«El demonio en el congelador», el letal virus que solo se guarda en dos laboratorios

El 30 de diciembre de 1993 se decidió no destruir las últimas muestras de la viruela, uno de los virus más mortíferos de la historia

 El virus de la viruela, Variola major, ha  sido probablemente el más letal de la  historia. Sus huellas se remontan a momias del Antiguo Egipto y a la China del siglo VI y muestran que llegó a Europa en época de las Cruzadas. Parece ser que este virus aniquiló las poblaciones indígenas de América del Sur a partir del siglo XVI y que en el siglo XVIII mataba a unas 400.000 personal al año solo en Europa.

Hoy se sabe que la viruela fue un azote para el ser humano durante milenios: solo en el siglo XX fue responsable de la muerte de alrededor de 300 millones de personas. Los motivos son que la viruela se transmite de persona a persona a través de gotas de saliva expulsadas en la respiración y que es un patógeno muy letal: suele matar a tres de cada diez afectados, y muchos de los que sobreviven quedan marcados por terribles cicatrices o quedan ciegos. Por suerte, la vacunación de la población mundial permitió acabar con esta lacra histórica en 1980.

Hoy en día hay expertos que consideran que si este patógeno volviera a la circulación podría provocar daños devastadores, puesto que la inmunidad natural de la población se ha debilitado y se han finalizado las campañas de vacunación. Por eso la viruela es considerada como un potencial arma biológica de categoría A, la más peligrosa, junto al ébola, el carbunco o la peste neumónica. Y lo cierto es que este virus aún no ha desaparecido. Las últimas muestras de viruela están guardadas en dos laboratorios de Estados Unidos y Rusia, equipados con instalaciones de máximo nivel de bioseguridad, el nivel 4 o BSL-4, de «Biosafety Level 4». Y todo a pesar de que el 30 de diciembre de 1993 la Organización Mundial de la Salud (OMS) ordenó la destrucción definitiva de los últimos virus de la viruela por razones de seguridad. El debate sobre si se debería destruir o no las últimas muestras de viruela fue recogido por el periodista Richard Preston en su libro, titulado con acierto, «The demon in the freezer».
La viruela fue desapareciendo de la Tierra a partir de los años cincuenta: de hecho, se erradicó primero en los países ricos y más tarde en los más pobres. En el año 1977 se registró el último caso de viruela en una de las zonas más pobres del planeta: el Cuerno de África.

La última afectada por el virus, en este caso una infectada por una variante menos frecuente y mucho menos peligrosa que Variola major, llamada Variola minor, fue Ali Maow Maalin, una cocinera del hospital de Merca, en Somalia. El último caso grave, provocado por la variante más peligrosa, Variola major, se detectó en 1975 cuando el virus atacó a una niña de Bangladesh llamada Rahima Banu.Las medidas de cuarentena y control, la información de la población y, sobre todo, la vacunación, pusieron contra las cuerdas al peligroso virus. La erradicación del patógeno se certificó en 1979 y no fue hasta el 8 de mayo de 1980 cuando la OMS declaró esta lacra como erradicada. A pesar de eso, lo cierto es que por entonces aún quedaban muchas muestras del virus en laboratorios de todo el mundo.

El demonio sale del congeladorEn 1978 ocurrió un hecho terrible que mostró la peligrosidad de tener almacenadas muestras del virus. Por entonces, Janet Parker, una fotógrafa que trabajaba para la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), contrajo la enfermedad cuando trabajaba en el hospital. Parece ser que el virus, con el que se investigaba en otro lugar del edificio, llegó a los conductos de ventilación. El gobierno británico puso en cuarentena a 260 posibles contactos.

La madre de Parker, Hilda Witcom, también se infectó, pero sobrevivió. El padre de la fotógrafa, sin embargo, murió de un infarto mientras estaba en cuarentena, el 5 de septiembre. Por desgracia, Janet Parker murió el 11 del mismo mes. Por último, el responsable de la investigación del virus en la universidad, Henry Bedson, se suicidó mientras estaba en cuarentena.

Para minimizar riesgos similares, la OMS ordenó que los remanentes del virus fueran destruidos o transferidos a dos laboratorios de referencia equipados con instalaciones BSL-4: uno en Atlanta, gestionado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), y otro de Moscú. Desde allí, las muestras se trasladaron después al Centro de Investigación Estatal de Virología y Biotecnología (VECTOR), en Novosibirsk, Rusia. La finalidad de guardar las muestras era, en teoría, conservar un reservorio de Variola major para usarlo en investigación en caso de que hubiera un nuevo brote o un ataque bioterrorista. Ninguna evidencia excluyó que se pretendiera almacenarlo para poder usarlo más tarde como arma biológica.

Se suspende la destrucción del virusA causa de los peligros que suponía conservar muestras de viruela, la OMS ordenó en 1986 la destrucción de todos las muestras que quedaban y puso una fecha muy clara para la eliminación definitiva del virus: el 30 de diciembre de 1993. Sin embargo, las presiones de Rusia y Estados Unidos, mientras la Guerra Fría daba los últimos estertores, hicieron posponer la destrucción hasta el 30 de junio de 1999. Finalmente, la OMS aprobó en 2002 la conservación temporal del virus con fines científicos, 22 años después de la erradicación oficial de la enfermedad.