Meade: mal producto priísta

Fracasar en la industria comercial e intentar reposicionar el producto con un nuevo empaque, distintos colores y logos; es un asunto que requiere una gran campaña publicitaria y por ende, sumas extraordinarias de dinero.

Sin embargo, en el fondo los consumidores sabemos que lo que se nos vende es exactamente lo mismo, si acaso en formas diferentes.
Más atrevido, empero, es cambiar la fórmula para innovar de manera radical.

Impulsar una nueva mercadotecnia, tiene la finalidad de hacer pensar a los compradores o afines, que se trabaja por una renovación e incluso por una mejora, aunque lo último no siempre sea cierto y en otros casos, certeros.

Productos exitosos por sí mismos en el tiempo, como el refresco Coca Cola, en medio de la llamada “guerra de las colas” con Pepsi Cola, ha cambiado y ha perdido, incluso que previo existiera un exhaustivo estudio de mercado.

En el ámbito político y en el terreno electoral, mucho hay de una especie de guerra comercial, para lo que en definitiva la marca política –instituto político–, llega incluso a pagar encuestas y sondeos para saber quién o quiénes están mejor posicionados, aunque al final la designación sea más un capricho, una selección o un designio de quienes tienen el poder de decisión sobre la calificación de las masas.

Es así, que en lo que toca al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y hasta los partidos que lo acompañan, apostar por José Antonio Meade Kuribreña para su candidato a la Presidencia de México, sería casi igual que haber elegido a cualquier otro para no entrar en otra disertación que no es el caso.
Meade por más ciudadano que lo quieran presentar, no es más que puro PRI.

No se entiende ninguna campaña comercial o política, que sólo en el discurso advierta que viejas fórmulas no fueron eficaces, porque entonces todo apunta a intentar sobrevivir con la pura modificación del empaque mientras que el elector está seguro que los priistas huelen a desprestigio, corrupción e impunidad.
A Meade le quitaron la vestimenta de trajes costosísimos que hacen un cuerpo, y resulta que su imagen no es ni por mucho la del mexicano saludable que come bien y que se ejercita por decir lo menos.

Meade no se sabe vender. Lo que mejor ha hecho es promocionar a sus contrincantes aun hablando mal de ellos, pero no hay hasta ahora una frase de recordación en su campaña electoral que ligue al candidato priista con su aspiración de llegar a Los Pinos.

Meade resultó hasta ahora, la equivocación del PRI, que en el año 1985 hiciera la Coca Cola en todo el mundo al presentar en el mercado mundial la “Nueva Coca”, que fue un fracaso de marketing y por supuesto financiero, lo que hizo rectificar a los directivos y regresar a lo que hasta entonces le había resultado por 99 años.
Un candidato ciudadano nada tiene que ver con los priistas. Porque somos los ciudadanos, los mexicanos, la sociedad civil y toda la masa no gobernante quienes por casi un siglo hemos sufrido la tiranía de una democracia amañada en dictadura.

Un ciudadano no impone impuestos, ni aumentos, ni se reparte dinero del pueblo y mucho menos autoriza desfalcos al erario.
El priista es agresivo, Meade no lo es, parece perdido en un disfraz de lobo que no logra interpretar.

El animal salvaje se impone, no lloriquea tratando de enlodar a los demás, con la podredumbre de su propia estirpe.

Acta Divina… “De los que van a la Presidencia, soy el único ciudadanos”: José Antonio Meade.
Para advertir… Dime de que presumes y te diré quién eres.