Nadal, a cuartos de Australia

No, esta vez los aplausos no son para Rafael Nadal, esta vez los aplausos son para Diego Schwartzman.

 El domingo, mientras el sol agota sus últimos minutos de vida, el argentino juega contra el español los octavos de final del Abierto de Australia y tiene dos bolas de break en el primer juego de la tercera manga, con el partido igualado a un set. La gente enloquece y reconoce el esfuerzo de Schwartzman, que ha corrido y peleado con el convencimiento del que se cree capaz de caminar por el fuego sin quemarse.

La victoria del español (6-3, 6-7, 6-3 y 6-3) es un resumen de la misma historia de siempre. Nadal, que se enfrentará en cuartos a Marin Cilic (6-7, 6-3, 7-6 y 7-6 a Pablo Carreño), gana jugando mal mucho rato, a tirones, pero tiene la capacidad de resistir, sufrir y encontrar las soluciones necesarias para esquivar la eliminación y asegurarse algo muy importante: pase lo que pase en el resto del torneo, y sin que importe lo que haga Roger Federer, el número uno no se moverá de sus manos.

“Hoy es un partido claro en el que se ve esa cabezonería”, explica luego Carlos Moyà, uno de los entrenadores del balear. “Quizás, perdió ese espíritu durante unos años, pero está claro que lo sigue teniendo, lo ha recuperado”, prosigue el técnico mallorquín. “No ha jugado al nivel de los otros días, le faltaba un poco de chispa, pero al final siempre encuentra ese plus, esa manera de darle la vuelta. Mentalmente ha estado muy fuerte para poder ganar sin jugar a su mejor nivel”.

El Peque, como le dicen los suyos, es un tenista que se ha visto forzado a desarrollar y perfeccionar otras habilidades para suplir su falta de estatura (1,68m) y ganarse un récord que dice mucho de él: a día de hoy, no hay ningún otro jugador más bajo que el argentino en el top-100. La inteligencia, la velocidad o la garra son algunas de las cualidades que distinguen al mejor Schwartzman, el que tiene motivos de sobra para soñar con derrotar a Nadal después conseguir desbordar al mejor jugador del mundo durante buena parte de la tarde.

Sin complejos ante el número uno, el argentino sale a la Rod Laver Arena y se hace con el control del partido. Es 4-3 para el español en la primera manga, pero Schwartzman ya ha disparado cinco aces, producido ocho golpes ganadores y disfrutado de las primeras cuatro bolas de break del encuentro (una con 2-2 y otras tres con 3-3), que no convierte de milagro. En consecuencia, el encuentro está en la raqueta del número 26, y eso no deja de ser inesperado.