¿Y cuáles son nuestras prioridades a futuro?

Hace algunas semanas compartí con mis lectores, en una columna titulada “Yo ya tengo candidat@” algunas reflexiones en torno a aquellas cosas o propuestas que, a mi parecer, debería contener el programa de gobierno que propusiera el o la candidat@ por el que me gustaría votar. Lo hice con el propósito de nutrir el debate acerca de lo que nuestro país requiere para los próximos años.

Apenas hace unos días, como lo hizo hace seis años, la OCDE presentó el reporte Getting it Right: Prioridades estratégicas para México como una serie de propuestas y retos pendientes que tendrán los nuevos gobiernos de México. Documento con una trascendencia potencial muy relevante, si tenemos en cuenta que la edición 2012 de este reporte se convirtió en la base de las reformas estructurales que se aprobarían durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. El documento se puede consultar en este vínculo: http://bit.ly/2FCwRES.

Algunos de los resultados de estos cambios fueron la disminución de la tasa de trabajadores informales en 3%; la reducción de los precios de los servicios de telecomunicaciones en algunos paquetes hasta en 75%, y el hecho de que las inversiones en el sector energético ya suman los 175,000 millones de dólares. La OCDE señala, de manera general, que el país debe reforzar sus instituciones y la solidez del estado de derecho para que la implementación de estas Reformas se convierta en resultados y generar un crecimiento más resiliente, incluyente y sustentable.

Sin embargo, la siguiente administración deberá diseñar un nuevo conjunto de políticas para que México siga siendo competitivo en el escenario global.  Principalmente, el reporte se concentra en el examen de tres temas que limitarán el desempeño mexicano en el corto plazo: productividad, estado de derecho y cambio demográfico.

El reto de la productividad representa el mayor rezago de México frente a otros países de la Organización. A pesar de tener un pronóstico optimista de crecimiento del 2.5% en 2018, la OCDE señala que todavía es una tasa lenta para una economía del tamaño de México. No es casual que se haga énfasis en este rubro. Hoy, el acceso a los recursos del ahorro externo se ve limitado por políticas proteccionistas y los países como el nuestro, deben buscar más recursos dentro de ellos mismos, siendo así más productivos y haciendo más con menos.

Algunas estadísticas que ilustran este punto son: sólo 53% de los jóvenes en pobreza extrema llegan a la educación media superior; México tiene la calificación más baja de la Organización en el componente de ciencia en PISA; un mayor número de empresas reportan tener dificultades para encontrar las habilidades y destrezas que requieren; el gasto en innovación representó 0.53% del PIB en 2015; las Pymes mexicanas tienen la productividad más baja entre los países de la OCDE; la informalidad sigue siendo muy alta (57%); los empleos en TIC representan alrededor de 1% del empleo total, y el país tiene uno de los niveles más bajos de uso de internet y aprovechamiento del comercio electrónico.

Las recomendaciones para el siguiente sexenio consisten en implementar políticas federales y regionales de productividad que tomen en cuenta las especializaciones de los estados. Por un lado, continuar la Reforma Educativa, sobre todo en el aspecto del Nuevo Modelo Educativo y la evaluación docente, así como introducir más iniciativas como NiñaSTEM, destinadas a crear contenidos sobre ciencia y tecnología y reducir la brecha de género. Por otro lado, reducir la informalidad mediante un enfoque en la seguridad social y la simplificación fiscal. También se propone introducir un seguro de desempleo y la transición de PROSPERA a empleos productivos.

El segundo gran reto para el siguiente sexenio será el estado de derecho. Hoy en día, la seguridad personal, como una dimensión del bienestar, se encuentra afectada por la debilidad de las instituciones de justicia. En 2016, México era el país con la tasa de homicidios más alta de la Organización, mientras que 83% de los ciudadanos opina que el sistema judicial es corrupto, respecto promedio de la OCDE de 65%.

En este aspecto, la OCDE recomienda una reforma integral de los mecanismos e instituciones de justicia, los mecanismos alternativos de solución de controversias, los servicios de fiscalía, la policía y la participación de ciudadanos y empresas. Otras recomendaciones son: introducir juicios orales civiles y comerciales, implementar completamente el Sistema Nacional Anticorrupción, vincular bases de datos fiscales y de seguridad, garantizar la protección de los denunciantes, generar mayor confianza social por medio de procedimientos de participación más constantes y transparentes, y formular una Estrategia Nacional Integral de Gobierno Abierto.

Por último, la OCDE destaca que éste será el último sexenio en el que el país estará a tiempo para gestionar el problema de pensiones y salud que provendrá de una población que envejece. Actualmente, 25.6% de los adultos mayores de 65 años experimentan pobreza, cifra que aumentará con el cambio demográfico. El espacio para solucionarlo es limitado en un entorno de bajo gasto, una caída en la productividad en el futuro y una población que demandará atención médica para enfermedades crónico degenerativas.

La Organización recomienda “incrementar el número de contribuyentes al sistema de pensiones”, ampliar la pensión mínima, reformar los programas de transferencias para mitigar la pobreza en la tercera edad, aumentar el gasto en salud, reducir la fragmentación institucional del sistema de salud, mejorar el etiquetado y calidad de alimentos y combatir estilos de vida poco saludables.

He mencionado aquella columna de hace semanas en la que precisamente me referí, entre otros aspectos, a los que se contienen en este reporte. Lo que quiero subrayar no es lo atinado o no de mis sugerencias, sino coincidencias que, a lo mejor lo que nos dicen es que las medidas y políticas a seguir son obvias y ya no hay que darle muchas vueltas. Por lo pronto, quizás sea alentador que el último día del Foro OCDE México 2018, representantes de los candidatos presidenciales suscribieron el documento. Ojalá que, de ganar, hagan suyos estos propósitos.