Cierran voz huasteca; Rolando Hernández El Quecho

El violín de Rolando El Quecho  Hernández, octogenario  huapanguero creador del célebre Trío Chicontepec, ha sido callado por las autoridades capitalinas. Desde noviembre del año pasado, el Instituto de Verificación Administrativa (Invea) del gobierno de la Ciudad de México, decidió clausurar El Balcón Huasteco , uno de los escasos espacios que existen en la metrópoli para la promoción, el aprendizaje y el goce del son huasteco.

“Sin afán de crítica malsana, creo que a las autoridades no les cabe en la cabeza que México es poseedor de un arsenal cultural y que, lejos de estar obstaculizando el desarrollo de esa cultura, debería dejarnos trabajar”, dice el músico de 81 años, que en 1992 abrió el establecimiento en el 248 de la calle de Sor Juana Inés de la Cruz, en la colonia Agricultura, a un costado de la Escuela Normal Superior.

El Quecho sigue siendo un hombre vital, su nombre tiene un lugar preponderante en la historia de la música tradicional mexicana. Desde 1952 que llegó a la capital, procedente del pueblo veracruzano de Chicontepec, no ha dejado de tocar y contagiar el gusto por el son huasteco. Ahí está su vida. Han pasado más de seis décadas desde sus inicios, pero el violinista no deja de defender su música, ya sea tocándola, teorizando sobre ella o enseñándola a muchos jóvenes.

Hasta su clausura, sucedida el 10 de noviembre del año pasado, todos lo viernes y sábados en El Balcón Huasteco se servía comida de la región mexicana (bocoles, tamales, zacahuil, enchiladas, cecina), al mismo tiempo se abría paso al sonido del violín, la guitarra huapanguera y la jarana. Grupos invitados, amigos del músico y otros espontáneos se unían a la fiesta y juntos gozaban la música ya fuera cantando, tocando o zapanteando el piso de madera con que está acondicionado el local.

Ahí mismo, los martes y los miércoles, y ahora también los sábados, el violinista se dedica a enseñar lo que sabe. Entre 20 y 30 alumnos llegan semanalmente a escuchar al maestro y aprovechar sus conocimientos. De ahí, dice, han salido al menos siete campeones nacionales de violín; ahí también enseñó a tocar a los dos músicos que le siguen acompañando en el Trío Chicontepec: Israel Silva Cortés (huapanguera) y Rafael Camacho Gutiérrez (jarana), los anfitriones de El Balcón Huasteco.

AUTODIDACTA  

Desde la década de los 80, El Quecho toca un violín ruso. De visita con su grupo por aquel país tocó la suerte de que el camión que los transportaba deshizo su violín al pasarle por encima; ante la urgencia de las presentaciones que debían cumplir, le consiguieron un nuevo instrumento de cuyo sonido se enamoró. Su relación con el violín comenzó con una atracción espontánea que tuvo cuando niño, con apenas ocho años.

“Mi papá me vio descolgando un violín que estaba en la pared de la casa, ahí llegaban los músicos, tocaban, se tomaban su cerveza y había un violincillo ahí colgado; yo lo bajé y me sorprendió mi papá, me preguntó que si quería aprender; yo le dije: ‘no, no, no, es que se estaba cayendo’. Después me volvió a sorprender y me dijo: ‘mira yo no sé mucho, pero te voy a enseñar lo que sé’. Fue así como empecé, autodidacta”, cuenta.

El Quecho llegó de Chicontepec en 1952 a estudiar en la Normal, pensando en un mejor futuro. Tenía 12 años y él y sus hermanos comenzaron a ser identificados porque sabían tocar, después ya los programaban en todos los festivales de la escuela y así los llamaron: los de Chicontepec. El grupo comenzó a madurar y luego Rolando se unió al Ballet Folklórico Nacional, donde se hizo cargo de las agrupaciones musicales.

Su trío tuvo tal éxito que lo invitaban a la radio y a él le pedían participar con otros grupos, así tuvo invitaciones para el cine y para visitar decenas de países, representando a México (“ya son más de 70”, dice). Ahora, sigue enseñando su música y anhela volver a abrir su local; junto con algunos amigos espera conseguir un amparo para reabrir El Balcón Huasteco.

“Eso de que nos hayan cerrado nos preocupa, pero no nos amedrenta; tenemos la idea de reabrirlo y, con todas las dificultades que se nos presentan y se nos han presentado, tenemos la idea de seguir en esta lucha por tener un lugar de esparcimiento, de conocimiento, de cultura, como consideramos que es nuestra música”, afirma.