Ay, mi Mazatlán…

Perlita escondida entre los encantos del agua del mar azul… así va la letra de aquella canción de Mike Laure que tantos recuerdos de temprana juventud trae a muchas personas de mi edad y que se refiere a un privilegiado y muy hermoso lugar de nuestra geografía en el estado de Sinaloa. Para mí, ese bello puerto trae sólo buenos recuerdos: lo mismo acerca de esos maravillosos paisajes o comidas de mariscos, como su incomparable callo de hacha, la cerveza Pacífico o hasta su incomparable agua mineral Topo Chico. Y lo mejor, sus excepcionales y tan “norteñotes” habitantes, algunos de ellos amigos que durante tantos años permanecen afectuosos y atentos.

Mazatlán, al igual que Acapulco o Puerto Vallarta, es uno de esos destinos turísticos que nacieron y crecieron sin el apoyo con el que lo hacen (aun hoy en día) los Centros Integralmente Planeados (CIP´S) de Fonatur. Quizás por ello llaman más nuestra atención y se nos presentan como sitios con una personalidad muy arraigada, cargados de tradiciones y de una historia muy particular. Sus raíces, podemos afirmar, son mucho más profundas.

Tal vez por esa situación de inequidad, cuando estuve a cargo de la Secretaría de Turismo hace 20 años, traté de estar cerca de los mazatlecos en su desarrollo y en sus festividades, como el tradicional carnaval, pero especialmente próximo a sus destacados emprendedores turísticos, que poco a poco y empeñosamente, han construido lo que es hoy en día la bien llamada Perla del Pacífico.

Si bien el bagaje de recuerdos es rico, indudablemente, después de estos días en que participé en la 43 edición del Tianguis Turístico, lo será mucho más. He podido ser testigo, nuevamente, de algo en lo que jamás dejaré de insistir: la enorme capacidad transformadora del turismo y el hecho de que, pensar en grande como país, nos puede (y nos debe) llevar a actuar en grande.

Por una parte, en el Tianguis se dieron a conocer las cifras preliminares en relación al desempeño turístico de México en este año, que nos ha llevado a ocupar el sexto lugar entre los países más visitados del mundo. Se dice fácil, pero es un logro sensacional, máxime si pensamos en el contexto de medios internacionales respecto a México, que retrata constantemente escenas de inseguridad o violencia. Las experiencias que millones de turistas viven en México, transmitidas de boca en boca, y una eficaz tarea promocional en el mundo, han compensado esa publicidad negativa y nos han permitido llegar hasta donde estamos.

Como parte del evento inaugural, el Presidente de la república y el Secretario de Turismo presentaron los avances del sector durante el sexenio. En el 2018, México pasó del lugar 15 en número de visitantes en el ranking de la Organización Mundial de Turismo al sexto. Este avance significó pasar de 23 millones de turistas internacionales en 2012 a 35 millones en 2017, y al mismo tiempo representa la creación de 10 millones de empleos directos e indirectos en turismo, 60% de los cuales contratan a mujeres y jóvenes.

El turismo es una actividad que representa 8.7% del PIB en México; una proporción mayor que la minería y el petróleo, el sector primario, la construcción o los servicios financieros. Desde 2015, el PIB turístico crece a tasas más altas que el PIB nacional; por ejemplo, en 2016, creció a 4.1%, respecto al 2.7% nacional.

El número de visitantes al país creció 68% de 2013 a la fecha. Este crecimiento se encuentra muy por encima del promedio global de 12% durante el periodo. Algunos de los cambios en el turismo en estos seis años son el incremento en 347 rutas aéreas nacionales, 32% más que en 2012, y 442 rutas internacionales, 25% más que en 2012. Asimismo, se generaron 21.3 miles de millones de dólares por divisas en 2017, un crecimiento de 67% respecto a 2012.

Aunado a esto, todos los asistentes hemos podido vivir y ver de cerca la maravillosa transformación que, en tan sólo un año, tuvo Mazatlán, y que no me cabe duda se posicionará como una de las más exitosos de México. Su centro histórico ha sido recuperado, restaurado y es ahora, sin duda, uno de los más hermosos del país; casi treinta calles nos muestran la recuperación y puesta en valor de un patrimonio histórico único, y junto con esa transformación de calles, plazas y fachadas, se ha fortalecido y modernizado la infraestructura, por lo que ya vemos surgir restaurantes y establecimientos comerciales y de entretenimiento a la altura de los mejores de México.

Pero la cosa no queda ahí, con gran visión, se ha recuperado también ese magnífico malecón, que es orgullo y lugar de reunión de convivencia de cientos de miles de personas. Hoy cuenta con una moderna ciclovía y se encuentra limpio de estacionamientos y vendedores ambulantes. Asimismo, se inició la construcción de lo que se conoce como el Parque Central, recuperando terrenos pantanosos en un lugar estratégico de la ciudad, el cual albergará el acuario más importante de Latinoamérica (construido y financiado con una Asociación Público-Privada), espacio que se complementará con un nuevo y aledaño estadio de baseball, deporte que apasiona a los mazatlecos.

Sin duda, un alentador ejemplo para todo México que nos permite ver y hablar de las cosas buenas que se hacen en México, cuando una persona, como su gobernador (Quirino Ordaz Coppel) decide pensar en grande, y actuar en consecuencia.

Si para los mazatlecos estas son buenas noticias, lo son más para todos los mexicanos, pues si bien es cierto que seguir creciendo en millones de visitantes es importante, lo es mucho más que sigamos creciendo en gasto promedio por turistas (siendo el sexto lugar en visitantes, ocupamos el 14 en ingresos de divisas), accediendo a mercados más ricos y vendiendo en mejor precio nuestros productos y servicios. Y para ello (lo sabe bien Quirino Ordaz, que trabajó en el CPTM) tenemos que tener productos valiosos de clase mundial, precisamente como el Nuevo Mazatlán. Vale la pena ir a ver como, cuando se quiere, se puede. ¡Enhorabuena!