¡Hambre en Venezuela! Hasta el ‘lunch’ se roban niños en el recreo

La falta de alimentos en muchos de los hogares venezolanos ha orillado a niños en edad escolar a robar los refrigerios de sus compañeros en las escuelas, una situación que crece.

Es una consecuencia de la realidad mostrada en el estudio hecho en 2016 por el Centro Comunitario de Aprendizaje (CECODAP) “Efectos de la crisis económica y política en niños, niñas y adolescentes en el Área Metropolitana de Caracas”.

De mil 099 hogares consultados, en 61.3 por ciento se consideró que la alimentación es deficiente o no satisface el apetito.

En los hogares lo usual es que no se preparen meriendas, y de las tres comidas principales, la que menos se hace en el 82 por ciento de los casos es el desayuno.

Ahí se inserta el caso de José, de ocho años de edad, quien en el recreo escolar va con sus manos abiertas con sus compañeros diciendo «¡dame, dame!», ya que él no lleva nada para su almuerzo.

Por su hermana de 12 años y alumna del mismo colegio, se sabe que sí desayuna en casa, aunque se ignora qué. La madre es el único sostén de los cuatro hijos, entre ellos José que en ocasiones ha robado alimentos.

Y cuando no le dan o roba, toma las sobras. Se ha acostumbrado a pedir, inclusive presionada para que le den comida, señala la psicopedagoga de su escuela en el trabajo del Observatorio de Violencia.

Otro caso, en la misma institución escolar, es el de Asdrúbal, quien a sus siete años roba los refrigerios de sus compañeros.

Asdrúbal está al cuidado de su hermano de 17 años de edad, quien es también responsable de otro hermano menor. Los padres emigraron y están a cargo de la abuela, que vive en un piso diferente al de ellos.

Olga Ramos, de la Asociación Civil Asamblea de Educación, señala que se debe de lograr que el niño entienda que robar la comida es un acto ilegal, porque esa comprensión es parte del proceso formativo.

Y no tener lástima es importante. Se puede comprender la situación, pero no compartirla. Esa es la diferencia entre la sociedad alcahueta y la que promueve la probidad”, enfatiza Ramos.

Los adolescentes extrañan productos que consumían, pero que ahora los altos precios han vuelto prohibidos. Cereales en caja o bolsa, frutas, arroz y pasta son los más añorados.

Cifras del Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores indican que en diciembre pasado un trabajador requería de 45 salarios mínimo para cubrir los gastos de la canasta básica alimentaria.

Con inflación de dos mil 616 anual, «resulta difícil para los padres resguardar a sus hijos de la crisis, realidad que empuja a los escolares a entrenarse en el delito», señala el Centro de Documentación y Análisis de los Trabajadores.