y social.

Si nos vamos hacia atrás en el tiempo podemos ver algunos de los datos que respaldan estas posturas.  Hacia 1995, la SCT, ASA y Mc Kinsey habían observado ya que el AICM sobrepasó su capacidad para manejar operaciones en pistas durante 102 horas al año en 1994, respecto a las 52 horas recomendadas. Asimismo, desde entonces se esperaba que la fecha de saturación de las pistas ocurriría entre 1999 y 2003. Hoy en día, el AICM se encuentra trabajando con un 30% por encima de su capacidad de manejo de pasajeros.

Al mismo tiempo, es necesario entender la importancia que el AICM representa en el crecimiento del turismo en México. De entrada, recordemos que es un aeropuerto que duplicó en 8 años su número de pasajeros. Mientras que las llegadas de turistas internacionales en todos los aeropuertos de México crecieron 19% entre 2015 y 2017, el número de llegadas en el AICM creció más que el promedio nacional, con 24% entre 2015 y 2017, pasando así de 6.39 millones de turistas internacionales en 2015 a 7.95 millones en 2017. Respecto al número de vuelos, entre 2015 y 2017, los vuelos internacionales crecieron en promedio en los aeropuertos del país a un ritmo del 11.56%, mientras que en el caso del AICM, los vuelos 19.81%, esto es de 52,715 en 2015 y 63,158 en 2017.

Así mismo, los vuelos que llegan a la Ciudad de México representan 34% de todos los vuelos internacionales que arriban al país y 31% de los vuelos nacionales que se llevan a cabo. Es decir que el AICM no sólo es uno de los principales receptores de turistas internacionales a México, sino que su demand, que crece por encima de otras industrias y otros aeropuertos, obedece a que también sirve a pasajeros nacionales, ya sean turistas o personas que visjan constantemente por motivo de negocios.

Ahora, si vemos la importancia de la aviación como industria, la Cámara Nacional de Aerotransportes calcula que ésta aporta 2.9% del PIB y un millón de empleos directos, y con el nuevo aeropuerto estos empleos se podrían incrementar a 1.4 millones. El AICM, que es un “hub” indiscutiblemente destacado en Latinoamérica, enfrenta un sinnúmero de problemas, tales como que los pasajeros pasan hasta 120 minutos esperando una conexión de vuelos, mientras que en aeropuertos como el de Atlanta y Guadalajara, este tiempo es de 90 minutos y 60 minutos respectivamente.

En materia de competitividad, el Foro Económico Mundial en su Travel & Tourism Competitiveness Index 2017 coloca a México en el lugar 103 y 63, hablando de densidad aeroportuaria y calidad de ese tipo de servicios, respectivamente. Ambos aspectos constituyen importantes cuellos de botella para que el país pueda seguir creciendo turísticamente al ritmo que lo viene haciendo, lo que significa perder una gran oportunidad de crear millones de empleos hacia el futuro.

Me parece que los argumentos técnicos apuntan todos a respaldar la pertinencia de este importantísimo proyecto y señalan con claridad lo indispensable de contar con él para consolidarnos como un destino destacado y para fortalecer la conectividad del país. Hemos visto recientemente como Panamá nos come prácticamente el mandado al fortalecerse como un super “hub” para América y en especial para Latinoamérica.  Y mientras eso sucede, nosotros seguimos sentados en una sala de espera en los aeropuertos del país escuchando la chocante frase: “Señores pasajeros, debido al congestionamiento de operaciones en el aeropuerto de la Ciudad de México, su vuelo ha sufrido un retraso…”.