Viuda de José Luis Cuevas pinta su raya

Beatriz del Carmen Bazán, viuda de José Luis Cuevas (1931-2017), denunció que Lidia Camacho, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), y Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la Ciudad de México, hicieron caso omiso a las demandas de su esposo sobre las irregularidades en la administración de la Fundación José Luis Cuevas y Novelo A.C., cuyo apoderado legal es el ingeniero Salvador Vázquez Araujo, y dirige el museo del artista plástico.

En agosto de 2016, José Luis Cuevas envió una carta al secretario de Cultura local pidiendo información sobre la calidad legal del inmueble que alberga el museo en la calle Academia 13, en el Centro Histórico. En junio del mismo año, también escribió al entonces secretario de Cultura federal, Rafael Tovar y de Teresa, solicitando datos sobre la situación fiscal y financiera de la Fundación.

En mayo de 2017, Bazán escribió a Lidia Camacho para comunicarle el deseo de su esposo de retirar su nombre a la Fundación y ya no fungir como presidente de la misma ante las irregularidades financieras que él presumía se realizaban. No hubo respuesta en ninguna de las tres misivas, señaló la viuda de Cuevas en una conferencia que convocó en su casa de San Ángel Inn para comunicar la “última voluntad” del pintor fallecido el 3 de julio de 2017. “Cabe señalar que en vida de José Luis Cuevas se detectaron anomalías en el manejo de la Fundación y de su información financiera, y el apoderado siempre nos mantuvo al margen, a pesar de tener el carácter de directora y mi esposo ser el artista por el cual el museo lleva su nombre.

“Estas irregularidades fueron oportunamente informadas a las diversas autoridades culturales de nuestro país, incluso se le externó a la directora del INBA, doctora Lidia Camacho, el deseo de José Luis de suprimir su nombre de la denominación social de la fundación y se le plantearon diversas alternativas para una nueva y transparente administración, sin que hasta el momento el INBA haya intervenido”, dijo Bazán, quien estuvo acompañada por sus abogados Katya Mardueño y Ricardo Olmedo.

Así, Bazán se deslinda de cualquier responsabilidad sobre el mal manejo de recursos dentro de la Fundación y el Museo José Luis Cuevas. Responsabilizó al apoderado legal Vázquez Araujo de las irregularidades en las finanzas del recinto. De hecho, dijo haberse enterado por la prensa del desvío de un millón 373 mil pesos que la Auditoria Superior de la Federación detectó en la administración del museo durante 2016. Excélsior publicó que el órgano federal encontró que el dinero donado por el INBA para actividades artísticas y culturales se usó para para pagar su nómina, servicios de vigilancia y comprar artículos de limpieza. (Excélsior 22/febrero/2018).

“Siempre nos dijeron que era una asociación civil regida por las normas de los particulares y, en todo caso, se tenía que hacer una asamblea en donde se exigiera rendición de cuentas al apoderado de la fundación que es Salvador Vázquez Araujo; el maestro José Luis Cuevas con todas sus facultades físicas podía hacerlo, pero ya no dio tiempo que lo hiciera por su enfermedad y muerte”, señaló Mardueño.

El artista se enteró en 2014 que tenía una demanda por diez millones de pesos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por no pagar los impuestos del museo. Cuevas contrató un despacho privado de contadores para revisar las finanzas de la Fundación, pero Vázquez Araujo impidió que entraran a los archivos.

Además del desvío de recursos, Bazán denunció que la administración actual realiza actividades culturales, como conciertos o presentaciones, pero no reportan esos ingresos en la contabilidad.

“La Fundación no sirvió para nada más que para su provecho, hicieron una empresa del museo”, atajó Bazán, quien asegura fue removida del cargo de directora del recinto, al cual no entra desde 2016.

Mardueño defendió que Bazán, en el tiempo que se desempeñó como directora del museo no realizó actividades administrativas o financieras, su función era organizar la programación artística. El manejo de recursos y tareas de la administración, dijo, las realiza Silvia Canales, aún subdirectora del lugar.

En la carta que Bazán envió al INBA el 20 de mayo de 2017, la cual no tiene sello de recibido, se proponía dos vías en torno a la Fundación José Luis Cuevas. Primero, cambiar la administración del museo a una persona moral con organización tripartita: INBA, Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y una persona física o moral designada por Cuevas. La segunda opción era que el recinto fuera administrado en totalidad por el Instituto, por ser el donatario de la obra plástica.

Cuevas y Bazán recibían el inventario de la obra en el museo, pero, tras la muerte del artista su viuda desconoce el estado del acervo plástico que se entregó en comodato, y mucho menos sabe de la ubicación del archivo documental.

Aunque, dijo, no es su responsabilidad: “La fundación es la que tiene que responder, dar los datos. Le corresponde al INBA, ya que ellos tienen en donación la obra, y a la Secretaría de Cultura”, refirió.

El abogado Ricardo Olmedo señaló que analizan la posibilidad de presentar una denuncia penal en contra del museo y la fundación por administración fraudulenta contra quien resulte responsable.

Respecto al registro del nombre y firma del artista como marca de la cual Bazán es propietaria, la viuda de Cuevas dijo que fue a petición de propio pintor para proteger su obra de piratería. El convenio se firmó el 29 de marzo de 2012.

Bazán también precisó que su esposó falleció por una acidosis metabólica severa, presión sacra y cáncer de colón. Su último deseo era que las cenizas de los dos se conserven juntas en la urna de la escultura Los Siameses.

Vía telefónica, Salvador Vázquez Araujo dijo a Excélsior que no tiene nada que ocultar, aunque se negó a responder sobre las declaraciones de Bazán. Señaló que el INBA es quien debe responder sobre las acusaciones. “No voy a entrar en una discusión de ese nivel con la señora. Una vez que sepa qué dijo podré contestar adecuadamente, pero te digo que no tengo ninguna cosa que ocultar”.