¡Cuidado, todos vienen en sentido contrario!

Ahí estaba yo comiendo en un restaurante de  Toronto, con mis amigos Memo y César. Los tres con intereses comunes, lo mismo por el futuro de México que por el de Canadá. Un futuro compartido amenazado por los nubarrones provocados por la incertidumbre comercial que significa el gobierno de Donald Trump. Nubarrones que hoy se acentúan con el anuncio de nuevos aranceles para el acero y el aluminio, productos que ambos países exportamos a los Estados Unidos.

Fue a la mitad de nuestra conversación que César, con una gran experiencia internacional, lo mismo en los temas de comercio que de turismo, aventuró la hipótesis de que, en realidad, estos desplantes de Trump no se deben a su ignorancia o tozudez (como yo lo he venido pensando), sino a una estrategia mucho más perversa y calculada que bien podría interpretarse como una “apuesta al caos”. Dicha estrategia pondría a EUA en una posición ventajosa, dejando ver las garras que tiene como la potencia, para imponerse finalmente en el rediseño, mucho más favorable a sus intereses, de su política exterior en materia comercial.

No he dejado de pensar en ello, pues no acabo de convencerme de que este hombre, por más poderosa que sea en su país la presidencia que ejerce, pueda hacer lo-que-le -de-su-regalada-gana en un tema que puede comprometer tan seriamente, a mi juicio, el futuro, no solo de los EUA, sino del mundo, en una nueva Guerra Comercial como esa a la que atinadamente se refiere Sergio Sarmiento en su columna del día 3 de este mes. En efecto, Sergio nos recuerda que, en 1930, a través de la llamada Ley Smoot-Hawley, el gobierno norteamericano impuso aranceles a 20,000 productos buscando reactivar la economía, afectada por la recesión de 1929, provocando así la represalia de muchos países y una severa caída en el comercio internacional que convertiría aquella recesión en una Gran Depresión mundial.

No obstante, esas hipótesis (que habrá que confirmar o desechar), al leer la mayoría de los editoriales serios en la prensa internacional, uno se encuentra con una situación que recuerda el chiste de aquel conductor que, circulando por el periférico en sentido contrario, alertó por twitter sugiriéndoles tomar precauciones pues en esa vía de comunicación un gran número de autos circulaban en sentido contrario. Así pareciera estar Trump: solo, sosteniendo que esas medidas son positivas y que “las guerras comerciales son fáciles de ganar”.

Durante 2018, la administración de Donald Trump ha generado ya dos conjuntos de aranceles: a finales de enero, lanzó aranceles sobre paneles solares (de 30%) y lavadoras (de 20%). Ahora, como mencionaba líneas arriba, la semana pasada lanzó un arancel de 25% y 10%, sobre las importaciones de acero y aluminio, respectivamente.

EUA es el mayor importador de acero del mundo con 26.9 millones toneladas en 2017. Canadá, México y Corea del Sur son los principales exportadores de acero a EUA, mientras que Canadá y China son los principales exportadores de aluminio. En el marco de la séptima ronda del TLCAN, Trump señaló que México y Canadá estarán exentos de este arancel sólo si realizan concesiones en productos agropecuarios (Canadá) y automotriz y seguridad en la frontera (México) durante la negociación (aquí pudiera asomarse quizás una señal que da la razón a César, pues con la amenaza, logra EUA mejores condiciones en temas muy relevantes).

Al lanzar estos aranceles, Trump busca revitalizar las industrias del acero y el aluminio. El contexto de esta medida son los resultados electorales en Pennsylvania y Michigan, estados donde Trump ganó con márgenes de menos del 2%. Estos estados, tradicionalmente acereros y automotrices, perdieron competitividad tras el TLCAN (y aquí quizás encontremos también una pista de algún tipo de justificación, frente al reto que representa para los republicanos la reelección de Trump).

El Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio se manifestaron contra estos aranceles. Según las reglas de la OMC, los países no deberían introducir nuevos aranceles, a menos que la seguridad nacional esté en juego. Por esta razón, se espera que otros países inicien demandas ante la OMC, o peor aún, empiecen a responder con tarifas en contra de EUA, lo cual podría escalar en una guerra comercial. La Unión Europea analiza posibles represalias comerciales para responder a los aranceles estadounidenses, para lo cual ha elaborado una lista de productos estadounidenses que tendrán arancel.

Entre otras consecuencias de esta guerra comercial, la cual como bien detalla Krugman en su artículo Trade War, What Is It Good For? Absolutely Nothing, no sería ni fácil ni benéfica para EUA, está la posibilidad de que ciertas industrias estadounidenses como las enlatadoras, bebidas azucaradas y de cerveza, vean un aumento en sus precios, mismo que sería trasladado al consumidor. Así mismo, es probable que se pierdan más empleos de los que se generarían, dado que las industrias que dependen de estos insumos emplean a más gente que la industria del aluminio y el acero. Por lo tanto, se espera que un conjunto de empresas de estos sectores, así como de las industrias energética, militar y aeroespacial realicen lobbying contra la medida.

México representa 9% de las importaciones estadounidenses de acero, las cuales a finales de 2017 sumaron 2.4 millones de toneladas. El Secretario Ildefonso Guajardo ha señalado que esta decisión estadounidense no tiene sentido, pues México y Canadá compran 80% de las exportaciones estadounidenses de acero, por lo que cerrar el mercado trilateral afectará en mayor proporción a Estados Unidos.

Así, nos amanecimos ayer con la noticia de que, por un lado, el principal asesor económico de Trump, Gary Cohn  ha renunciado por los desacuerdos con estas medidas, y por el otro, con que el Secretario Ross ha dicho que, como lo sugeriría Paul Ryan líder de los republicanos en la cámara de representantes, “el tema de los aranceles se manejará en forma quirúrgica, por lo que México y Canadá podrían quedar exentos”. ¿Se estará dando cuenta de que circula en sentido contrario? ¿O su estrategia perversa será selectiva? Veremos…